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Debates pedagogicos La clase que urge


26-02-2025 13:17:08
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“Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su cuerda por no arriesgar su vida”.
(Pablo Milanés)

El profesor Gustavo Brufman divide su tiempo entre la academia –es docente e investigador universitario– y la militancia social. Desde ese lugar de pisar firme estos territorios dice que es prioritario “repensarnos, crear y fundar nuevas experiencias”, ante esta globalización y este escenario particular que vive la Argentina, con un presidente (Javier Milei) que avanza todo el tiempo contra el Estado. Alerta sobre los aprendizajes enlatados y de resultados rápidos, y el malestar que afecta al trabajo docente. Considera que más que nunca hay que hacer valer la educación crítica, reflexiva, que piensa todo el tiempo en el otro. Estos llamados de atención los hace en las puertas de un nuevo año escolar, donde urge rearmar la agenda de los debates pedagógicos.

Brufman es profesor titular de la Cátedra del Núcleo Antropológico Educativo, de la carrera de Ciencias de la Educación (UNR), además de director del Centro de Estudios, Investigación y Documentación Educativa Simón Rodríguez, y miembro del Grupo de Estudios de Niñeces y Juventudes del Instituto de América Latina y el Caribe (IEALC), de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

En la actualidad, recorre los institutos de educación superior de la provincia, a partir de la presentación de su reciente libro Freire recargado. Desafiar el modelo universitario desde la educación popular (Homo Sapiens Ediciones), invitando a debatir la formación docente.

Convocado por El Eslabón a compartir su mirada sobre los debates educativos prioritarios, afirma que estamos ante un escenario de “fuerte desconfiguración del cuerpo social y del propio sistema educativo como lo supimos concebir históricamente, a partir del proceso de desfinanciamiento global y de las políticas públicas que está generando este Gobierno”.

Además de la gravedad de esa crisis, Brufman alerta sobre “una ofensiva muy grande contra toda forma de organización que plantee un esquema alternativo, un proyecto diferenciado, otra dirección posible”. Y asegura que “se está construyendo una nueva hegemonía a partir de este gobierno (libertario), más allá de los propios conflictos internos que tengan y que hoy estén en primer plano, a partir de las últimas noticias nacionales”. 

En ese contexto –dice el educador– cada provincia reproduce definiciones no sólo conservadoras sino profundamente reaccionarias. 

—¿Por ejemplo? 

—Aquí vamos a hilar más fino y lo voy a poner en estos términos: tanto el propio ministro de Educación de la provincia (José Goity) como yo somos parte de una misma generación de egresados de la carrera de Ciencias de la Educación (UNR). Hay ciertos términos y conceptos que aparecen como comunes, en el marco de un discurso aparentemente moderno, pero que significan cosas muy distintas según en qué prédica se inscriban y en qué marco teórico construyan sentido. Así, pensar en las prioridades de la agenda educativa y hablar de la calidad educativa, lleva a preguntarnos ¿cómo entendemos a la calidad educativa?, más cuando hay declaraciones (oficiales) que siguen hablando del “mejor servicio educativo” y no del derecho a la educación de calidad para todos y todas. O bien se habla del 95 por ciento de aceptación del cargo para la jornada extendida, pero no se dice nada de cómo se logró ese 95 por ciento: con un sistema de premios y castigos, con un criterio que el docente lo vive como extorsivo. Y al mismo tiempo no se habla de investigación educativa, ni de profesionalización docente, ni de experticia como forma de reconocer el trabajo docente y darle estatus a su propia labor. Eso hace que la propia extensión de la jornada, la famosa Hora 25, sea pensada de manera muy reduccionista y con un perfil meramente instrumental de aplicación de enlatados, que se replican como modelos estandarizados con absoluta independencia de saber para qué pibes, en qué contextos y con qué docentes. 

—Con ese mismo criterio estandarizado Santa Fe implementa su Plan de Alfabetización.

—Justamente. Vamos a encontrar declaraciones que hablan de experiencias innovadoras que mejoran los aprendizajes, de la incorporación de otras maneras de organizar la enseñanza, de brindar oportunidades para más y mejores aprendizajes ¿quién puede estar en contra de eso? O bien hablan de “comunidades de aprendizaje”, un concepto dentro del campo pedagógico muy importante, pero con docentes que por necesidad trabajan instalados en el malestar y la indignación, un padecimiento que se transmite en el vínculo pedagógico de manera inexorable. Ahí no hay comunidad de aprendizaje, porque la comunidad del aprendizaje exige un proceso de identificación fuerte en procesos de aprendizaje colaborativo, con fines comunes, con capacidad de poner en debate, de reflexión, de análisis crítico. Y la verdad es que nada se habla de todo esto.

—Un llamado muy fuerte para la provincia de Santa Fe que tiene una historia de debate pedagógico muy rico. Pareciera que se lo intenta borrar y reemplazar por propuestas, como señalás, listas para aplicar en el aula. 

—Exactamente. Por eso tiene un mero carácter instrumental ese conjunto de contenidos que, más allá de que lo llenemos de flores o hermosemos, si no toma el tema de la profesionalización docente y le devuelve dignidad a la labor, para que ese trabajador, esa trabajadora tenga una autovaloración, que al mismo tiempo le reconozca el niño, la niña, el padre, la madre de ese chiquito que tiene delante, esto marcha al fracaso.

—Desde el presentismo, la extorsión de los descuentos, hasta la reforma previsional son todas medidas que no reconocen para nada la autoridad pedagógica y profesional de las y los docentes. 

