Donald Trump inició su segunda gestión presidencial rodeado de magnates y líderes conservadores mientras lanzó una batería de medidas contra inmigrantes, diversidad y pactos ambientales y sanitarios. Polémicas y escándalos a la orden del día.
La segunda temporada de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, que él mismo prometió será “una era dorada”, comenzó con mucho ruido, contradicciones, puestas en escena bizarras, discursos altisonantes, medidas escandalosas y promesas de mucha más acción, suspenso e incertidumbre. No se trata del texto del tráiler de una nueva serie o de un film holliwoodense, aunque el elenco es millonario –en la asunción estuvieron Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Elon Musk, quien quedó en el foco del escándalo por hacer un saludo símil nazi– , sino de parte de lo que muchos analistas políticos califican como el ascenso global de la extrema derecha –allí estaban como invitados especiales la premier italiana Giorgia Meloni, el premier húngaro Viktor Orbán, el presidente salvadoreño Nayib Bukele y el argentino Javier Milei–. Todo unificado por un guion bastante burdo y previsible antiinmigrante, contra las agendas sociales progresistas o lo que ellos llaman “woke” o “de izquierdas” (a nivel local simplemente “zurdos de mierda”) y cuyo desarrollo narrativo se multiplica en grandes medios y en redes sociales, y se torna cada vez más oscuro y siniestro.
El magnate volvió el lunes 20 de enero pasado a la presidencia en Washington con aires de revancha y desde el primer minuto de su juramento anunció decenas de decretos de lo que él mismo calificó como “órdenes ejecutivas históricas”, cuyas repercusiones encendieron nuevas polémicas, debates y escándalos.
Entre las principales medidas se encuentra el envío de tropas a la frontera sur límite con México y la declaración de “emergencia nacional” en la zona para repeler “la desastrosa invasión” de inmigrantes. Prometió echar “a millones y millones de extranjeros criminales”. También anunció la retirada del Acuerdo de París sobre cambio climático y la salida de la Organización Mundial de la Salud. Además, indultó a más de mil trumpistas condenados por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
En ese marco, se conoció que el gobierno autorizó las detenciones de extranjeros ilegales en las escuelas, hospitales e iglesias, lugares previamente considerados “protegidos”. Se trata de una orden del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés), que revocó una directriz de la Administración de Joe Biden que instruía a las autoridades migratorias a evitar razzias en estos lugares o cerca a ellos, según la agencia AP.
También eliminó el derecho a la ciudadanía por nacimiento. La BBC publicó que los fiscales generales de 22 estados presentaron este miércoles demandas contra la medida que borra de un plumazo esta práctica migratoria centenaria que se deriva de la 14ª enmienda de la Constitución.
La orden “Protección del significado y el valor de la ciudadanía estadounidense» estipula que la administración ya no reconocerá la ciudadanía automática a los niños nacidos en suelo estadounidense de padres inmigrantes siempre y cuando ninguno de los padres sea ciudadano estadounidense o residente permanente legal.
En tanto, en un guiño a los sectores más conservadores que lo respaldaron anunció que desde ahora “será política oficial del gobierno de los Estados Unidos que sólo existan dos géneros: masculino y femenino”.
La orden titulada “Defender a las mujeres del extremismo de la ideología de género y restaurar la verdad biológica en el Gobierno federal” eliminará el reconocimiento de las identidades transgénero y no binarias, prohibiendo a las personas actualizar género en los pasaportes y otros documentos federales que actualmente permitían marcadores de género “X”.
Una de las primeras réplicas la sufrió Trump en su propia cara cuando transcurría la ceremonia religiosa oficial posterior a la asunción presidencial. La obispa Mariann Edgar Budde, en plena oración inaugural en la Catedral Nacional de Washington, miró a los ojos al magnate y le dijo: “Millones de personas han depositado su confianza en usted y, como usted le dijo ayer a la nación, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso –por la referencia que hizo Trump sobre que Dios lo “salvó” de morir cuando en campaña en un atentado una bala rozó su oreja–. En nombre de nuestro Dios, le pido que tenga misericordia de la gente de nuestro país que ahora está asustada. Hay niños gays, lesbianas y transexuales en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas”, lanzó. El rostro del magnate sorprendido se tensó, pero todavía faltaba más.
Foto: EFE
La prelada episcopal de la Iglesia Anglicana siguió: “Las personas que recogen nuestras cosechas y limpian nuestras oficinas, que trabajan en granjas avícolas y en plantas empacadoras de carne, que lavan los platos después de que comemos en restaurantes y que trabajan en turnos nocturnos en hospitales, puede que no sean ciudadanos o no tengan la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son criminales, pagan impuestos y son buenos vecinos, son miembros fieles de nuestras iglesias y mezquitas, sinagogas y templos”, sostuvo ante la incomodidad manifiesta de Trump y su comitiva.
