El 26 de mayo de 2004 José Luis Díaz, sargento de la Policía Bonaerense, fusiló al joven víctima de la violencia institucional. Antecedentes, prisión domiciliaria y una pena irrisoria. Agencia Paco Urondo dialogó con Nicanor, padre de Cristian. "No es sólo que no van presos como deberían, salvo muy pequeños casos, sino que permanecen en la institución formando a otros policías. Los premian con aumentos de sueldo y con ascensos".
VIOLENCIA INSTITUCIONAL //// 26.05.2021
17 años del fusilamiento de Cristian Bogado: “La pena que le dieron a su asesino fue un desprecio total hacia nosotros”
El 26 de mayo de 2004 José Luis Díaz, sargento de la Policía Bonaerense, fusiló al joven víctima de la violencia institucional. Antecedentes, prisión domiciliaria y una pena irrisoria. Agencia Paco Urondo dialogó con Nicanor, padre de Cristian. "No es sólo que no van presos como deberían, salvo muy pequeños casos, sino que permanecen en la institución formando a otros policías. Los premian con aumentos de sueldo y con ascensos".
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Por Diego Moneta / Foto: CORREPI
El 26 de mayo de 2004 Cristian Marcelo Bogado, de 20 años y con un hijo de meses, fue asesinado por el sargento José Luis Díaz, integrante del Comando de Patrullas de la Policía Bonaerense en la zona de Villa Tesei, Hurlingham. Cristian vivía con su padre Nicanor, su madre Zunilda y su hermana Lucía. Había terminado de trabajar y se encontraba en un pool cuando cuatro personas, que ya habían ingresado al local, le pidieron que se subiera a un Ford Escort. Según su familia, estaba apurado para ir a lo de su novia, y el encargado del lugar confirmó que le dijo que no iba a tardar demasiado, por lo que le pidió que le cuide regalos para su nene.
Cerca de la medianoche, el Ford Escort fue detenido por el Comando de Patrullas, que identificó al coche como robado, y los uniformados hicieron bajar al quinteto de personas que iba dentro, para acostarlos sobre el asfalto. Bogado fue esposado y agredido gravemente, mientras explicaba arrodillado que no tenía nada que ver con la situación. El sargento Díaz, que ya tenía antecedentes por lesiones, amenazas y daños, lo fusiló de un tiro en la nunca. El oficial fue identificado por un vecino, que luego fue presionado por la fuerza de seguridad.
A partir de entonces, las versiones policiales se contradijeron. Por un lado, describieron un tiroteo inexistente que, casualmente, fue levantado por un matutino digital que daba como fuente a la propia fuerza. Al mismo tiempo, negaban tener información sobre Cristian hasta que ocho horas después la familia logró dar con el cuerpo de su hijo. Por otro lado, y esta fue la aportada a la causa, sostiene que Bogado se abalanzó sobre un uniformado y que, en medio del forcejeo, a éste se le disparó el arma. La bala rebotó en el piso y una esquirla le pegó al joven en la nuca. Fue descartada por la autopsia.
El caso generó indignación y organización por parte de los vecinos ya que no era ni fue el único en la zona de Villa Tesei con intervención de la Policía Bonaerense. Un año antes, a tres cuadras de la casa de la familia Bogado, fue asesinado Rodrigo Corzo y los responsables simularon una persecución. El oficial Cristian Solana estuvo menos de diez años detenido y su cómplice, Ariel Nuñez, fue juzgado nueve años después tras haber estado prófugo. Más adelante, otro joven fue fusilado de un escopetazo por la espalda. Los agentes policiales, Sergio Daniel Nogueira y Marcos Rubén Rojas, plantaron un revólver que no servía para alegar un enfrentamiento. Ambos continuaron prestando servicio.
El proceso judicial
Pasaron tres años hasta el inicio del juicio, al que Díaz llegó procesado por homicidio calificado y con prisión domiciliaria, beneficio que recibió en agosto de 2004. Una testigo de identidad reservada declaró que había golpeado a la víctima con el arma, que tenía el dedo en el gatillo mientras el joven estaba tirado en el piso y que otro de los oficiales le indicó que lo llevara a un hospital alegando que se había muerto en el camino. El otro factor, además de todas las pericias, fue que Díaz no estaba en inferioridad numérica.
El fiscal Bernardo Kipper y los padres de la víctima, representados por María del Carmen Verdú y Silvia Góngora, de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), pidieron prisión perpetua. Las abogadas reclamaron, además, considerar el caso un crimen de Estado, en base al fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso de Walter Bulacio, y solicitaron que la condena sea de cumplimiento efectivo inmediato. La defensa de Díaz requirió la absolución o una pena mínima por homicidio culposo.
En ese último sentido fue la sentencia del 10 de octubre de 2007. El Tribunal Oral Criminal N° 2 de Morón, integrado por Susana Beatriz Ragonese, Osvaldo Fabián Cedarre y Aníbal Víctor Termite, consideró a José Luis Díaz autor penalmente responsable de “homicidio culposo” y lo condenó a tres años de prisión, además de prohibirle por el plazo de dos años la portación de arma. Los antecedentes no fueron incorporados al expediente y, como la pena era inferior al tiempo que llevaba apresado en su domicilio, recuperó su libertad. AGENCIA PACO URONDO diálogo con Nicanor, padre de Cristian y militante de CORREPI, a 17 años del asesinato del joven.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué significa un nuevo aniversario del asesinato?
Nicanor Bogado: Cristian Marcelo fue fusilado por la institución policial y el que apretó el gatillo fue José Luis Díaz. Está en nuestra memoria en forma continua y permanente. En estos días que se cumple otro nefasto, triste y repudiable aniversario nos ponemos muy mal. Por eso nos organizamos en forma colectiva para, entre otras cosas, visibilizar lo que le pasa a nuestro pueblo. Su asesinato es parte del crimen de lesa humanidad que ha cometido, comete y seguirá cometiendo el sistema capitalista junto al Estado represor.
APU: ¿Cómo evalúa todo el proceso judicial?
NB: Después de mucha lucha logramos sentarlo a Díaz en el banquillo, pero le dieron una pena irrisoria. Para nosotros fue un desprecio total. No es sólo que no van presos como deberían, salvo muy pequeños casos, sino que permanecen en la institución formando a otros policías. Los premian con aumentos de sueldo y con ascensos. No son trabajadores, son conscientes y voluntariamente represores estatales. Por eso decimos: todos nuestros seres queridos que cayeron muertos por la represión estatal, presentes, ahora y siempre. No olvidamos, no perdonamos ni nos reconciliamos.
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