Miembros de la comunidad Nahuelpan en txawün con integrantes de otras comunidades mapuche tehuelche de la zona procedieron el día 1 de junio a quitar el alambre que, desde hace unos meses, cortaba un camino que utiliza la familia Quilaqueo Llancaqueo para acceder a su casa. Se trata de un camino ancestral, que antiguamente conectaba la reserva Nahuelpan con Costa de Lepá y Gualjaina, por donde circulaban las y los antepasados con carro y sus animales, y es también, uno de los caminos por donde huyeron las familias indígenas desalojadas en el año 1937. Por Ayelén Fiori, para Gemas.
Cuando hablamos de Boquete Nahuelpan lo primero que se viene a la mente es el doloroso recuerdo del desalojo de 1937, cuando fueron violentamente expulsadas todas las familias mapuche tehuelche del territorio al que habían regresado a fines del siglo XIX, después de las campañas militares del Estado argentino. Este desalojo fue impulsado y promovido por las elites locales, en connivencia con el gobierno de turno, quienes se repartieron las tierras en lotes de 2500 ha. cada uno. Los adjudicatarios de tierras tras el desalojo de Nahuelpan fueron: Manuel Lostra (Lote 1,), Ricardo Alberto Rioboo Meabe (Lote 2), Nicanor Amaya (Lote 3), Lorenzo Amaya (Lote 4), Gualberta Amaya (Lote 5), Benito Alemán (Lote 6), Vicente San Román (lote 7), Guillermo Juan Roberts (lote 8) y el escribano de por aquel entonces Pedro Memphis Paggi (lote 9).
No bastó con el despojo de las tierras a lxs indígenas, sino que además buscaron borrar todo rastro de su presencia. Quemaron sus casas, arrasaron sus haciendas y plantaciones y desarmaron las familias. Lxs desalojadxs quedaron a la deriva y se fueron reubicando en la periferia de la ciudad de Esquel y en otros parajes como Lago Rosario, Sierra Colorada, Mallín Grande, Gualjaina, Costa de Lepá, por nombrar algunos. Diez años después, en el año 1948, el gobierno nacional llevó a cabo una restitución parcial –solo tres de los nueve lotes que componían el total de las tierras reconocidas como Reserva– que fue dirigida sólo a lxs descendientes directos de Francisco Nahuelpan, imponiendo los criterios occidentales de patrilinaje, consanguinidad y sucesión. El resto de las familias no han podido regresar y continúan “desparramadxs” en diferentes lugares de la provincia, mientras que las tierras indígenas quedaron, hasta el presente, en manos de los privados no indígenas.
El desalojo en primera persona
Hace unos años Angel Quilaqueo, longko de camaruco de Nahuelpan, nos contó su historia. Su abuela Isabel Nahuelpan (una de las hijas de Francisco Nahuelpan), vivía antes del desalojo junto con su familia en lo que hoy es el lote 9, donde finalmente se quedó Maria Elena Paggi:
“[antes del desalojo] Mi abuela vivía donde tiene el establecimiento la señora María Elena Paggi [lote 9] Antes vivía ahí mi abuela. Eso era todo nuestro… Ahí donde está Sinchoff, Alemán, todo eso era el campo de Nahuelpan”. (Ángel Quilaqueo, e.p. Ayelen Fiori 2018)
La historia familiar de Ángel Quilaqueo está atravesada por el desalojo de Nahuelpan. A siete años de producirse el violento hecho, la familia Quilaqueo continuaba deambulando por el territorio, por eso, en el año 1945, Ángel nace en un campamento a orillas del arroyo Montoso, cuando su padre y su madre “andaban desalojados”:
“Yo nací en el 45 en la costa del arroyo Montoso, cuando todavía andaban desalojados mis padres. De la estación la Cancha después sale la Estación Montoso, y después Mayoco. En la costa del Río Montoso en 1945, nací yo (…) En esos tiempos mis padres andaban desalojados, yo nací en un campamento, así, mi abuelita me contaba siempre, fueron muy duros esos años para ellos, perdieron todo. Muchos viejitos fallecieron de pena. Se enfermaron, se desarmaron las familias”. (Ángel Quilaqueo, e.p. Ayelen Fiori, 2018)
Estas historias dolorosas perduran en la memoria de las familias desalojadas. Pese a la gran dispersión, las historias del desalojo resuenan en diferentes puntos del noroeste de Chubut, donde las nuevas generaciones reconocen con precisión la ubicación de las taperas, cementerios, caminos y lugares donde habitaron sus padres, madres, abuelos y abuelas.
