APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con Diego Rossi. A raíz de la presentación de la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales del Ministerio de Cultura de la Nación, el asesor del bloque legislativo del Frente de Todos analizó la situación en materia de políticas públicas de comunicación y cultura.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo ve la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales llevada a cabo por el Ministerio de Cultura de la Nación?
Diego Rossi: Primero, me sorprende gratamente que un organismo público pueda dedicarse a esto. Al macrismo se le pasó desfinanciarlo más. Es la tercera edición de la encuesta, es una política de Estado que empezó en el Ministerio, siguió en 2017 y ahora 2022. Es muy seria, la hacen universidades públicas en todo el país, más de tres mil casos. Lo que más te llama la atención es que queres saber más, algún desagregado por región o mayores definiciones.
Por otro lado, cualquier tipo de encuesta es usado por algún tipo de decisor o incididor. El uso del dato o la investigación para fundamentar políticas públicas. Eso me parece fundamental. Hoy, en nuestro país, coyuntura y movimiento, poder generar una política de comunicación y cultura y que nuestros dirigentes, pibes y pibas estemos pensando qué cruces hay es importante. Creo que no todos los funcionarios están a la altura, lamentablemente, del pensamiento de las estrategias y formatos de las nuevas audiencias y lo que tiene que ver con la hibridación de las ventanas por donde circulan las cosas a veces se pierde.
Yo venía pensando, por ejemplo, qué es hoy o qué tendría que ser hoy la Televisión Pública. La verdad que tendría que ser una gran factoría de contenidos, algunos en formatos digitales o podcast, y en ese sentido alivianar y a la vez densificar mucho qué hacemos con nuestros formatos y, básicamente, con una política de comunicación y cultura nacional, federal y diversa en los diversos soportes.
APU: Es interesante que se siga repitiendo que la televisión murió cuando los datos de la encuesta arrojan lo contrario en términos de consumo.
DR: Ahí hay que tener la televisión actualizada. Por ejemplo, Gran Hermano es un espectáculo de la televisión pero también rebota en Pluto TV y por todo el sistema de redes sociales. Cuando a uno le preguntan por la calle si ve o no se está pensando en una programación, a diferencia de lo que podría ser ir al catálogo. Me parece que hay que tener mucha consciencia de la hibridación de servicios.
La comunicación no se hace sólo por un soporte sino que se está pensando en ese ecosistema donde uno se va asentando por una cuestión de economía de recursos y se va entrando en las comunidades. Lo que me llama la atención de la encuesta es cómo construís tus comunidades de audiencia y cómo puede ser virtual pero también se va a una territorialidad, presencialidad o donde se pone el cuerpo. Ese entramado es súper interesante para reflexionarlo en términos individuales, colectivos y generar políticas públicas.
APU: Hay otros tipos de acceso también a cuestiones que antes eran sólo del aquí y ahora.
DR: Hay una cuestión ahí con los que tienen como máxima que todo se puede piratear. A ese lugar común de que todo es encontrable o consumible está la otra cuestión de que todo está en catálogos y algoritmizado. Seguimos pensando que tendría que haber algo entre ese libre albedrio de la búsqueda y lo que nos es mostrado y tendemos a consumir.
El viejo concepto de cuota de pantalla, para garantizar ventanas al cine nacional, tendría que seguir vigente como una inquietud porque si no es el viejo rating extrapolado a los nuevos medios. Tenemos una medición de lo que nos gusta consumir pero ¿nos gusta lo que nos muestra y elegimos entre lo que hay en la góndola o tenemos el gusto tan atrofiado que sólo podemos reconocer? Está bueno vincular a la encuesta con los que nos pasa a nosotros y con lo que pasa alrededor.
APU: Otro caso de análisis podría ser también quienes se vuelcan a consumir una telenovela a través de las plataformas y no de la forma en que se llevaba a cabo antes. Podría ser uno de los formatos que más entró en crisis.
DR: Ahí hay que ver en el lugar de quién nos ponemos. Si me pongo en el lugar de que tengo el menú y lo consumo cuando quiero, buenísimo. Si me pongo en el de entender el negocio, por dónde monetizan. O un tercer lugar que es cómo funcionan las cosas y quiénes quedan afuera. Gran Hermano es un caso en el que el pobre puede ver en tiempo real lo que está pasando, pero uno de los principales efecto de la monetización y plataformización es que hay que pagar para ver, una cuestión a la que las previas generaciones no estaban acostumbradas.
El principal logro de los 90 en términos de consumo audiovisual es que ocho de diez personas paguen, aun siendo pobres. También es cierto que uno va ponderando y se buscan estrategias. Por un lado está la actitud de la gente con el panorama que nos viene dado y, por otro, la de las empresas que se tienen que “acomodar” a nuevas tendencias. Lo cierto es que el ecosistema audiovisual se las ha arreglado para que, a pesar de distintas acciones, hacer un gran negocio. Y como todo gran negocio del capitalismo, es que dediquemos cada vez más a los consumos culturales que antes teníamos gratis. A eso se le suma la conectividad.
