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La hegemonía mundial de Estados Unidos habría sido imposible sin esos dos factores, la guerra mundial y el plan de George Marshall


04-03-2023 15:09:12
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En Ucrania están asesinando a miles y miles de personas por cuestiones exclusivamente geopolíticas. No hay ninguna otra razón. Además de los muertos que la aviación y la artillería rusa provocan en cientos de ciudades, en Dombás el batallón ultraderechista Wagner, un ejército privado de criminales financiado por oligarcas y a las órdenes del Kremlin, se enfrenta al ejército ucraniano y su vanguardia, el batallón Azov, un grupo neonazi de la Guardia Nacional de Zelenski que no duda en mostrar en sus uniformes los símbolos del terror que destruyó Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Y no lo hacen siguiendo las pautas de la guerra digital del siglo XXI, sino tal como se hacía hace dos siglos, una guerra de trincheras y desgaste en la que los unos disparan contra los otros sin que haya avances significativos, aunque sí toneladas de carne desparramada, miles de familias sumidas en el más horrible de los dolores y una cantidad incalculable de odio irracional que perdurará mucho más allá de la vida de quienes hoy se matan sin que sepan bien cuál es el motivo que les ha llevado al infierno.

 

Los combatientes de Wagner y Azov no se conocían, no tenían nada que reprocharse, pero esperaban la ocasión de demostrar sus mejores cualidades, su hombría, sus niveles de testosterona, su capacidad para asesinar sin remordimiento alguno, para destruir, para causar daños irreparables. Ninguno de los dos gobiernos enfrentados desde la invasión rusa ha hecho nada por eliminar a esos dos grupos, antes al contrario, los han armado hasta los dientes, les han dado autonomía y, sobre todo, les han concedido patente de corso para que eliminen al del otro lado de la forma más efectiva y brutal posible. No hay nada de heroico en los individuos que los forman, nada digno de admiración en una guerra tan devastadora como todas las demás, pero con unas consecuencias tan difíciles de acotar como de comprender. ¿Se pudo evitar la invasión rusa de Ucrania? ¿Fue posible en algún momento impedir que la guerra sustituyese a la política y la diplomacia como forma natural de relación entre pueblos hermanos? La respuesta tajante es sí, siempre que Europa no se hubiese conformado con ser el botín que Estados Unidos obtuvo tras finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Los combatientes de Wagner y Azov esperaban la ocasión de demostrar sus mejores cualidades, su hombría, sus niveles de testosterona, su capacidad para asesinar sin remordimiento

Estados Unidos no declaró la guerra a Hitler hasta finales de diciembre de 1941, después del bombardeo de Pearl Harbor y de que Hitler, el 11 de diciembre de ese mismo año, considerase al país americano como enemigo a batir. Centradas sus operaciones en el norte de África durante 1942 y dedicado a la venta de armas y suministros a los aliados, hecho vital para la reactivación de su economía y su conversión en primera potencia económica mundial, la intervención armada yanqui en Europa no llega hasta la Operación Avalancha que supuso la invasión de Italia por parte de los aliados en septiembre de 1943. Sería a partir de ahí cuando miles de soldados norteamericanos llegaron al continente para demostrar que no sólo Latinoamérica era su patio trasero. Esperaron el tiempo que consideraron oportuno para que la URSS se desgastase resistiendo casi en solitario la agresión nazi y sólo cuando el enorme sacrificio soviético terminó por diezmar al ejército alemán, decidieron entrar con el Séptimo de Caballería para participar en el reparto de Europa.

Al acabar la guerra mundial, Estados Unidos se quedó con Europa Occidental y la URSS con la oriental, promoviendo Truman poco después la Guerra Fría que no sólo perseguía obligar a Rusia a gastar cantidades enormes en armamento, sino controlar su botín europeo con la escusa de una inexistente amenaza soviética, porque ni en sus más locos delirios soñó Stalin con apoderarse de Francia, Reino Unido o Italia. Por el contrario, Estados Unidos se empeñó en mantener la dictadura de Franco, en impedir que el Partido Comunisa Italiano llegase al poder aún a costa de propiciar un sistema esencialmente corrupto en Italia, en convertir al Reino Unido y a Alemania en gigantescas bases militares de vigilancia y dominio y en hacer de Europa su principal y obligado cliente comercial gracias al Plan Marshall. La hegemonía mundial de Estados Unidos habría sido imposible sin esos dos factores, la guerra mundial y el plan de George Marshall, que si bien sirvió para la recuperación económica de países como Alemania, Francia o Italia, fue sobre todo el mayor negocio de la historia para el Tío Sam.

 

La hegemonía mundial de Estados Unidos habría sido imposible sin esos dos factores, la guerra mundial y el plan de George Marshall

 

Fuente :

nuevatribuna.es

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