El programa neoliberal y los discursos de odio de Bolsonaro se completan con una crisis sanitaria, producto de su negacionismo frente al COVID-19. Personalidades de la cultura y la política lanzaron un manifiesto en defensa de la vida. Qué dice y cómo suscribir.
Por Carlos Iaquinandi Castro (*)
Brasil, muy a pesar de sus habitantes, vuelve a ser noticia. La coincidencia de la pandemia de coronavirus con el mandato presidencial de Jair Bolsonaro provoca una situación dramática que excede las fronteras del gigante latinoamericano. Uno de los países con mayor potencial en aquel continente y en el mundo, afronta hoy un panorama desolador.
El individuo que ganó las elecciones del 2018, aupado por sectores de extrema derecha, el apoyo de terratenientes y una poderosa organización religiosa evangélica, ha deteriorado progresivamente la vida de amplios sectores ciudadanos con sus medidas económico-sociales.
Los orígenes
El New York Times recordó que Bolsonaro ganó las elecciones manipulando las redes sociales y produciendo noticias falsas. Durante la campaña incentivó la polarización y justificó la violencia. Además, no participó en ningún debate público.
Hay quienes explican su llegada al poder como una herencia de la propia historia del país, que por más de tres siglos fue una colonia portuguesa que se organizó en extensos latifundios dominados por el despotismo de un puñado de dueños de haciendas. La esclavitud en Brasil fue un lenguaje que moldeó conductas, estableció desigualdades y creó una sociedad condicionada por una estricta jerarquía.
Sobre esa realidad heredada montó Bolsonaro su gobierno. Para sus políticas económicas trajo a Paulo Güedes, formado en la Escuela de Chicago, cuna del neoliberalismo, y asesor del dictador Augusto Pinochet en los años 80. En sus 26 meses de gobierno, sus políticas han acentuado la pobreza y las protestas sociales han sido duramente reprimidas.
Licencia para quemar bosques
Hace meses analizamos en SERPAL y AGENCIA PACO URONDO la gravedad de los incendios que se propagaban en la región amazónica arrasando bosques y aniquilando la vida animal en el pulmón del planeta.
Las denuncias de los pobladores, muchos de ellos indígenas originarios, responsabilizan a las grandes empresas agrícolas. Expertos medioambientales indican que el fuego es utilizado para desforestar y limpiar grandes zonas para abrir pistas o preparar tierras para agricultura.
En el 2019 -primer año de gobierno de Bolsonaro- se produjeron más de 70.000 focos de incendio, representando casi el doble de áreas afectadas que el año anterior. Ya entonces organizaciones internacionales denunciaron los efectos irreversibles que podrían producirse en el medio ambiente del planeta.
Una “gripecita”
Cuando el comienzo de la pandemia, Bolsonaro sacó un decreto autorizando a las empresas a suspender el contrato de sus trabajadores por cuatro meses sin sueldo “para enfrentar los efectos económicos”.
Lo más grave fue la ligereza con la que consideró los efectos del coronavirus que describió como una “gripecita”. Mientras gobernadores y alcaldes intentaban tomar medidas restrictivas para limitar la propagación de la pandemia, Bolsonaro pregonaba todo lo contrario y minimizaba los riesgos.
Colapso en Amazonia
A principios de año, Manaos -la capital de la Amazonía- sufrió un colapso sanitario con un récord de hospitalizaciones y fallecimientos por la COVID-19. La mayor ciudad del Estado quedó sin camas y sin oxígeno para atender a los enfermos.
Las críticas al negacionismo del Presidente las encabezó el propio gobernador de San Pablo, Joan Doria, quien responsabilizó a Bolsonaro por el desastre sanitario y afirmó que el presidente puede ser acusado de genocidio. También pidió la inmediata reacción del Congreso. El opositor partido Socialismo y Libertad, defendió que se le abra un juicio político para destituirlo por su responsabilidad en el caos sanitario.
Reclaman medidas urgentes
Los secretarios estatales de Salud temen un “inminente colapso nacional de la red sanitaria pública y privada” sin un toque de queda nacional y, en las zonas más afectadas, confinamiento. Cientos de enfermos necesitan una cama hospitalaria; y decenas han fallecido en la espera.
Los expertos señalan que la situación de la epidemia en Brasil es extremadamente grave. La BBC indica que científicos británicos que investigan las mutaciones del coronavirus estiman que la transmisión incontrolada de la COVID-19 puede convertir al país en una “fábrica” de variantes potencialmente capaces de escapar a la eficacia de las vacunas.
La vida ante todo
Ante este dramático panorama, sectores de la sociedad brasileña han reaccionado. Una iniciativa liderada por el teólogo, profesor de ética, escritor y filósofo Leonardo Boff, de 82 años, Chico Buarque, Frei Betto, Dilma Roussef, entre otros, convoca a una movilización internacional a través de un “manifiesto de la vida ante todo” que ya han firmado miles de personas, y que reproduzco en su traducción del original en portugués, para que quienes lo deseen puedan suscribirlo, en este enlace.
CARTA ABIERTA A LA HUMANIDAD
“Vivimos en tiempos oscuros, donde las peores personas han perdido el miedo y las mejores han perdido la esperanza”. Hannah Arendt
Brasil pide ayuda a gritos.
Brasileñas y brasileños comprometidos con la vida son rehenes del genocida Jair Bolsonaro, que ostenta la presidencia de Brasil, junto con una banda de fanáticos impulsados por la irracionalidad fascista.
Este hombre sin humanidad niega la ciencia, la vida, la protección del medio ambiente y la compasión.
El odio al otro es su razón para ejercer el poder.
Brasil sufre hoy el colapso intencional del sistema de salud.
El descuido de la vacunación y las medidas preventivas básicas, el fomento de la aglomeración y la ruptura del confinamiento, sumado a la ausencia total de una política de salud, crean el ambiente ideal para nuevas mutaciones del virus y ponen en peligro a los países vecinos y a toda la población.
Vimos con horror el exterminio sistemático de nuestra población, especialmente de los pobres, quilombolas e indígenas. Brasil se ha hecho una “cámara de gas” a cielo abierto.
El monstruoso gobierno genocida de Bolsonaro pasó de ser solo una amenaza para Brasil a convertirse en una amenaza global. Apelamos a los organismos nacionales - STF, OAB, Congreso Nacional, CNBB – y a la OMS y las Naciones Unidas. Instamos a la Corte Penal Internacional (CPI) a condenar urgentemente la política genocida de ese gobierno que amenaza a la civilización. ¡La vida sobre todo!
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