POR JORGE GILES
Hay tres batallas culturales desarrolladas durante el siglo XX que nos constituyen y definen como Nación y Pueblo: el 17 de Octubre, el 24 de Marzo y el 2 de Abril.
En 1945 el coronel Perón fue expulsado del gobierno y detenido en la cárcel de Martín García; el pueblo trabajador salió a las calles, protagonizó la revolución del 17 de Octubre y logró la libertad de Perón, el posterior llamado a elecciones y los sucesivos gobiernos peronistas que se sucedieron desde entonces. La patria justa, libre y soberana, como categoría política y cultural, se instaló desde entonces en la conciencia de una gran parte de los argentinos. Y perdura; a pesar de las bombas y los fusilamientos.
Batalla cultural ganada
En 1976 la oligarquía, con el temprano apoyo de los EE.UU., dio el zarpazo cívico militar el 24 de Marzo, aniquiló la maltrecha democracia vigente, ejecutó sin piedad el terrorismo de Estado, destruyó los cimientos del modelo de país industrial liberando la economía, atacó la cultura, reprimió salvajemente a todas las organizaciones populares y desapareció y asesinó a más de 30.000 compatriotas; el Pueblo guardó en su memoria aquel dolor y lo convirtió en bandera de lucha de la mano de los organismos de Derechos Humanos, principalmente las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas y los H.I.J.O.S., de los sindicatos que honran a la clase que representan, de sectores políticos juveniles y de artistas populares, entre otros. En la Argentina nadie celebra políticamente la dictadura, como ocurre en Chile con Pinochet y en España con Franco, por mencionar dos ejemplos.
La Causa Malvinas, más que una guerra perdida, es una batalla cultural ganada que se acrecienta de generación en generación.
La Causa Malvinas
El 2 de Abril de cada año se conmemora el Día del Veterano y los Caídos en la Guerra de Malvinas y es un día de dolor, de memoria, de evocación, de ausencias y de reconocimiento a nuestros héroes; sin embargo, la democracia y el pueblo argentino reconfiguraron la fecha en los últimos años para constituirlo, además, en un día de defensa de nuestros derechos soberanos sobre las Islas usurpadas y el mar argentino que las circunda.
La Causa Malvinas es el principal reclamo diplomático argentino, su bandera doliente y memoriosa, su honor mancillado por la usurpación británica, su alma nacional, su orgullo, su ala herida. Y es la bandera patria con el perfil de las Islas y las esculturas en cada plaza de pueblo, es el canto pasional de las hinchadas de fútbol en los estadios, es el grito victorioso de “el que no salta es un inglés”, es la lágrima furtiva en cada abrazo con los veteranos y ex combatientes, es un libro nuevo desde otro enfoque sobre el reclamo soberano, es la consigna en los muros del pueblo “Las Malvinas son argentinas”. Y es su mención emotiva en la canción que alienta a la Selección campeona. Y es la banda de rock entonando otras melodías que también aluden “a nuestros pibes que quedaron en Malvinas”, y es la Hermanita perdida de Atahualpa Yupanqui y son los versos de José Pedroni. Y es el billete premiado a nivel internacional en tiempos de la presidencia de Cristina.
La Causa Malvinas, más que una guerra perdida, es una batalla cultural ganada que se acrecienta de generación en generación.
Claro que los usurpadores que nos robaron Malvinas, hoy siguen saqueando nuestros recursos naturales en la zona más rica en especies ictícolas de nuestro mar Atlántico, y son los mismos que hoy amenazan al planeta con enviar material radioactivo para armas nucleares a Ucrania poniendo en riesgo a los ucranianos y al mundo entero con semejante crimen de guerra. Ellos son la OTAN que alimenta la guerra y niega toda salida a la paz en esa lejana región. Ellos son los que, junto a los EE.UU., se disfrazan de defensores del ambiente en nuestro nombre porque se creen los dueños de nuestras riquezas, con la pesca, con el litio, con el gas, con el petróleo y con la democracia en peligro por las mafias del poder mediático judicial.
Hablemos de estas cosas en homenaje sincero a nuestros héroes caídos en Malvinas.
Estos temas cruciales para nuestro presente y futuro como nación soberana, se desarrollan en un mundo viejo que se desintegra y otro nuevo que nace, y son la esencia misma de la batalla cultural que debemos librar todos los días si queremos ser libres. Sepamos que hay un libro publicado por el Archivo General de la Nación llamado: Así se construyó Malvinas; el Diario de Emilio Vernet en Puerto de la Soledad. 1828-1831, que relata, con rigor histórico, el nacimiento del pueblo de Malvinas. Su autora es Silvina Gutiérrez. En sus páginas están pintadas las primeras raíces culturales de esta Causa que abrazamos.
Compartimos algunos fragmentos del prólogo que tuvimos el honor de escribir:
“Cuando en 2012 iniciamos la hermosa travesía de construir el guion museológico del primer Museo Nacional dedicado íntegramente a la Causa Malvinas, sabíamos que había que remontarse varios siglos atrás para tratar de entender, comprender y poder expresar la larga historia de nuestros reclamos soberanos; historia transcurrida desde su primer avistamiento en 1520 hasta nuestros días, pasando en primer lugar y respetuosamente por la memoria de nuestros soldados caídos en la guerra de 1982.
Y fue allí, en esa travesía, que descubrimos, por ejemplo, el asado con cuero con que los gauchos que habitaban nuestras islas agasajaron al naturalista inglés Charles Darwin, la impronta heroica del gaucho Antonio Rivero y su resistencia a la ocupación, la figura altiva y digna de la cacica María la Grande, jefa de los Tehuelches; el vuelo soberano de Miguel FitzGerald, primero, y de Dardo Cabo y sus compañeros del Operativo Cóndor, después; y varias otras historias que fueron muchas veces olvidadas o menospreciadas.