“Nuestro Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero porque todos fuimos extranjeros en esta tierra”, agregó y cerró con un “amén” en medio de un silencio atronador. Después, un Trump indignado expresaba que la obispa era “una radical de izquierda” y que “además de sus comentarios inapropiados, el sermón fue muy aburrido y muy poco inspirador”. “¡No es muy buena en su trabajo! ¡Ella y su iglesia le deben una disculpa al público!”, posteó en redes sociales.
Antes se decía que “segundas partes nunca fueron buenas” pero muchos estadounidenses empobrecidos y desesperanzados pusieron otra vez una ficha al discurso trumpista de “Make America Great Again”, volver a hacer grande América (MAGA). En este sentido, el de apelar a la grandeza perdida, fueron los primeros anuncios de Trump: reindustrialización, aranceles a los productos extranjeros, más extracción petrolera y hasta la promesa de ir al planeta Marte.
También adelantó el fin del apoyo a la producción de los vehículos eléctricos, lo que tiene como contraparte que afectará a Tesla, empresa de su mano derecha Elon Musk.
Pero el dueño de X, SpaceX y Tesla (la mayor planta de Tesla se encuentra en Shanghai) tiene ahora otras preocupaciones además de sus nuevas funciones como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), creado por Trump para reducir el gasto público.
Ya quedó para la historia su escandalosa gestualidad similar al saludo nazi-facista al finalizar un discurso en el que expresaba su entusiasmo por los planes de Trump de enviar una misión tripulada a Marte.
“¿Se imaginan lo maravilloso que será que los astronautas estadounidenses planten la bandera en otro planeta por primera vez? ¡¿Qué inspirador sería eso?!”, expresó mientras simulaba plantar banderas en Marte. Después, con euforia desmedida, y al estilo del personaje Micky Vainilla de Diego Capusotto, realizó con su brazo un saludo al estilo hitleriano lo que causó revuelo. Milei salió en su defensa y dijo que se trató de un “inocente gesto”, mientras la prensa recordó que Musk respaldó al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), un partido antiinmigración y antislámico que los servicios de seguridad alemanes califican de extremista de derecha, según publicó France 24.
En otro orden, y relacionado a la polémica figura de Musk, los medios estadounidenses se hicieron eco de la posibilidad de que el magnate compre TIK-TOK, lo que el propio Trump dijo ver con buenos ojos.
Trump añora la otrora Estados Unidos potencia industrial y para tentar a los empresarios a volver para invertir y producir en el país promete bajar al máximo los costos energéticos. “Instruiré a todos los miembros de mi gabinete a movilizar los vastos poderes a su disposición para derrotar lo que fue una inflación récord y reducir rápida y drásticamente los costos y los precios. La crisis inflacionaria fue causada por el gasto masivo y el alza incesante de los precios de la energía. Por eso, también declarar una emergencia energética nacional. Perforaremos, sí, perforaremos”, dijo.
“Estados Unidos volverá a ser una nación manufacturera, y tenemos algo que ninguna otra nación manufacturera tendrá jamás: la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país en la Tierra, y vamos a usarla”, anunció.
“Bajaremos los precios, llenaremos nuestras reservas estratégicas de nuevo, hasta el tope, y exportaremos energía estadounidense a todo el mundo, volveremos a ser una nación rica, y es ese oro líquido bajo nuestros pies lo que nos ayudará a lograrlo. Con mis acciones de hoy, pondremos fin al Nuevo Pacto Verde y revocaremos el mandato de vehículos eléctricos, salvando nuestra industria automotriz y cumpliendo mi sagrada promesa a nuestros grandes trabajadores automotrices estadounidenses”, vaticinó Trump.
En su primer discurso como mandatario reelecto, Trump se autoproclamó pacifista y se anotó como un poroto propio el reciente acuerdo Hamas-Israel: “Mi legado más orgulloso será el de ser un pacificador y unificador. Eso es lo que quiero ser, un pacificador y unificador. Me complace decir que, a partir de ayer, un día antes de asumir el cargo, los rehenes en Oriente Medio están siendo devueltos a casa con sus familias”, sostuvo.
Sin embargo, poco después volvió a mostrar su faceta guerrerista e imperialista al insistir:
“Dentro de poco, cambiaremos el nombre del Golfo de México al Golfo de América. Y restauraremos el nombre de un gran presidente, William McKinley, a la montaña McKinley, donde debería estar y donde pertenece. El presidente McKinley hizo a nuestro país muy rico, a través de aranceles y talento. Era un hombre de negocios natural y le dio a Teddy Roosevelt el dinero para muchas de las grandes cosas que hizo, incluyendo el Canal de Panamá, que tontamente se le entregó al país de Panamá después de Estados Unidos”, volvió a reiterar, como en campaña, el magnate cuando dijo que no descartaba una acción militar.
“A los buques estadounidenses se les están cobrando tarifas excesivas y no se les trata de manera justa en ningún sentido. Y eso incluye a la Armada de los Estados Unidos. Y, por encima de todo, China está operando el Canal de Panamá, y nosotros no se lo entregamos a China, se lo entregamos a Panamá. Y lo vamos a recuperar”, exclamó al asumir en Washington.
