La menor tiene ocho años, pesa 12,5 kilos y padece malaria, neumonía y verminosis.
Indígenas yanomamis en el estado de Roraima, Brasil. 1 de julio de 2020.Adriano Machado / Reuters
El esquelético cuerpo de una niña yanomami reposa en una hamaca en una aldea en el estado de Roraima, en Brasil. Apoya su cabeza sobre sus escuálidos brazos y sus costillas sobresalen a causa de una desnutrición crónica. Tiene ocho años, pesa 12,5 kilos y padece malaria, neumonía y verminosis.
Su foto fue divulgada por el misionero católico Carlo Zacquini, que trabaja con los indígenas yanomamis desde 1968, y el diario Folha de Sao Paulo se hizo eco de ella. La niña pertenece a la comunidad de Maimasi, una región de difícil acceso de la selva amazónica, y su imagen ha puesto en evidencia la falta de asistencia médica en el Territorio Indígena Yanomami, donde viven cerca de 20.000 indígenas, incluidas comunidades aisladas.
Fotos assim eram comuns dos anos 90 pra trás e estão voltando a ser realidade em pleno 2021. Todos os avanços que tivemos como sociedade e como nação foram destruídos rapidamente. Nada disso é justo, não há alegria e satisfação alguma em ser brasileiro no momento.📷Carlo Zacquini pic.twitter.com/zbwpFQ8o3l
— Seu Lunga (@seulunga2020) May 10, 2021
Según un estudio realizado por Unicef en colaboración con la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) en las aldeas de Auaris y Maturacá, un 81,2 % de los niños yanomamis menores de cinco años sufren desnutrición crónica, un 48,5 % desnutrición aguda y un 67,8 % tienen anemia.
Los habitantes de Maimasi, que atraviesa un brote de malaria, estuvieron seis meses sin asistencia sanitaria. Cuando por fin vieron llegar a un equipo médico, este no tenía suficientes medicamentos. Dário Kopenawa Yanomami, vicepresidente de la Asociacion Hutukara Yanomami (HAY), acusa a los mineros ilegales de contaminar con mercurio sus ríos, así como ser los causantes del avance de la malaria y de otras enfermedades, como el covid-19.
Desde el año pasado, los indígenas denuncian los contagios por coronavirus a través de los buscadores de oro y advierten del peligro que esto supone debido a su extrema vulnerabilidad ante el virus. La Articulación Brasileña de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) calcula que desde el inicio de la pandemia ya son más de 38.500 indígenas contagiados y 932 los fallecidos.
Dos días después de la visita a Maimasi, el 23 de abril, la menor que aparece en la fotografía fue trasladada junto a su familia a Boa Vista, capital de Roraima.
"La niña está siendo tratada y su estado de salud es estable", explicó el Ministerio de Salud. Por su parte, el Distrito Sanitario Especial Indígena Yanamami (Dsei) negó a G1 que falten medicamentos.
Sin embargo, en una carta, el misionero relata que varios puestos de salud han sido abandonados en la zona y que en el Dsei de Boa Vista faltan profesionales, medicamentos y gasolina. Desde hace varios meses, según él, se desplazan a las aldeas con las canoas de los propios yanomamis.
Zacquini cuenta que el equipo médico que llegó a Maimasi también se trasladó a pie hasta otras aldeas y en una se encontró con un grupo de yanomamis que despedía en un ritual funerario a un menor que murió sin recibir asistencia médica.
El misionero recuerda que los indígenas se enfrentan a las constantes invasiones de los mineros ilegales, alentados por el discurso del presidente Jair Bolsonaro a favor de la explotación de las áreas protegidas. El año pasado, en plena pandemia, la deforestación aumentó un 30 %. Fueron 2.400 hectáreas devastadas, lo que equivale a cinco campos de fútbol.
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