El histórico preparador físico de Diego Maradona llevó el legado del Diez a una escuela de General Lagos y charló con este medio. Cuestionó al fútbol actual y al intento de avanzar con las SAD en el país.
Diego y varios compañeros del Napoli volvían de jugar un partido a beneficio de un niño sin la autorización de los dirigentes. Aquel encuentro que se jugó con doce de un lado y doce del otro, ocurrió en medio de un barrial y con los años se hizo famoso por un recuerdo fílmico que lo retrató. Unos metros más adelante del vehículo que los transportaba tras el partido, un auto volcó después de una mala maniobra. Los tres jóvenes ocupantes lastimados dudaban sobre si estaban vivos o no al ver que entre quienes los ayudaban a sacarlos del coche se encontraba Dios.
Esta anécdota –como la respuesta a por qué convocó a Ariel Garcé a último momento para jugar el Mundial de Sudáfrica en 2010, la relación con Daniel Passarella, el bidón del cual bebió el brasileño Branco en el Mundial de Italia 90, entre muchas más– la contó Fernando Signorini, histórico preparador físico de Diego Maradona, en su paso por General Lagos. Pero el Profe no sólo cuenta recuerdos, sino que se posiciona política e ideológicamente: defiende el fútbol ante el avasallamiento del mercado, habla de política, de lo que considera correcto, con sus palabras milita por una sociedad mejor y hasta manda a la concha de la lora a Eduardo Feinmann cuando éste lo invita a su programa. A las y los integrantes del programa Noticias Piratas (los sábados, de 13 a 15, en Radio Sí 98.9) no nos mandó a ese lugar y habló.
Con una gorra de la escuela de entrenadores Cesar Luis Menotti y sin ocultar su devoción por las papas fritas, Signorini sostuvo que él habla de Diego y no de Maradona, y marcó la diferencia entre el nombre y el apellido: “Diego era un chico divertido, pícaro, atorrante. Él tenía una enorme ternura en el trato con su familia, con sus amistades, pero ese era el personaje que estaba dentro de los límites de su intimidad. Ahora cuando salía fuera de ella sufría la metamorfosis y se transformaba en ese personaje que tuvo que crear para estar a la altura de todas las expectativas”.
Con voz pausada y detalles ante cada relato, contó que con el carisma, el carácter, lo contestatario ante el poder y el no callarse ante las injusticias, Diego construyó a Maradona. “Fue realmente una persona muy especial en esta época del mundo en que todos parecen ovejas de un rebaño que se dejan dominar mansamente de modo sumiso por el poder de turno, por el sistema”, se posicionó.
Invitado por la Escuela Sara Bartfeld Rietti, institución educativa perteneciente a la Universidad Nacional de Rosario ubicada en la vecina localidad de General Lagos, a charlar con las y los alumnos del nivel secundario, se sumergió en el tema de los que adolecen. Considera Signorini que el fútbol actual es mucho más peligroso con los pibes que un par de décadas atrás, que se ponen demasiadas exigencias sobre ellos, “porque; según dicen estos miserables; que el segundo no existe, que el segundo es el primero en ser olvidado, que hay que ganar de cualquier manera”.
Con indignación renegó porque los mecanismos del Estado no intervienen poniendo un límite a los contenidos. Y se explayó argumentando que en divisiones menores, de edades tempranas –16, 17 años–, hay partidos que se juegan por dinero, hay apuestas, peleas brutales entre los padres, que insultan no sólo a los jugadores del equipo contrario, sino a sus propios jugadores o a sus propios hijos en caso de que el resultado no sea favorable.
“Yo creo que el sistema, como siempre, detecta argumentos para manejar a las masas, para manipularlas, para estupidizarlas, para frivolizarlas y ha encontrado campo fértil en el fútbol”, consideró. Y agregó al respecto: “Hay chicos que han decidido poner fin a su vida porque no se sintieron a la altura de lo exigido. Por eso, si el deporte sirve para eso, no sirve para nada. Como decía Menotti: El deporte debe ser una maravillosa excusa para ser feliz, un argumento fantástico para llevarnos a quienes estamos en él a estar junto a los padres, profesores, maestros para que el niño sea el mejor individuo que la sociedad espera, necesita o reclame”.
Signorini sostiene que hoy los chicos están inundados de estímulos que le llegan de todos lados debido a los avances tecnológicos sin tiempo para procesarlos. Sin embargo, cree que hay valores que tienen que ver con la esencia del ser humano, el cariño, el afecto sincero y genuino que perduran. “Por más que hayan nacido en una época como esta, son sensibles, les encanta que le digan las cosas que en los medios no se dicen, les encanta que los dejen hablar, que los dejen participar”, argumentó.
El Profe, que decidió preparar a Maradona en un campo a 40 kilómetros de Santa Rosa, La Pampa, para el Mundial de 1994, no sabe con qué derecho o arrogancia las generaciones pasadas se atreven a imponer sus verdades cuando el presente deja tanto que desear. Y acto seguido, les habla como si hubiera miles de pibes y pibas escuchando: “No sean sujetos pasivos en la vida”.
“Puede ser un milagro –dijo Fernando como si lo hubiera pensado en ese momento– que en el mismo personaje esté el talento, la magia, el genio, la rebeldía, el carisma, uf. Son demasiadas cosas juntas”. Y agregó a su análisis que hoy los jugadores profesionales saben que el serrucho del poder sigue afilado y que a quien sea capaz de revelarse también le pueden cortar las piernas.
Además, añadió que el miedo, desde hace mucho tiempo, es el argumento que utiliza el sistema para manejar a la sociedad. “Miedo a no llegar, a no poder concretar lo que otros ponen como meta. Porque la sociedad, y principalmente las hinchadas de fútbol, se están acostumbrando a poner las expectativas en el otro. Les exigen a los jugadores cosas que no se exigen ellos mismos, porque si se exigieran a ellos mismos la misma perfección que le exigen a los jugadores de fútbol esto sería Noruega, por lo menos, y no es ni la Argentina que alguna vez conocí”.
Ante el intento del gobierno nacional de instalar Sociedades Anónimas Deportivas en el país, Fernando Signorini no saca los pies del plato: “Han encontrado una especie de lavarropas, son así de miserables, son pobres tipos con mucha plata, profundamente incultos. Desprecian una construcción tan fantástica como es el fútbol”. Sin embargo, confía en las y los socios, por lo tanto, cree que no pasarán, que está demasiado arraigado ese sentimiento de pertenencia.
“Esos clubes ocupan, de alguna manera, el lugar que el Estado deja vacío. Porque el fútbol parece sólo interesar cuando algunos de estos chicos, que cuando están en sus lugares de origen son despreciados y son ignorados, por negritos villeros, después vienen con un título e interesan”, reflexionó.
En un viejo reportaje, en el cual le preguntaron sobre Cuba, Diego afirmó: “Me ayudó muchísimo Fernando Signorini, que quiero recordarlo porque fue mi preparador físico, pero fue un consejero muy grande a través de toda la cultura que él tiene”.
No hay dudas, Diego. Y sostiene tu bandera, que es la de todos y todas.
Fuente : redaccionrosario.com
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