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El presidente tumbo la ley de financiamiento Vetorcido


07-10-2024 11:50:53
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Otra enorme marcha se expresó a favor de la educación universitaria pública. Milei ve curros donde la comunidad encuentra chances de ascenso social. El negocio de la grieta y el “golpe” de Bullrich.

La multitudinaria segunda marcha federal en defensa de la educación superior y de la ley de financiamiento aprobada por el Congreso para tal fin, revela que el mito de la universidad pública como un espacio más o menos policlasista que permite el ascenso social aún tiene un peso relativamente significativo en el ideario nacional. Ese valor simbólico –y el prestigio de la mayoría de las casas de estudio– explica que más de un millón y medio de personas se movilizara el miércoles en distintas ciudades del país por un problema que afecta a unos 2,5 millones de estudiantes, mientras que el veto a la ley de mejora del haber jubilatorio, que involucra a unos 7,5 millones de argentinos, concite similar indignación, pero menos poder de movilización popular. A pocas horas de concluida la marcha, el presidente Javier Milei firmó el veto de la ley de financiamiento del sistema universitario, cuyo impacto en el PBI es de 0,14 por ciento. Lo que demuestra que lo que está en juego no es sólo el dogma oficialista del “déficit cero”, puesto que el proyecto de Presupuesto 2025 prevé una recaudación menor por el llamado “gasto tributario” –beneficios impositivos a empresas– equivalente al 3,54 por ciento del PBI, sino de una pulseada política en la que el Gobierno “libertario” busca impedir el ascenso de un poder opositor a su rumbo único de equilibrio fiscal a como dé lugar.

Medio triunfo

Hasta el décimo mes de su gobierno, Milei consiguió en buena medida que se convierta en una idea más o menos indiscutible que no debe existir ni un centavo de déficit fiscal. El mensaje –que prendió hacia adentro de la sociedad argentina– está orientado, en realidad, hacia afuera. Puntualmente a los acreedores externos de deuda pública y a los organismos multilaterales de crédito que pretenden cobrar la friolera de dólares que el gobierno de Mauricio Macri obtuvo, fundamentalmente, del FMI.

De hecho, el proyecto de Presupuesto que el propio presidente presentó al Congreso, contempla que cualquier gasto extra primero debe asegurar que no desequilibre el superávit necesario para pagar la deuda. Es decir, los acreedores están primero en la fila, y van a cobrar aún con la sangre de los jubilados o la ausencia de luz en las aulas de las universidades.

Sin embargo, la idea de que “no se puede gastar más de lo que entra” –ostensiblemente falsa tanto en la economía doméstica donde las familias se financian con tarjetas de crédito como en la hacienda de una Nación– que tanto caló en el último tiempo en la conversación social, muestra signos de resquebrajamiento a la hora de la selección de los objetos de ajuste.

Foto: Julia Oubiña | El Eslabón/Redacción Rosario

Un relevamiento de la consultora de Hugo Haime señala que el 69 por ciento de los encuestados está en contra de que Milei vete la ley de financiamiento para la educación superior, cosa que de todos modos hizo.

Pero ese universo de consultados no se identifica con la idea del “degenerado fiscal”: cree que efectivamente se deben ajustar las cuentas públicas, pero en otras partidas y no en las destinadas a las universidades, cuyo prestigio y valor simbólico abrazan, particularmente los golpeados integrantes de las clases medias urbanas.

La multitudinaria marcha del miércoles, eco de la del 23 de abril por el mismo asunto, es una muestra de que la fijación oficial por lo fiscal no cala en toda la comunidad, cuando las víctimas son socialmente valoradas.

No soy yo, son ellos

En la previa a la multitudinaria marcha en defensa de la educación pública y contra el veto presidencial, el ecosistema de medios oficialistas y las redes sociales en las que los hermanos Karina y Javier Milei creen que se juega parte de su poder, hicieron lo de siempre: mentir, atacar, emplear lo que el Presidente llama falacias ad hominem. Es decir, no discutir argumentos sino descalificarlos según quién los presente. En forma sencilla, evitar el debate sobre el sistema universitario y sus pliegues, para apuntar a “los comunistas”, los “kukas”, etcétera, que lo defienden.

Durante la marcha, los principales canales de noticia por cable adheridos al gobierno libertario mostraron imágenes del ex candidato presidencial Sergio Massa canturreando junto a Guillermo Moreno.

También hicieron hincapié en dirigentes sindicales –largamente construidos en la semántica dominante como seres horribles–, militantes políticos y de organismos defensores de los Derechos Humanos, a modo de muestra más efectiva de las falacias ad hominem. No importa lo que digan o lo que reclamen, son “ellos” quienes lo hacen.

De Mauricio Macri, creador del “curro” de los derechos humanos, nació el retoño libertario que fundó el “curro” de los jubilados, los universitarios, los trabajadores del sector público, el feminismo, la ciencia y un largo etcétera.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se sumó a lo que considera una operación para desprestigiar la marcha universitaria. En la previa, dijo que ya no se trataba sólo de una movilización de esa comunidad, agredida por el Gobierno, sino que “ahora se han sumado muchos grupos, Cristina Kirchner, La Cámpora, los sindicatos”.

De esa manera, consideró que la unidad de quienes se oponen a las políticas desfinanciadoras de la Casa Rosada, “se ha convertido en un cambalache”. Con la irresponsabilidad de otras oportunidades, Bullrich comunicó un día antes de la movilización que “hemos cambiado el protocolo que íbamos a utilizar a partir de esta situación de todos estos grupos, que están planteando un golpe” de Estado. La banalización de un acontecimiento tan grave en un país que sufrió seis interrupciones de procesos constitucionales durante el siglo pasado, se licúa en un gobierno cuyos diputados visitan en las cárceles a genocidas condenados por delitos aberrantes. Pero no le resta trascendencia.

Temores

El veto a la ley de financiamiento de la educación superior, que no sólo garantizaba recursos razonables para el funcionamiento de las universidades sino una recomposición modesta de los salarios de docentes y no docentes no revela –en un principio– la fortaleza de los hermanos Milei. De hecho, el gobierno no tiene garantizado en Diputados los votos para que no se rechace la medida presidencial.

Por el contrario, señala el temor que los libertarios le tienen a la calle, que Bullrich pretende barrer con protocolos que se vuelven letra muerta cuando cientos de miles se arrojan al ejercicio democrático de peticionar ante las autoridades.

A la primera y multitudinaria marcha federal, del 23 de abril, Milei llegó con sus frases habituales: “La educación pública ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente”; o “a ver la cartita de los salamines hipócritas y mentirosos que niegan adoctrinamiento y persecución pero que casualmente son enemigos de las ideas de la libertad”.

Entonces, luego de la imponente movilización popular, retrocedió unos pasos y publicó un texto en X titulado “Causas nobles. Motivos oscuros”. Ya los lavadores de cerebros adquirían rasgos de nobleza en sus postulados, pero existían razones opacas detrás del legítimo reclamo.

Algo similar hizo ahora: “Si para enfrentar a uno solo tenés que juntarte con un montón de impresentables prostituyendo una causa noble (en este caso en una forma de ocultar la corrupción de los chorros de siempre) eso es una mayúscula muestra de debilidad y cobardía”, escribió en X. ¿La soledad del poder? ¿Realmente creerá que un presidente es “uno solo”?
 

Fuente : redaccionrosario.com

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