El discurso "I Have a Dream", ha sido catalogado como uno de los discursos políticos más trascendentales de la lucha pacífica en EE.UU.
Hasta su asesinato, el 4 de abril de 1968, el reverendo Martin Luther King fue un incansable luchador contra el racismo y a favor de los derechos sociales de las minorías en Estados Unidos (EE.UU.), cuyos principios mantienen vivos millones de personas en el mundo.
En el aniversario 53 de su asesinato, el doctor King, como también se le conoce, fue una de las figuras más influyentes del siglo pasado. Ganador del premio Nobel de la Paz por su labor en pro de los derechos civiles, dejó un importante legado.
Así lo reconoció, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres durante un mensaje oficial a propósito del cincuenta aniversario de su deceso. En la mencionada oportunidad lo reconoció como "uno de los gigantes de la moral del siglo XX".
“Dedicó su vida a la igualdad, la justicia y el cambio social pacífico. Décadas después de su muerte continúa inspirando a todos aquellos que luchan alrededor del mundo por los derechos humanos y la dignidad humana frente a la opresión, la discriminación y la injusticia”, dijo Guterres.
El titular de la ONU aseguró que su trabajo y sus pronunciamientos en contra de la discriminación y en favor de la justicia social y las virtudes de la diversidad son más relevantes que nunca. A propósito, teleSUR, se aproxima a cuatro de sus sueños, que forman parte de su legado.
Su activismo en contra de la discriminación racional despuntó cuando se integró a las manifestaciones que alentaron el llamado boicot de autobuses de Montgomery, una campaña de un año de duración que se desencadenó cuando la costurera Rosa Parks fue arrestada después de negarse a ceder su asiento en un autobús a un pasajero blanco.
Después de que la Corte Suprema anulara las leyes de segregación de los autobuses de Alabama en 1956, King cofundó la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano y fomentó la acción no violenta a favor de los derechos civiles en todo el sur de Estados Unidos.
Cuando en 1963 fue arrestado y encarcelado por su participación en protestas en Alabama, “probablemente la ciudad más segregada de los Estados Unidos”, según el propio King, se radicalizó su compromiso con la desobediencia civil pacífica contra las leyes injustas de segregación racial.
Luego, se multiplicaron las manifestaciones y organizaciones de activismo político en defensa de los derechos civiles y en contra de las leyes Jim Crow, promulgadas por las legislaturas estatales blancas a lo largo y ancho de los Estados Unidos, de San Francisco a Nueva York.
Martin Luther King abogó por promover el activismo político no violento, uno de los aspectos más importantes dentro de su legado, lo cual lo diferenció de otros movimientos antirracistas liderados por las Panteras Negras y la Nación del Islam, partidarios de acciones más contundentes.
En unas declaraciones durante su visita a la India en 1959, King dijo: “Hoy ya no tenemos una opción entre la violencia y la no violencia; es la no violencia o la inexistencia”. Su filosofía se inspiró en la acción no violenta de Gandhi para terminar con el dominio británico en la India.
Debido a eso, expertos de su obra advierten que King inspiró a otros a cambiar sus sociedades a través de medios no violentos, como la lucha de Nelson Mandela para terminar con el apartheid en Sudáfrica.
Con respecto a la libertad religiosa, el doctor King, consideraba que para que la iglesia cumpliera su misión en la sociedad necesitaba ser libre, lo cual era posible si los poderes políticos y religiosos son independientes. “La iglesia debe recordar que no es el amo ni el sirviente del Estado, sino la conciencia del Estado. Debe ser la guía y la crítica del Estado, y nunca su herramienta", opinaba.
Esta separación significa que los Gobiernos no pueden imponer a las iglesias lo que han de creer o enseñar, ni puede silenciar las voces de los que defiendan causas conforme a sus conciencias religiosas.
Además, que las comunidades y personas de fe no deben imponer sus valores y convicciones religiosas sobre el conjunto de la sociedad a través del Estado.
El 28 de agosto de 1963, se reunieron más de 250.000 personas en una marcha por la libertad y el empleo que tomó las calles de Washington (capital estadounidense). En esa oportunidad, King pronunció el discurso "I Have a Dream", catalogado por los historiadores como uno de los discursos políticos más sublimes y trascendentes de la historia de Estados Unidos y de la lucha pacífica.
Luther King inició su discurso haciendo referencia al trascendental Decreto sobre la Emancipación que, en aquel momento cumplía 100 años de haber sido firmado por el presidente Lincoln y que significó la llegada de “un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio”.
Sin embargo, añadió, “cien años después, el negro aún no es libre… y se encuentra desterrado en su propia tierra…” Pese a que en la Constitución de los Estados Unidos y en la Declaración de Independencia figuraba explícitamente “la promesa de que a todos los hombres les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
En 1964, el entonces presidente Lyndon Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles que prohíbe la discriminación en el empleo, alojamientos públicos y otros aspectos de la vida. King asistió a la firma de la ley, y en el mismo año recibió el Premio Nobel de la Paz.
Durante los años siguientes continuó presionando para que una nueva ley garantizara que no se podía negar a los negros el derecho a votar con prácticas discriminatorias, tales como exámenes de alfabetismo. En 1965, Johnson firmó la Ley de Derecho al Voto.
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