En la columna semanal Informe de un día un recorrido por el libro de la escritora peruana, Carmen Ollé. Editado por Nebliplateada.
Literatura latinoamericana: “Una muchacha bajo su paraguas”
En la columna semanal Informe de un día un recorrido por el libro de la escritora peruana, Carmen Ollé. Editado por Nebliplateada.
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Por Inés Busquets
“Exilio era esa lluvia fina que nos sorprendió a la salida.”
(Una muchacha bajo su paraguas, Carmen Ollé)
Carmen Ollé nació en Lima, es poeta, narradora y critica cultural. Representa a los poetas de la generación del 70. Participó del movimiento poético Hora Zero junto a Jorge Pimentel, Tulio Mora, Juna Ramírez Ruíz y Enrique Verástegui. Fue la primera mujer en recibir el premio Casa de la Literatura Peruana. Publicó Noches de adrenalina, Todo orgullo husmea la noche; las novelas: Por qué hacen tanto ruido, La dos caras del deseo, Pista Falsa, Retrato de una mujer sin familia frente a una copa, Halcones en el parque y el libro de dramaturgia Tres piezas No.
Carmen Ollé en Una muchacha bajo su paraguas (Nebliplateada, 2020) relata en primera persona su vida en París a fines de los 70.
Con un arte de tapa elocuente de Cucurto que muestra una Torre Eiffel con su cúpula resquebrajada, el libro es una mirada al universo de Carmen en París. Y a través de ella un manifiesto sobre los vínculos, la amistad, el desarraigo, la libertad y el porvenir marcado a veces por un deseo inalcanzable.
Todo lo que se apuesta en la distancia puede ser un vacío de certezas. Ir corriendo tras un sueño que se desvanece en la más profusa realidad. ¿Por qué París? ¿Cuál es el encanto que nos deslumbra, qué nos atrapa? ¿Cuál es el futuro que nos promete?
“A veces las ciudades no existen sino fuera de uno mismo. Las ciudades se reducen a unas cuantas calles, a dos o tres ambientes más o menos frecuentados según el estado de ánimo”. Dice Carmen Ollé en un fragmento del libro.
Los libros también pueden ser ciudades recorridas. En ese trayecto indescifrable que es la memoria leo a Carmen Ollé y vuelvo a transitar por Hemingway, Baudelaire, Calvino, Vallejo, Ribeyro.
Y con un aire latinoamericano abrasador me pregunto: ¿París era una fiesta?
Para Carmen, no. Desromantiza la idea de París: “la ciudad no era romántica ni impalpable como en un sueño de postal” pero no desde una mirada frustrante sino todo lo contrario, le imprime un sello de realidad. Ese que los latinoamericanos cuando estamos en Europa solemos negar o ser indiferentes.
Una muchacha bajo su paraguas, es el diario de una experiencia. La decisión de un exilio siempre comprende una huida, un desarraigo involuntario y la sorpresa de una costumbre nueva.
En las palabras preliminares, Carmen Ollé hace dos aclaraciones que me parecen fundamentales, por un lado: “¿Por qué no era una fiesta?, simplemente porque a los latinoamericanos que recalábamos en el París de las Buhardillas se nos miraba como a sudacas, extranjeros poco confiables”.
Por otra parte, cuenta: “Sin embargo, fuimos felices, éramos muchos los que habíamos querido alejarnos de la dictadura de Bermúdez”.
En ese equilibrio se sostiene esta prosa poética que desentrama la nostalgia con palabras de ahora. Una París bien occidental, pero sin pares opuestos, donde todo confluía sin temor, donde la libertad estaba basada en no pertenecer. Ser indiferente para el establishment abría la oportunidad a lo inesperado, a la verdadera felicidad.
Las buhardillas de la avenida Mandel funcionaban como refugio, una llama encendida en una París blanca y nevada. El aura del sexo, la mixtura de alcoholes, los amaneceres, los encuentros, las llegadas, las infancias que se multiplicaban y revoloteaban entre la dispersión y los últimos destellos en los atardeceres tardíos. Un espacio poético donde las palabras parecían fluir y acomodarse naturalmente para concebir libros.
Allí Carmen, Enrique y Vanessa (con apenas dos años) construyeron parte de su historia.
Una historia con huellas de nombres, calles, bulevares, palabras y poesía. De trabajos discontinuos, del encuentro con la patria en los sabores y en los congéneres. Es cierto eso de que a veces la patria se lleva en el cuerpo.
La vida de Carmen en París, también fue la de Olga, Sarah, María, Fernando, y la de muchas hermanas y hermanos latinoamericanos que optaron por la distancia como única alternativa a las dictaduras: “En París también había una luna y un balcón pero de una sola habitación. Y muchos peruanos vagando y retozando por ahí”.
Una muchacha bajo su paraguas es un despliegue poético que desborda de imágenes, de citas, de referencias bibliográficas. La construcción de sentido de una ciudad amada pero no correspondida, como esos amores que se debilitan con el cumplimiento del deseo.
Cucurto en la contratapa dice: “La literatura de Carmen Ollé es imprescindible para el siglo XXI y yo estoy dispuesto a dar ese paso”. Creo que es un acierto que vamos acompañar unos cuantos.
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