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“La lógica del voucher es que cada niño tiene un valor”, alertó la educadora chilena Romina Díaz, al referirse a los riesgos de avanzar con medidas que responden al mercado educativo.

Díaz es magíster en psicología educacional por la Universidad de Chile, actualmente cursando el doctorado en sociología clínica en La Sorbona (Universidad de París). Las afirmaciones las compartió en una entrevista realizada por el director del Laboratorio de Sociología Clínica de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Julio Luna.

La especialista chilena recordó -en ese intercambio con el profesor Luna- que la implementación de la política educativa de los vouchers se basa en una lógica de mercado: el financiamiento que se necesita está en relación con la matrícula de estudiantes. Lo cual trae como consecuencia que las instituciones con pocos alumnos empiecen a funcionar mal, no porque la escuela sea mala, sino porque no tienen todos los materiales que necesitan para desarrollar las actividades. El presupuesto con el que se trabajan es muy escaso; por ejemplo, en escuelas que están en contexto rural, de acuerdo a la lógica del voucher, el dinero que recibe no está planteado en base a las necesidades, sino en la cantidad de alumnos con la que cuenta la escuela, por lo que los ingresos son más que insuficientes.

Para cualquier ciudadano chileno en condiciones de vulnerabilidad que pretenda estudiar en la Universidad es altamente probable que le vaya pésimo. Las calificaciones favorecen a los que tienen un nivel de vida alto. Los que no tienen la posibilidad de pagar los estudios universitarios pueden acceder al Crédito Aval del Estado (CAE), que implica endeudarse por 40 a 45 años, quedando en un Registro de Deudores, siendo un costo equivalente al de una vivienda.

Fuente : redaccionrosario.com