APU: Es decir que son dos pagos.
DR: Antes no éramos conscientes, no sabíamos dónde estaba la antena transmisora. Ahora hay que pagar soporte, es decir internet fijo o móvil, y después probablemente alguna plataforma. Una de las propuestas que teníamos para el actual gobierno, que no pudo ser, era concebir una canasta básica de comunicación, información y cultura. Al INDEC se lo podes pedir, pero quizás está midiendo otras cosas. El ENACOM se ha dedicado más bien a su “política” TIC y lo audiovisual quedó planchado. El INCAA hace el fomento del cine con todos sus problemas.
Creo que quedó un área que, a veces la toma el Ministerio de Cultura con esta encuesta, pero a la hora de trascendernos como consumidores de cultura está faltando una vuelta de rosca. Ahí tenemos un problema de coordinación de políticas públicas, más allá de los nombres. Prefiero dejarlo como una coordinación virtuosa que nos debemos los y las argentinas.
APU: ¿Cuáles son algunos de sus consumos o formatos?
DR: Yo tengo 53 años, mi tesina la presenté en papel. Me parece que lo que nosotros hacemos es seguir algunos referentes, como el recomendador de películas o las cuentas de Twitter que tiran la posta. A su vez, hay que dar cuenta que sigue estando, en algún momento, en reuniones familiares o de amistades, la pregunta por los consumos. Ese lugar de encuentro, como la conversación por el fútbol o las elecciones. Me parece que también está bueno desengancharse. Es tener versatilidad para ver qué anda pasando pero siempre tener buenas referencias.
APU: Con respecto al cumplimiento de Netflix para con la Ley de Cine y los debates alrededor de las plataformas, ¿qué nos puede decir?
DR: En primer lugar, diría que somos un país de tercera línea según la clasificación que hacen algunas plataformas, es decir que para los mercados mundiales no somos hegemónicos ni un bloque. Nuestra densidad es relativamente baja. Podemos creérnosla, sobre lo que tenemos alguna base, pero después viene la parte de las políticas.
Tenemos el viejo debate del desarrollismo si con la inversión extranjera directa crece el país, ya muchos dijeron que no. Hay que revisar los flujos de dinero en especial en esta globalización. Ya sabemos que la mayor parte de la publicidad se la llevan plataformas extranjeras, que no se sabe dónde facturan y le dirán más o menos lo que quieren a la AFIP. Si Netflix viene a tributar algo creo que es a cambio de otra cosa, sobre todo si ellos deciden.
La cuestión es quién decide, como toda pregunta política. Yo no veo que nosotros estemos tomando posiciones políticas de fuerza para hacer que acaten la ley. Más bien creo que hay negociaciones del tipo “no te vamos a joder mucho”. Esa fue la historia de la radio y la televisión en Argentina. Ojalá podamos construir masa crítica y ese es nuestro trabajo político-académico.
No hay que ponerles la alfombra roja para que nos dejen algo. La semana pasada había un debate sobre observatorios de industrias audiovisuales y un español contaba que tienen tres formas de regular. Regulación por cuotas, por ventanas y la obligación de inversiones financieras. Pareciera ser que, en algunos casos y podemos pensar en distintas fuerzas políticas, están pensando en devolverles la mayor cantidad de plata posible, es decir, una inversión inversa.
APU: Es la vocación de colonia.
DR: La síntesis “Patria sí, colonia no” es clarísima pero se disfraza de un montón de vocablos como incentivo, fomento, economía del conocimiento, pero finalmente la pregunta es de qué lado de la mecha estamos. No se trata de quién la piensa mejor sino de cómo son las alianzas, lo que nos devuelve a viejas discusiones sobre grandes o chicos jugadores o el rol de la burguesía. Es todo un gran debate que todavía no está resulto pero bienvenido que le demos lugar.
Hay algo también de lo no dicho que es la propiedad intelectual. El derecho a la propiedad aplicado a lo audiovisual. Te remueven contenidos por violarlo pero después con cuestiones de pornografía o violencia de género hay más problemas. ¿El derecho a la propiedad está por encima del derecho a disponer bienes comunes? Otra discusión que hay que darla en los términos que hay que darla.
Las discusiones básicas son más o menos las mismas, más allá de los formatos. ¿Qué capacidad de incidencia tenemos los que no estamos queriendo llevarnos un excedente en esta industria de consumos y tratamos de defender a los más vulnerables? En ese sentido, todo lo que sea fortalecer capacidades institucionales y ampliar una mirada para no quedar preso del que tiene la plata y te trae el libreto es importante. No implica no reconocer que se han abierto una cantidad de posibilidades de circulación re copadas de contenidos, sino que no compro esa de ser “prosumidores”.
Fuente : agenciapacourondo.com.ar
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