La soberanía es la posibilidad concreta que tiene un pueblo de ejercer autoridad sobre sus territorios. ¿Cómo se logra soberanía en tiempos de globalización y capitalismo informacional? ¿Es posible garantizar la inclusión digital con recursos propios?
La soberanía tecnológica es una corriente que se inspira en movimientos como el software libre o la economía social, para postular un empoderamiento colectivo en el ámbito de las tecnologías. De esto resultan clave una ciudadanía consciente y responsable en su utilización así como la creación de alternativas autogestionadas en las telecomunicaciones, la informática de usuario, plataformas móviles y redes sociales, y sobre todo un rol activo por parte de los Estados para garantizar la conectividad y la protección de datos.
El sistema operativo libre Huayra GNU/linux, incluido dentro de un plan educativo de alcance nacional y el proyecto de desarrollo de una Nube Pública, para mantener datos y transacciones digitales estratégicas en territorio argentino son dos importantes avances en términos de soberanía tecnológica.
El presidente Alberto Fernández, junto al ministro de Educación Nicolás Trotta, anunció la puesta en marcha del Plan Federal Juana Manso que, con una inversión de 20 mil millones de pesos, brindará 633 mil notebooks a estudiantes de escuelas secundarias de todo el país.
La prioridad para la entrega de computadoras la tendrán los establecimientos con alumnos que han tenido baja o nula continuidad pedagógica en 2020, y la distribución comenzará en aquellas provincias de menor nivel socioeconómico, y con mayor porcentaje de estudiantes desvinculados a raíz de la pandemia.
El plan incluye formación docente, una plataforma federal educativa que permitirá la creación de aulas virtuales y una primera entrega de 80 mil equipos en julio, que continuará con nuevas entregas cada 30 días.
Las computadoras funcionan con la última versión del sistema operativo Huayra GNU/Linux, desarrollado por Educ.ar Sociedad del Estado. El proyecto de este sistema libre arrancó en 2012 en el marco del programa educativo Conectar Igualdad, primero con una versión de prueba y luego fue incorporado junto a Windows. De este modo las netbooks contaban con un doble arranque que hacía posible elegir entre Huayra –que significa “viento” en quechua– y el sistema operativo de Microsoft.
En 2016, el Conectar Igualdad fue desmantelado por el gobierno de Mauricio Macri y el viento dejó de soplar. Esta decisión ahondó la brecha digital que atraviesa a todo el sistema educativo con la pandemia de coronavirus. Durante el macrismo no hubo más que “anuncios rimbombantes de negocios con privados, cero desarrollo local y cero construcción federal”, afirma Javier Castrillo, integrante del equipo de desarrollo de Huayra.
“A una escuela le llegaban tres drones y una Raspberri (computadora de bajo costo), a otra un aula móvil, a otra un robot y dos medialunas… Un festival decadente de recursos públicos negociados con las corporaciones y con cero impacto educativo”, ironizó Castrillo.
Juana Manso retoma elementos del programa educativo desguazado por el macrismo y se presenta como un plan de inclusión digital para fortalecer la igualdad educativa en todo el país. A diferencia de las netbooks precedentes, estos dispositivos serán mucho más potentes y funcionarán exclusivamente con el sistema operativo Huayra.
Se trata de notebooks de 13 pulgadas, con disco sólido de 256 gigas, con 4 gigas de memoria RAM, microprocesador y chipset Intel, con puertos USB, ranura para tarjetas SSD y conexión HDMI. La fabricación de estos dispositivos generará 2 mil puestos de trabajo y se llevará a cabo en plantas ubicadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Rosario y las provincias de Tierra del Fuego y de Buenos Aires.
Huayra 5.0 está basado en la distribución Debian GNU/Linux y es “el primer sistema operativo libre desarrollado por el Estado Nacional que incluye una selección de software ideal para el trabajo en clase y mucho más”, según el sitio web oficial huayra.educar.gob.ar. Las notebooks contienen recursos educativos y aplicaciones para oficina, manejo de redes sociales, reproductores multimedia, agenda, calendario, navegador de internet y compatibilidad asegurada con servicios de streaming de películas o música. Huayra brinda una amplia gama de programas y contenidos, y está concebido para ser funcional incluso en lugares donde no hay acceso a internet.
¿Qué implica que el sistema operativo sea software libre? Además del ahorro económico que implica que el Estado no pague licencias para hacer funcionar las computadoras, está la posibilidad de adaptación a las necesidades concretas de la comunidad educativa.
Javier Castrillo señaló hace tiempo en una entrevista “más que aprender a utilizar tal o cual programa puntual, tenemos que animarnos a formar hackers, sujetos activos y críticos que puedan pararse desde cierta distancia pedagógica frente a las tecnologías y «hackearlas», en el sentido de encontrarle la vuelta y trastocar esa relación entre los objetivos para los cuales fue creada o es usada cotidianamente y lo que necesitamos en nuestros proyectos”.
La “computación en la nube” (o en inglés cloud computing) implica la utilización de diversos recursos que no se encuentran almacenados dentro de una máquina particular sino en servidores remotos a los que se accede a través de Internet, con distintas posibilidades y prestaciones de acuerdo al presupuesto. La nube no es otra cosa que software que funciona a través de la web.
El desarrollo de una Nube Pública Nacional es un tema central para pensar las capacidades tecnológicas del Estado, y es en ese sentido que la Secretaría de Innovación Pública lanzó a principios de marzo una consulta para considerar aportes, ideas, experiencias y recomendaciones para su concreción.
Entre los aportes que surgieron se destaca un proyecto presentado por “actores de diversas organizaciones del quehacer tecnológico nacional, mujeres y hombres con décadas de experiencia profesional en tecnologías informáticas y su relación con el desarrollo nacional”.
Leandro Monk, de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (Facttic), Fernando Schapachnik, de la Fundación Sadosky y Mariano Zukerfeld y Andrea Díaz, entre otros y otras docentes de UBA-Conicet y más instituciones, firman la iniciativa.
El proyecto contempla el desarrollo de una Nube Híbrida Nacional: soberana, libre, interoperable y con desarrollo local, y según quienes lo presentan “permite pensar la importancia de la independencia tecnológica para tener un control real sobre las tecnologías y por lo tanto sobre las capacidades del Estado. Implica que el Estado debe tener control legal, intelectual y operativo de la infraestructura informática y el software que es crítica para la gestión de políticas públicas”.
De acuerdo con el proyecto, gobiernos provinciales y municipales u otros organismos públicos que no cuenten con infraestructura propia podrán “maximizar sus recursos digitales”. En este mismo sentido, y entre múltiples aspectos, los centros de investigación y universidades podrán “desarrollar investigación con grandes procesamientos de datos” sin recurrir a tecnologías foráneas reduciendo sustancialmente la erogación de divisas. La iniciativa además apunta a “incorporar a las pymes y a las cooperativas que se dedican a las telecomunicaciones y cubren una importante zona del país”.
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