Explora cómo el ejercicio sostenido puede ser un aliado poderoso en la lucha contra la hipertensión, especialmente crucial a partir de la mediana edad.
Para preservar la salud cardiovascular a través del ejercicio, es esencial evitar picos de actividad física durante nuestra juventud. Investigaciones recientes apuntan a que mantener un ejercicio constante hasta la mediana edad es crucial para prevenir la hipertensión con el paso del tiempo.
No obstante, diversos factores sociales pueden influir en la facilidad con que algunas personas pueden seguir este consejo, en comparación con otras. Esto se desprende de un estudio que involucró a más de 5.000 individuos en cuatro urbes de EE. UU.
«Los jóvenes, incluyendo a los adolescentes y personas en sus veintes, suelen ser más activos. Sin embargo, estos patrones tienden a variar con la edad», comentó Kirsten Bibbins-Domingo , epidemióloga de la Universidad de California en San Francisco y coautora del estudio, en abril de 2021, cuando se publicó en la Revista Estadounidense de Medicina Preventiva.
Varios estudios han confirmado que el ejercicio disminuye la presión arterial. Sin embargo, este nuevo estudio sugiere que «mantener un nivel de actividad física durante la juventud adulta, mayor al previamente recomendado, podría ser especialmente beneficioso para evitar la hipertensión», afirmó Bibbins-Domingo.
La hipertensión o presión arterial elevada, es una condición grave que afecta a billones de personas globalmente. Puede causar ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, además de ser un factor de riesgo para desarrollar demencia en etapas avanzadas de la vida.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud , más de un cuarto de los hombres y cerca de una quinta parte de las mujeres sufren de hipertensión. Muchos no son conscientes de su condición, razón por la cual a menudo se le denomina como el «asesino silencioso».
No obstante, existen métodos para revertir la hipertensión, siendo el ejercicio uno de los más efectivos, como se destaca en este estudio.
Para la investigación se reclutaron más de 5.100 adultos, cuya salud se monitoreó a lo largo de tres décadas a través de exámenes físicos y encuestas sobre sus hábitos de ejercicio, consumo de tabaco y alcohol.
Durante cada evaluación clínica, se tomaron tres mediciones de la presión arterial, con un intervalo de un minuto entre cada una. Los datos se analizaron agrupando a los participantes en cuatro categorías, según su raza y género.
En general, tanto hombres como mujeres, en todos los grupos raciales, mostraron una disminución en los niveles de actividad física desde los 18 hasta los 40 años. En las décadas subsiguientes, se observó un aumento en la hipertensión y una disminución en la actividad física.
Los investigadores concluyen que la adultez temprana es un período crítico para intervenir y prevenir la hipertensión en la mediana edad, mediante programas de salud que fomenten la actividad física.
«Casi la mitad de los participantes adultos mostraron niveles de actividad física no ideales, lo que se vinculó fuertemente con el desarrollo de hipertensión, señalando la necesidad de aumentar el estándar de actividad física mínimo», comentó Jason Nagata, autor principal del estudio y experto de UCSF en medicina para adultos jóvenes.
Los investigadores notaron que aquellos que realizaron cinco horas semanales de ejercicio moderado durante su juventud adulta (el doble del mínimo actualmente recomendado) lograron reducir significativamente el riesgo de hipertensión, especialmente si mantenían esta rutina hasta los 60 años.
«Lograr al menos el doble de las actuales recomendaciones mínimas de actividad física para adultos podría ser más efectivo en la prevención de la hipertensión que cumplir solo con lo mínimo», indicaron los investigadores en su publicación .
Sin embargo, incrementar la actividad física semanal puede ser un desafío frente a cambios de vida significativos y responsabilidades crecientes.
«Esto puede ser particularmente cierto después del colegio, cuando las oportunidades de ejercitarse disminuyen a medida que los adultos jóvenes transitan a la universidad, el mercado laboral y la paternidad, reduciendo su tiempo libre», explicó Nagata.
El estudio también reveló diferencias notables en las trayectorias de salud entre hombres y mujeres negros en comparación con sus pares blancos. A los 40 años, los niveles de actividad física se estabilizaban entre los blancos, mientras que entre los participantes negros seguían disminuyendo.
A los 45 años, las mujeres negras mostraban tasas de hipertensión superiores a las de los hombres blancos, y las mujeres blancas tenían las tasas más bajas de hipertensión hasta llegar a la mediana edad.
Y a los 60 años, entre el 80 y el 90 por ciento de los hombres y mujeres negros sufrían de hipertensión, en comparación con casi el 70 por ciento de los hombres blancos y aproximadamente la mitad de las mujeres blancas.
El equipo de investigación atribuyó estas disparidades raciales a una variedad de factores socioeconómicos; aunque estos no se evaluaron directamente en el estudio, sí se consideró el nivel de educación secundaria.
«Aunque los jóvenes negros pueden participar activamente en deportes, factores como la situación socioeconómica, el entorno del vecindario y las responsabilidades laborales o familiares pueden dificultar la continuidad de la actividad física durante la adultez», afirmó Nagata.
Fuente : grandesmedios.com
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