Javier Milei está fracasando en el terreno en el que prometía pisar fuerte. La economía del país no encuentra un rumbo. El riesgo país se acerca a los 1.600 puntos, el dólar paralelo por encima de los 1.400, la brecha entre el oficial y el ilegal llega al 60%, las reservas del Banco Central se pulverizan y el gobierno cierra junio vendiendo más dólares de los que compró. El salario y las jubilaciones están en niveles históricamente bajos, la indigencia se duplicó y subió la desocupación en medio de un plan recesivo que no parece tener fin.
En este cuadro el gobierno hace anuncios que se perfilan como el último cartucho que tiene Luis Caputo para no terminar eyectado frente a su incapacidad para conseguir dólares. La baja de la brecha con el “contado con liqui” duró menos de 24 horas. Durante el miércoles 17 el dólar volvió a subir y la presión devaluatoria se incrementó. En este camino se inscribe la nueva crisis de gabinete que terminó con la eyección del segundo asesor económico en pocos días. Teddy Karagozian, el presidente de la cámara de empresarios de la vestimenta, que fue un entusiasta militante de Milei en la campaña electoral, fue expulsado luego de afirmar que el plan anunciado hace aguas y que el dólar debiera estar por encima de los $1.500, entre otras cuestiones.
En medio de este escenario crítico y teniendo en cuenta la reforma laboral aprobada con la Ley Bases y el paquete fiscal, resulta insultante la disposición al pacto de parte de la dirigencia sindical de la CGT que se reunió con el CEO de Paolo Rocca, actual secretario de Trabajo, julio Cordero, mientras arrecian los despidos en el Estado, en el Sutna se suman recursos preventivos de crisis truchos para atacar a los trabajadores, en Personal, Aerolíneas y sectores del Estado impulsan los retiros voluntarios y miles quedan sin trabajo en el sector más precarizado del campo laboral. Poner en pie listas antiburocráticas y sacarse de encima a la traidora conducción cegetista y ctaista es una tarea central para que el movimiento obrero pueda irrumpir en el escenario de la crisis actual.
La crítica del FMI al gobierno provienen de una férrea defensa de los intereses que ese organismo representa. Cada dólar que recaude la argentina debe ir a pagar al cumplimiento de la deuda con el FMI. Frente a las declaraciones de CFK y de otros opinólogos sobre el curso de la crisis actual es bueno recordar que la principal causa de la falta de dólares en nuestro país es la fuga de parte de empresarios y el pago al FMI, que el gobierno anterior cumplió a rajatabla, como todos los gobiernos.
La estimación inflacionaria de julio ya hizo sonar las alarmas del gobierno ya que se encuentra por encima de la de junio, que fue mayor a la de mayo. La inflación medida semanalmente correspondiente a la segunda semana de julio llevó al gobierno a frenar los tarifazos nuevamente porque claramente teme una disparada. El cóctel bajo estas condiciones es explosivo. El gobierno a su vez está presionado por el FMI y por la burguesía exportadora que busca que se opere una nueva devaluación de manera inmediata.
El problema del gobierno no es solo el impacto negativo de una devaluación que ya rechazó en varias declaraciones públicas, sino que es incapaz de frenar la espiral devaluacionista que lleve a repetir en loop el incremento de la brecha, la devaluación y el nuevo incremento de brecha más otras devaluaciones. Estos fracasos se vuelven más estridentes cuando se tiene en cuenta que Milei está aplicando la motosierra y la licuadora a fondo o sea que no puede echar culpas a la gradualidad en la aplicación de políticas como ocurriera con el gobierno de Mauricio Macri.
El “mago de las finanzas”, junto al autoproclamado “futuro premio nobel de economía”, tienen una sola carta bajo el brazo que no es ni de conocimiento de la economía ni se debe al expertise de los que gobiernan hoy el país. Solo esperan que gane Donald Trump y que se apiade de Milei y le preste más dólares. Con este “plan” el gobierno necesita sostener esta realidad al borde de la explosión hasta al menos febrero del año próximo, ya que las elecciones de Estados Unidos son recién en noviembre de este año.
No es menor señalar que Milei prometió una salida rápida a la crisis, con dolarización y sin intervención estatal. Por el contrario, las medidas que se han tomado representan una brutal intervención estatal que hasta sus exaliados más recientes como Carlos Rodríguez le hacen notar. El límite a la emisión monetaria viene luego de haber expandido fuertemente la base monetaria durante los siete meses de gobierno. A su vez, la política fundamental del gobierno pasa por la fuerte intervención del Banco Central, un organismo que Milei prometió que iba a implosionar no bien asumiera. Lejos de acercar a la economía a la dolarización prometida, el gobierno revaluó el peso durante estos meses. La promesa de que con una operatoria de compra venta de dólares va a nutrir al central de los dólares que se necesitan para afrontar todas las variables económicas que exigen pagar en esa moneda, es simplemente un disparate a esta altura.
