Comer carne en la Argentina puede pasar de ser un privilegio a un gasto suntuoso de la mano de las políticas de liberalización de las exportaciones del sector por parte del gobierno de Javier Milei. Desde el sector apuntan que los precios locales podrían ascender a $20.000 el kg de carne, en sintonía con los precios internacionales: una estocada letal contra el poder adquisitivo de los trabajadores, y el fin de los famosos “asados argentinos”.
El dato se desprende de los cálculos difundidos por el presidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Alberto Williams, quien estimó que el precio de la carne pegaría dicho salto debido a la eliminación de las restricciones a la exportación de los siete principales cortes de consumo masivo en el país.
El gobierno acaba de dar por finalizado el Decreto 911/2021 que restringía la exportación de “reses enteras; medias reses; cuarto delantero con hueso; cuarto trasero con hueso; medias reses incompletas con hueso; y cuartos delanteros incompletos con hueso, bloqueando la exportación de los cortes parrilleros, entre ellos el asad, la falda, el matambre, la tapa de asado, la nalga, la paleta y vacío.
Desde el sector de carniceros señalan que las fuertes subas en las carnes ya están dando indicios claros de una caída más acentuada el consumo –cabe recordar que el consumo de carne fue disminuyendo en los últimos años con la caída del poder adquisitivo de los trabajadores-, que fue registrada recientemente con las compras para la celebración de las fiestas de fin de año.
De prosperar la orientación “aperturista” del gobierno nacional los resultados podrían ser prohibitivos para las familias trabajadores, eliminando completamente de la dieta las carnes, con el propósito de defender un negocio millonario de unos pocos exportadores que podrán liquidar su producción en dólares y a precios internacionales.
Se trata de un gobierno que prioriza los intereses ganaderos y los negocios exportadores por sobre las necesidades alimentarias de la población y que, literalmente, le saca la comida de la boca a los niños y familias trabajadoras. También se pone en riesgo la continuidad de miles de puestos de trabajos vinculados a la comercialización local de carnes y sus derivados.
A estas privaciones se suma la escalada inflacionaria, que ataca particularmente al consumo de alimentos, con subas de hasta el 50% en un mes en el conurbano bonaerense, y sumas promedio que se estiman en el orden del 30% para diciembre y el 20% para enero, mientras que los salarios, jubilaciones e ingresos populares se encuentran anclados y desbastados por efecto de la inflación y la devaluación.
La ofensiva antiobrera de gobierno puede derrotarse en las calles, con el paro nacional activo y un plan de acción para enfrentar a Milei y a los ajustadores. Un plan de lucha que debe oponerse a las medidas en cursos y plantear un punto de partida salarial en $500.000 de piso para toda la población trabajadora.
Fuente : prensaobrera.com
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