La emergencia de atender a la enseñanza en la pandemia abrió la puerta a quienes miran a la educación pública con ojos de mercado. Esta vez a través de las corporaciones tecnológicas que ofrecieron soluciones rápidas a problemas urgentes: plataformas, dispositivos y programas educativos estaban listos como pan caliente para ganar las aulas de la región. Este es uno de los datos centrales que se desprende del informe Situación laboral y educativa de América Latina en el contexto de la pandemia COVID-19, elaborado por la Internacional de la Educación para América Latina (IEAL).
No por casualidad, la reconocida educadora Adriana Puiggrós advirtió que la soberanía no es sólo un problema ideológico o algo abstracto: “Atraviesa nuestras ideas políticas, vidas cotidianas y nuestro trabajo”. El llamado de atención lo hizo para remarcar cómo las grandes empresas mediáticas, tecnológicas y editoriales “avanzan sobre la educación pública”.
Puiggrós fue una de las invitadas por Amsafé Provincial a presentar el informe de la IEAL. Una actividad virtual en la que también participaron Sonia Alesso, Miguel Duhalde, Mariana González y Lucía Trotta, como referentes de la investigación –disponible en internet– que estuvo a cargo del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), del Instituto de Investigaciones Marina Vilte de CTERA y del Instituto de Estudio y Capacitación (IEC) de la Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu).
El estudio contiene “un análisis sobre la situación social, laboral y educativa en la que se encontraban los países de la región y el devenir de dicha situación transcurrido el año 2020 en el contexto de la pandemia por el Covid-19”. Esos países analizados son la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
El acento de la intervención de Puiggrós estuvo en “la comercialización de la educación” favorecida por la emergencia que planteó la pandemia. “Hay que tomar conciencia de que la idea de las grandes corporaciones no es responder a las urgencias sino quedarse”, observó la ex viceministra de Educación de la Nación. Alertó entonces sobre los acuerdos de los distintos gobiernos con las corporaciones para sostener la educación en la pandemia: “Eso crea un tejido dificilísimo de deshacer. Cada hecho hace al futuro, cada compromiso sienta un compromiso para el futuro. No se puede pensar –ante la urgencia– lo hago y después lo deshago”.
Sobre este señalamiento puntual, en el informe se lee: “Lo que hoy preponderantemente existe son coaliciones multisectoriales y «alianzas de hecho» entre los Estados (nacionales y subnacionales), las empresas privadas proveedoras de servicios educativos (Microsoft, Amazon, Google, etcétera), los Fondos de financiamiento o Bancos internacionales (BID, BM, etc.) y las Organizaciones Transnacionales (Unesco, Unicef, Ocde, etc.) para avanzar en las reestructuraciones de los sistemas educativos con clara primacía de las tendencias privatizadoras. Hablamos de «alianzas de hecho» porque no necesariamente existen ni se exigen marcos legales, normativas o leyes específicas en los países para regular esto, sino que «de hecho» se firman los respectivos convenios y acuerdos públicos-privados”.
Esa reconfiguración de los sistemas educativos –incluye el de la educación superior– implica además avanzar sobre la identidad docente, salarios, formación y administración de la enseñanza y aprendizajes.
Al presentar el informe, se aludió al uso que hacen estas corporaciones digitales de los “datos personales”. Una cuestión desarrollada en el documento de la IEAL, en el que se llama la atención sobre el poder que otorgan “los datos” para anticipar, predecir y controlar el comportamiento de millones de personas, además de estimular determinados consumos. Y cómo ese mismo comportamiento se traslada a la educación: “Las empresas que operan con el desarrollo de las herramientas digitales en el campo educativo obviamente funcionan con las mismas lógicas, recolectando, almacenando y procesando los datos personales, cada vez, de manera más automatizada y novedosa. De este modo, la «experiencia educativa», también se incluye en la dinámica empresarial que la concibe como de «materia prima para la industria digital». Mientras que, de esta manera, las ONG, fundaciones y empresas privadas que usan estas grandes plataformas (habilitadas por los gobiernos), pasan a tener cada vez más posibilidades para la determinación de las políticas educativas y la dominación social”.
Frente a semejante panorama, Adriana Puiggrós llamó a no quedarse inmóviles, más bien a mirar la historia, pensar el momento y proyectarse siempre a un mejor futuro. Invitó a releer a Paulo Freire, en especial a dos de sus obras: La educación como práctica de la libertad y Pedagogía de la esperanza. Un rato antes había remitido a la hermosa idea del “inédito viable” de la que habla Freire en este último libro: “No podemos existir sin interrogarnos sobre el mañana, sobre lo que vendrá, a favor de qué, en contra de qué, a favor de quién vendrá; sin interrogarnos sobre cómo hacer concreto lo inédito viable que nos exige que luchemos por él”.
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