Milei mintió en su campaña, cuando vistió de atractiva a una política económica reaccionaria: vouchers educativos y en salud, dolarización de la economía, expulsiones en el Estado explotando el manejo clientelar que otros gobiernos tuvieron del mismo. Nada de esto ocurrió: echó del Estado a infinidad de gente idónea en lo suyo, no ahorró prácticamente nada en este rubro en lo que respecta a la recaudación fiscal, la dolarización no existe ni existirá porque requiere de un volumen de dólares que no ha sido capaz de juntar. Su ascenso al poder no generó ningún impulso empresarial a invertir en el país, de la única inversión que se habla es la de la empresa malaya Petronas junto a YPF, que es anterior al ascenso de Milei. El fracaso es muy grande.
Milei también le mintió a la población empobrecida ya harta de las mentiras gubernamentales, llevando a su gobierno a destacados integrantes de la casta política. Tampoco abre la boca sobre la corrupta y privilegiada casta judicial, mientras impulsa una integración de la Corte Suprema en acuerdo con el bloque peronista kirchnerista del Senado. El grado de estafa que maneja Milei para con sus votantes y para con la mayoría de los que emitieron su voto para cambiar las cosas no tiene límites.
Una parte central de la campaña política de Javier Milei pasa por colocarse en un campo de defensa fanática del capitalismo y, al mismo tiempo, en defenestrar al Estado (capitalista). La operación política es clara: para imponer su plan de beneficio a una treintena de millonarios argentinos y a los intereses políticos y empresariales representados por el imperialismo yanqui, necesitaba modificar el régimen político capitalista, violentar sus recursos tradicionales y forzar la mano sorteando leyes y normas constitucionales. Tanto el DNU 70/23 como la Ley Ómnibus y el paquete fiscal son normas que violentan la institucionalidad capitalista para obtener recursos más rápidos, claros y mejores en defensa de la recaudación patronal de un puñado de empresarios extranjeros y locales y de una brutal transferencia de recursos de la clase trabajadora hacia una parte de la clase capitalista.
Las ganancias empresariales en el primer trimestre del año fueron siderales, particularmente entre patronales que apostaron fuerte por su gobierno como es el caso de su expatrón, Eduardo Eurnekian.
Estas ganancias son el fruto de un trasvasamiento de recursos fabuloso desde la clase trabajadora hacia esos empresarios. Mientras esto ocurre, el mercado laboral argentino se retrae por la recesión. Unas 400 mil personas perdieron sus puestos de trabajo entre el sector privado registrado y el no registrado. Los salarios se derrumbaron. La indigencia se duplicó. La asistencia a los más necesitados desapareció.
Para garantizar este atropello el gobierno se dedica a reforzar la función represiva del Estado impulsando la cacería a manifestantes, las detenciones como las que mantienen tras las rejas desde hace un mes a Daniela y a Roberto por haber participado de la manifestación del 12 de junio contra la Ley Bases.
También trabaja junto a operadores judiciales y mediáticos en demonizar al sector social que ha manejado una ínfima suma del presupuesto de asistencia social de este país (1,5%) pero que se ha destacado por no haber dejado de luchar nunca contra el hambre y la miseria impulsados por las castas empresariales y políticas que hoy Milei cobija a la sombra de su poder.
En el plano de la vulneración de las libertades democráticas y a 30 años del atentado impune de la Amia, refuerza los servicios de inteligencia rehabilitando una Side con los viejos componentes que participaron del encubrimiento del atentado más terrible contra la comunidad judía que se viviera en nuestro país. Con instrumentos políticos como el de un manejo mercenario de las redes sociales, la rehabilitación política de militares y con la represión, el gobierno pretende imponer su plan de guerra contra las mayorías populares.
Este plan puede ser derrotado: hay que romper con la parálisis que promueven la CGT y el peronismo entre los sectores populares y salir a unificar las luchas contra el hambre, los despidos y la vulneración de las libertades democráticas. Derrotar al gobierno requiere de una intervención decidida de la clase obrera, su irrupción organizada en esta crisis política y económica con sus propios reclamos y reivindicaciones, defendiendo sus condiciones de vida y sus derechos. Eso es lo que hay que preparar. Para ello, en agosto habrá decenas de asambleas de trabajadores y jóvenes luchadores impulsadas por el Partido Obrero, a lo largo y ancho del país.
Fuente : prensaobrera.com
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