En Afganistán, varias bombas estallaron el sábado frente a una escuela ubicada en la capital, Kabul, lo que provocó la muerte de al menos 85 personas, en su mayoría niñas escolares. Las familias, devastadas, sepultaron a sus seres queridos mientras siguen creciendo la ira y desesperación en la región.
Mohammad Sadiq: “Nuestro mensaje al Gobierno es que debe garantizar nuestra paz y seguridad. Además, nuestro mensaje al enemigo, ciego de corazón, es que ya hay demasiados incidentes en Kabul. Deberían detener la violencia y aceptar la paz y la estabilidad. ¿Hasta cuándo seguiremos enterrando cadáveres? Las autoridades gubernamentales no hacen más que disculparse y mostrarnos compasión, pero eso no sana nuestro dolor”.
Las explosiones ocurrieron en un vecindario habitado en su mayor parte por la minoría étnica chií hazara. El Gobierno afgano culpó a los talibanes por el ataque, pero el grupo negó ser el responsable. La masacre se produjo una semana después de que las fuerzas armadas estadounidenses y de la OTAN comenzaran a retirarse de Afganistán, en medio de un aumento de la violencia. En otra región del país, al menos once personas murieron y otras decenas resultaron heridas, incluidos mujeres y menores de edad, después de que una bomba explotara e impactara un autobús en la provincia sureña de Zabul el domingo por la noche.
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