La Causa Malvinas es el principal reclamo diplomático argentino, su bandera doliente y memoriosa, su honor mancillado por la usurpación británica, su ala herida.
Y fue allí, en esa travesía, que comprendimos que Malvinas es parte indisoluble de la Patagonia argentina, y que así lo demuestran su fauna y su flora, sus paisajes y sus recursos naturales.
Y fue allí, entonces, que nos encontramos con el Diario de Emilio Vernet, un cronista privilegiado de la construcción de ese pueblo que fundó junto a su hermano Luis, comandante Político y Militar de las Islas, nombrado por el gobierno criollo y que, junto a gauchos, indios acriollados, negros y colonos europeos ávidos de trabajo y aventura, izaron la bandera argentina en cada fiesta patria.
Si la usurpación colonial británica del 2 y 3 de enero de 1833 pretendió, y pretende aún, hacer tabla rasa con la historia preexistente a esa infausta fecha, tendrá que lidiar primero contra muchas razones que asisten al legítimo reclamo soberano argentino”. La divulgación de este libro es una razón más de nuestra soberanía sobre Malvinas.
“Cuando llegaron los invasores ingleses, nosotros, los criollos y los que sin serlo fueron nombrados por el gobierno criollo, ya estábamos allí. Y no éramos solo un asentamiento de campaña ni un improvisado y transitorio campamento. Fuimos un pueblo. El que lo relata día a día es precisamente Emilio Vernet.
Si bien su primera llegada a Malvinas data de 1824, asistiendo al comandante Pablo Areguatí, (soldado guaraní que acompañó a Manuel Belgrano) el Diario inicia su recorrido cronológico el 1° de enero de 1828, y lo hace con este título: “Malvinas Puerto de la Soledad”. Hasta el 13 de febrero de 1831, Emilio va a dar testimonio día por día de todas las tareas que él, personalmente, realizará en las labores propias de la construcción del pueblo, y además dejará constancia de todas las acciones rurales y pesqueras que permitieron el sustento y el progreso comercial de Malvinas en aquellos años.
El comercio del saladero, el arreo de ganado cimarrón, la pesca y la obtención de madera proveniente de Tierra del Fuego y el intercambio con los pueblos originarios fueron parte vital de aquella realidad vivida por nuestros criollos en Malvinas. Y Emilio va describiendo los pormenores de esa vida en el nuevo pueblo.
Es interesante el relato puntual sobre los festejos con que celebraban cada fiesta patria, tanto del 25 de Mayo, “Día de la Libertad”, y del 9 de Julio, “Día de la Independencia”. Es innegable que se impone una conclusión inapelable del testimonio escrito en el Diario: en Malvinas había una identidad de Patria mucho antes de que la invadieran los ingleses.
Resulta también un verdadero paisaje humano de nuestros primeros pobladores, sus casamientos, sus nacimientos, sus muertes, el baile de los negros, la hospitalaria recepción brindada a los tripulantes de los navíos que pasaban por sus costas, muchos de ellos franceses, norteamericanos, ingleses y alemanes…
La fuerte identidad criolla de aquellos primeros pobladores de Malvinas se puso a prueba el día que, cuenta Emilio, unos marineros franceses que andaban de tránsito por las Islas pretendieron gastar una broma de mal gusto y bajaron a tierra tocando tambor de ataque, fingiendo tomar la plaza. La respuesta de los peones que estaban en las cercanías del muelle no se hizo esperar y, sin admitir que era una broma y sin aceptar disculpa alguna, la emprendieron a los cuchillazos, hiriendo levemente a los marinos franceses. Cosas de un pueblo con la autoestima alta.
Cuenta Emilio que el domingo 30 de marzo de 1828 muere el primero de los criollos fundadores del pueblo. Se llamaba Marcos Cuevas y era de Corrientes. Y apunta que el 3 de abril arriba el bergantín inglés “Nautilus”,que el 22 del mismo mes lo hará la fragata ballenera inglesa “Elizabeth” y que sus tripulantes bajarán a tierra y que luego de intercambiar vacas, toros y chanchos por distintos objetos con los recién llegados, bailarán al compás del violín de un marino inglés. Los hermanos Vernet, describe el Diario, trabajaban a la par de los gauchos y de los negros, construyendo casas, corrales, botes, velas, arriando ganado, pescando, trasladando caballos desde el continente, apilando la turba para la combustión, salando la carne y los cueros para ser intercambiados comercialmente con los navíos de alta mar en tránsito, con Montevideo y con Buenos Aires. Ese pueblo fue Malvinas en su origen y de ese origen fue despojado por el usurpador inglés en 1833.
Nos interesa principalmente presentar el Diario de Emilio Vernet como lo que es: un fiel testimonio de la presencia criolla en nuestras Islas Malvinas, construyendo soberanía desde la construcción de un pueblo de paz, de trabajo y de hospitalidad con todos los hombres y mujeres del mundo”.
Como se puede apreciar en este texto y en tantos otros, como el enorme libro de Marcelo Vernet, Malvinas, mi casa, esta Causa es una batalla cultural que nos atraviesa desde el mismo origen de la Patria; y es una batalla cultural que venimos ganando pese a los que, sin rubor alguno, pretenden rendirla nuevamente ante los usurpadores del norte, usándola, por ejemplo, como moneda de pago al FMI y a los fondos buitres.
Que ni lo intenten.
Fuente : agenciapacourondo.com.ar
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