Estas actitudes expansionistas en el Golfo de México y Panamá, a las que se le pueden sumar las propuestas en campaña sobre la incorporación de Canadá y Groenlandia, o las amenazas de aranceles a la Unión Europea, tienen un único destinatario: el gigante asiático, según coincidieron tanto el ex embajador de Argentina ante la República Popular China durante el gobierno de Mauricio Macri, Diego Guelar, como Sabino Vaca Narvaja, ex embajador argentino en Pekín en el gobierno de Alberto Fernández, ambos especialistas en el tema, entrevistados por el dueño de Perfil, Jorge Fontevecchia.
Trump mantuvo su propuesta de imponer impuestos del 10 por ciento a todas las importaciones de China pero para el próximo mes de febrero, lo que en principio sonaba que arrancaría esta semana. “Pareciera que volvió sobre sus pasos tras expresar, ni bien había asumido, que dejaría en stand by la imposición de aranceles a bienes importados desde China”, analizaron analistas del campo preocupados por el impacto en los mercados agrícolas, según el sitio Agroverdad.
Desde China expresaron que están dispuestos a mantener la comunicación con Estados Unidos para “gestionar adecuadamente las diferencias y ampliar la cooperación mutuamente beneficiosa”.
El viernes 17 de enero pasado, Trump y el líder chino Xi Jinping mantuvieron una conversación telefónica. “Siempre creemos que no hay un ganador en una guerra comercial o una guerra arancelaria. China siempre salvaguardará firmemente sus intereses nacionales”, dijo este miércoles el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, a los periodistas en una conferencia de prensa, publicó la agencia Xinhua.
Trump había dicho además que impondría un arancel del 25 por ciento a México y a Canadá sobre todos los productos pero también quedó en suspenso, entre otras cosas porque según analistas producirían un aumento que complicaría el frente inflacionario.
Pero Trump también disparó sus dardos contra la Unión Europea al expresar que la UE y otros países tienen superávits comerciales preocupantes con Estados Unidos.
“La Unión Europea es muy, muy mala con nosotros”, dijo. Y, por lo tanto, “van a tener que pagar aranceles. Es la única forma de obtener justicia”, sentenció, según la agencia Reuters.
Trump volvió a amenazar con sanciones a Rusia al afirmar que impondría aranceles y que la medida podría extenderse a otros países que estén proporcionando apoyo a Moscú en el conflicto. A la vez, Trump dijo que “no busca hacer daño a Rusia” y que “siempre ha tenido una muy buena relación con el presidente (Vladimir) Putin”.
“Dicho esto, voy a hacerle a Rusia, cuya economía está fallando, y al presidente Putin, un FAVOR muy grande. Pónganse de acuerdo ahora y ¡PAREN esta ridícula guerra! SÓLO VA A EMPEORAR”, escribió en mayúsculas en su red Truth Social.
“Estamos hablando con (el presidente ucraniano, Volodimir) Zelenski, vamos a hablar con el presidente Putin muy pronto”, había dicho un día antes en conferencia de prensa.
Durante la campaña electoral, Trump prometió que acabaría con la guerra en Ucrania en 24 horas, aunque nunca detalló cómo lo lograría. Por su parte, Keith Kellogg, enviado especial de Trump para Ucrania y Rusia, rebajó recientemente las expectativas al pedir en una entrevista con Fox News un plazo de 100 días para negociar la paz.
La consulta en la primera rueda de prensa un día después de su vuelta a la Casa Blanca que no podía faltar fue sobre Venezuela. Trump aseguró que observa la situación en la nación caribeña “con mucho interés”. Según recogieron las agencias Reuter y AP, reiteró su compromiso con la salida de Maduro del poder mediante sanciones económicas aún más dañinas que los bloqueos actuales para la república bolivariana: “Probablemente vamos a dejar de comprar petróleo a Venezuela. No lo necesitamos”, sugirió como medida de una estrategia más amplia. “Eso cambiaría a Venezuela bastante”, opinó.
En este sentido, el flamante secretario de Estado, Marco Rubio, un halcón de línea dura en política exterior, expresó en su audiencia de confirmación que Estados Unidos debería revisar las licencias otorgadas a empresas como Chevron, que aún operan en Venezuela. Rubio destacó que estas actividades generan miles de millones de dólares en ingresos para el gobierno de Maduro.
Así, Trump cierra la primera semana de un gobierno plagado de viejas novedades y nuevas incertidumbres, con decenas de decretos por día que no sólo afectan a los estadounidenses sino a un mundo expectante por los peligrosos bamboleos de un gigante herido que va a los tumbos, intentando ponerse en pie como un elefante en un bazar.
“Nuestro país va a florecer y será respetado en todo el mundo, seremos la envidia de todas las naciones y no dejaremos que se aprovechen de nosotros. Haré que EEUU esté en primer lugar”, añoró Trump en su investidura como 47 presidente de Estados Unidos.
Fuente : redaccionrosario.com
Si te ha gustado, ¡compártelo con tus amigos!