“Es muy doloroso porque no podemos entrar a nuestra casa”
En el mes de febrero, María Elena Paggi –famosa empresaria y periodista de la ciudad de Esquel que heredó de su abuelo un lote de 2500 ha. de las tierras pertenecientes a la Reserva Nahuelpan– decidió realizar una profunda zanja y cortar el camino que conectaba a algunas de las familias que actualmente viven allí, interrumpiendo la única vía acceso al campo de la familia Quilaqueo Llancaqueo, dejando aisladxs a sus integrantes.
Días después, la comunidad tapó la zanja para poder utilizar el camino y los hechos terminaron en Tribunales. En el mes de mayo, la empresaria volvió a cortar el camino, esta vez atravesando un alambrado con candado.
La violenta acción de cortar el camino por parte de la empresaria, no hizo más que reabrir una herida que comenzó con el desalojo de 1937 y que nunca sanó. Las acciones impunes de esta empresaria actualizaron una experiencia compartida de injusticias. Trajeron el recuerdo de uno de los acontecimientos más violentos y traumáticos del Pueblo Mapuche en el siglo XX, así como la memoria de un Estado que nunca ha querido incluirlos como pueblo. Por eso, la comunidad Boquete Nahuelpan comenzó a denunciar no sólo los atropellos que han vivido por parte de esta empresaria, sino también, aquellos sufridos por sus familias. De hecho, si algún Paggi hoy muestra papeles de propiedad sobre el territorio de la Reserva es porque los padres, madres, abuelos y abuelas –de quienes participaron del txawün del 1 de junio– fueron trasladados a la fuerza mientras veían incendiarse sus pertenencias. Además, en el lote 9 que hoy está en disputa se encuentra un antiguo cementerio indígena y varias taperas, lugares donde se levantaban los hogares mapuche tehuelche hasta 1937.
A continuación compartimos un video producido por los mismos participantes del txawün. Allí nos muestran el momento en que, estando reunidos, las autoridades indígenas e integrantes de la comunidad Nahuelpan deciden retirar el alambre y liberar el camino. En palabras de Ángel Quilaqueo, miembro de la comunidad Nahuelpan:
“Pedimos a jueces y fiscales, que vengan a ver si mentimos nosotros. Luchamos por este camino, un camino vecinal que tiene su historia, sus años. Le pedimos a la justicia que actúe y que vea que nosotros tenemos por obligación hacer esto”. (Ángel Quilaqueo, 2021)
La pillan kushe Margarita Antieco también tomó la palabra:
“Somos de distintos apellidos, pero todos tenemos la sangre de Nahuelpan, así que los fiscales, la fiscalía, los jueces, la jueza que nos escuche, que digan que sí, que esta tierra es nuestra, porque los abuelos hoy se han perdido. Siempre le dije a mi gente: nunca los voy a dejar solos. Voy andar con ellos porque esta tierra es de todos, es de todos la tierra, y los mapuche seguimos viviendo, no estamos todos perdidos, seguimos vivos. La tierra esta, nuestra tierra, está viva, no está muerta. Creo que no estamos reclamando tierra ajena, estamos reclamando lo nuestro, que nos han dejado”. (Margarita Antieco, 2021)
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