En Brasil, al menos 25 personas murieron el jueves cuando policías fuertemente armados llevaron a cabo un operativo en una de las favelas más grandes de Río de Janeiro. El ataque de los agentes antinarcóticos se produjo a pesar de una orden de la Corte Suprema de Brasil que prohíbe ese tipo de redadas durante la pandemia. La incursión policial fue la más mortífera de la que se tenga registro en la historia de Río de Janeiro. Los residentes de la favela de Jacarezinho dijeron que la policía llegó al lugar “disparando”.
Residente de Jacarezinho: “Me apuntaron con un arma. Mientras me apuntaban con el fusil me dijeron que tenía que morir, porque fui a hablar con ellos. Me apuntaron con el arma solo porque les pregunté dónde estaba el cuerpo de mi hijo”.
Periodista: “¿Su hijo murió hoy?”.
Residente de Jacarezinho: “Sí, murió. Los policías llegaron disparando”.
Los grupos de defensa de los derechos humanos condenaron la redada y la calificaron como una masacre con claras similitudes a los asesinatos cometidos al estilo de ejecuciones sumarias. Como pruebas citaron los videos que mostraban varios colchones con manchas de sangre y escaleras empapadas en sangre. Dos pasajeros de un tren que pasaba por el lugar en ese momento resultaron heridos por balas perdidas. Amnistía Internacional declaró: “Es completamente inaceptable que las fuerzas de seguridad sigan cometiendo graves violaciones de los derechos humanos […] contra los residentes de las favelas, que en su mayoría son negros y viven en la pobreza”.
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