—La agenda educativa tiene que poner esto en primer plano. Lo que observo son declaraciones rimbombantes en lo comunicacional de la gestión educativa, con discursos pretendidamente modernos, de mucha firmeza. Pero no necesariamente progresistas, ni actualizados en el cómo generar los mejores aprendizajes. Sobre todo con mucho de pretensión de disciplinar y poner orden; y que al mismo tiempo aparecen vestidos de compromiso y consenso; y desarmando la organización docente cuando la historia del sindicalismo docente, de cualquier signo ideológico, tiene una riqueza de experiencias en formación profesional, desde la Escuela Marina Vilte de Ctera hasta acá. Todas las organizaciones de base docente generaron espacios de análisis crítico, invitando a intelectuales, a profesionales, a expertos; generando distintos modos de poner en discusión y encontrar salidas alternativas a los escenarios de complejidad creciente a la que nos ha sometido la crisis global del capitalismo. No alcanza con decir que vamos a utilizar formas innovadoras en los aprendizajes ¿Con qué maestra? ¿Con qué maestro? Formado, preparado, respetado ¿Cómo? ¿Inscripto en qué plan de formación, de capacitación, de actualización docente? 

—Es tan urgente como difícil pensar en esa agenda educativa más cuando, además de la pobreza, lo que abundan son la estafa, la inmoralidad y los discursos de odio.

—Hay un problema de base ética en torno a lo que es construir aprendizaje, ser docente, pelear por tu derecho. Porque hay cosas que se transmiten más allá del discurso explícito y tienen que ver con lo actitudinal de quien se planta delante. Un niño, una niña, se construye subjetivamente en una suerte de relación de espejo. Como dicen en el barrio: te sacan la ficha muy rápidamente. Y cualquier chiquito, cualquier chiquita para entender cuánto vale verdaderamente tu palabra te somete a prueba sistemáticamente. Entonces, frente al funcionario que ante cualquier cuestionamiento sindical por una reforma responde con persecución e incluso con detenciones, y al mismo tiempo habla de democracia, pero no puede sostener la movilización como expresión genuina de la vida democrática, del reclamo, allí hay algo que está profundamente tergiversado. 

El ABC educativo

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

El profesor Gustavo Brufman alerta sobre las formas de gestionar la enseñanza que se llevan adelante en la provincia y descalifican al docente, al ponerlo en el lugar de un mero aplicador de contenidos. “Es una melange de aplicar como sea a rajatabla para conseguir resultados rápidos”, afirma.

Señala que en el trabajo de enseñar no se pueden pretender resultados “si no se parte de conocer con qué sujetos de la educación se está trabajando”, además de preguntarse cómo mejorar las condiciones de la propia práctica, recuperando las mejores experiencias históricas. “Pero esto no es nuevo –resalta Brufman– esto es el ABC de los mejores momentos de la historia de la educación argentina”.

“Por eso hablamos también de recuperar el sujeto de la praxis educativa, de perspectivas emancipatorias, de unas pedagogías que vuelvan a recuperar el pensamiento freiriano en la educación superior, que vuelvan a hablar de la construcción dialógica del conocimiento, del diálogo de saberes. Pero nada de esto aparece ni siquiera sugerido” en la provincia, advierte el profesor de la UNR.

—Convengamos que el gobernador Pullaro y el pensamiento freiriano no van de la mano.

—No, por supuesto. Pero podría tomar elementos (de ese pensamiento) para considerarlos, de alguna manera más abierta, más flexible. Pero eso no pasa. Hay como estructuras absolutas que expulsan más que lo que incorporan, que no respetan la diversidad, que homogenizan de un solo modo, de manera vertical, pretendiendo mostrar una firmeza que, a la larga o a la corta, va a mostrar su propio resquebrajamiento interno y su debilidad. Lamentablemente con mucho y más costo social.

—¿Qué te enseñó la militancia y qué la academia? 

—Cuando me recibo de profesor y de licenciado en Ciencias de la Educación abandono la universidad y me voy a trabajar al territorio, fue durante toda la década del 90. En el año 95 me convocan a incorporarme a la cátedra de la que hoy soy titular, justamente por mi experiencia en el territorio con esas niñeces que uno las enuncia como infancias populares. Lo que más me dejó es la capacidad de ponerme en el lugar del otro. De pensar la experiencia y el escenario compartido desde el lugar de las condiciones de existencia del otro. Sea adulto o sea un niñito, porque hay también que repensar un modo de descolonizar el propio modelo de dominación en el que estamos inscriptos. La educación reproduce también un adultocentrismo que no sabe escuchar al niño y a la niña; por lo tanto no permite concebirlo como protagonista de sus propios aprendizajes. Y termina casi inevitablemente haciendo una mera transferencia de conocimientos. Podés tener en cualquier etapa de tu vida, de tu formación una capacitación profesional muy importante en términos de conocimiento específico, pero muy poca capacidad frente a los escenarios cambiantes de poder adecuarlos a las condiciones de existencia, si no fuiste preparado para un pensamiento crítico que tenga esa capacidad de pensar desde el lugar del otro, y con las herramientas y las condiciones con las que el otro construye la vida cotidiana. Hay que incorporar un pensamiento dialéctico, un pensamiento crítico, reflexivo, transformador. Si algo hizo Freire, entre todas sus obras, fue ponerse como objeto de su propia reflexión, produjo libros contra libros que ya había escrito. Es decir, en un pensamiento crítico, a partir de los nuevos escenarios por los que le tocó transitar en su exilio y en su vuelta a Brasil. Y hay que entender fuertemente la incidencia de los contextos culturales, de los entornos socioafectivos. Son dos claves fundamentales para cualquier tipo de escolarización o proceso de aprendizaje, sea dentro o fuera de la escuela.
 

Fuente : redaccionrosario.com

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