El país latinoamericano tendrá un nuevo Congreso y un nuevo presidente electo, y según lo que se prevé, sin la tutoría del líder que ha hegemonizado la política colombiana los últimos 22 años: Álvaro Uribe.
Colombia empieza un año electoralmente vertiginoso que tratará de aplacar la alta conflictividad de los últimos años y buscar un cambio de rostro en el país suramericano por medio de las presidenciales del 29 de mayo –de ser necesario, se celebrará una segunda vuelta el 29 de junio–, además de las legislativas.
El próximo 31 de enero comenzará oficialmente la campaña electoral, aunque el discurso político se mueve ya desde hace meses en este marco.
Luego, el 13 marzo, se celebrarán las legislativas y ese mismo mes varias coaliciones deberán realizar consultas para elegir a su candidato, entre ellas Colombia Humana, en las que Gustavo Petro, el izquierdista, exguerrillero y exalcalde de Bogotá, parece no tener competidor de peso.
Toda una cascada de acontecimientos está por venir. Apenas concluido el primer semestre del 2022, Colombia tendrá un nuevo Congreso y un nuevo presidente electo, y todo ello, según lo que se prevé, sin la tutoría del líder y el movimiento que ha hegemonizado la política colombiana los últimos 22 años: Álvaro Uribe y el uribismo.
Lo que se siente en Colombia, y las encuestas de variada tendencia confirman, es que el evento presidencial marcará no ya un cambio de gobierno, sino el cierre del ciclo del uribismo en el poder y una transición hacia un nuevo modelo político.
Es una transición que lleva tiempo cuajándose, pero parece que ya tiene fecha próxima de inicio.
La superioridad de Petro puede ser discutida en cuanto a los puntos de ventaja, pero parece que todas las cuentas confluyen en que arranca de primero en la contienda y que el uribismo saldrá del poder por primera vez en 22 años.
Esto lo presiente tanto la "opinión publicada" como los sectores que han producido varios estallidos sociales y que, en cuestión de dos años, han acabado con el mito de una Colombia pujante y en crecimiento. Pero, además, es lo que dicen las encuestas que publican las instituciones mediáticas.
La última de estas, divulgada en diciembre, realizada por Invamer, recoge un 42 % de intención de voto para Petro y 18 % para Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín. Por su parte, Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, obtendría el 13 % de los sufragios y el candidato uribista, Óscar Zuluaga, un 12 %.
Además, este estudio, que contempla varios escenarios, muestra que buena parte de los votantes de Fajardo votarían por Petro en un posible balotaje si su candidato perdiese en la primera vuelta. Fajardo viene en picada por diversas situaciones y Hernández está tratando de robarle su lugar de importancia en la carrera desde un populismo que todavía no se comprende bien.
La Gran Encuesta de la alianza de medios, divulgada a mediados de diciembre, confirma esta tendencia: Petro obtendría 25 % de los votos; Hernández, 13 % y Sergio Fajardo, 8 %. El resto de candidatos apenas alcanzan el 5 %.
Meses atrás, en septiembre, la revista conservadora Semana publicó otras encuestas en las que el Centro Nacional de Consultoría (CNC) proyectaba un 17 % para Petro y un 7 % para Fajardo.
Puede que la superioridad de Petro sea discutida en cuanto a los puntos de ventaja que podría obtener, pero parece que todas las cuentas confluyen en que arranca de primero en la contienda y que el uribismo saldrá del poder por primera vez en 22 años. Su candidato no tiene ninguna relevancia en las encuestas y esto es ya un signo de gravedad para el modelo político emprendido por Uribe y que tiene al actual presidente Iván Duque en el poder, no sin diatribas internas con su líder fundador.
No obstante, habrá que ver qué candidatos pasan a la segunda vuelta para analizar cómo se reconfigura la votación y, por ende, el poder de convocatoria que le queda al uribismo en los electores.
La esfera internacional también pesa. La victoria de Gabriel Boric en Chile generó vértigo en las élites colombianas, que temen una suerte similar en su país. La simple concreción del triunfo del nuevo presidente chileno es también un mensaje a los sectores emergentes colombianos para que intenten la vía electoral para procesar sus luchas, ya que, al igual que sucedió en Chile, vienen de dejar dos años de protestas en las calles.
Los efectos de un cambio político seguramente se sufrirán mucho más en Colombia, que geopolíticamente es un territorio que EE.UU. no se puede dar el lujo de perder.
Pero Colombia no es Chile, es un país mucho más caótico, con un alto índice de muertes políticas, desapariciones y masacres, gobernado desde hace 22 años por el uribismo y cuya transición de salida del poder puede significar un verdadero sismo político, pero también social.
Así, los efectos de un cambio político seguramente se sufrirán mucho más en Colombia, que geopolíticamente es un territorio que EE.UU. no se puede dar el lujo de perder.
Sin embargo, Petro debe sortear dos grandes amenazas para llegar a la meta.
La primera, borrar del imaginario actual el resultado del 2018 en el que un uribismo fuerte lo mostró muy lejos de la victoria. En medio de una alta abstención, que rozó el 50 %, esto quiere decir que Petro requiere potabilizarse para las mayorías que prefirieron en aquel momento a Duque, quizá, entre otras cosas, por su pasado guerrillero.
Y la segunda es su seguridad personal en un país donde el asesinato de candidatos anti-establisment resulta un acto repetido históricamente. Todo esto en medio de una campaña en la que deberá recorrer territorios adueñados por sus principales enemigos: los paramilitares.
Aún quedan algunos meses y una cascada de acontecimientos que de seguro tendrán animada la cotidianidad política colombiana.
Ociel Alí López es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
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