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Volvamos el tiempo atrás, giremos en reversa la manivela de la historia, sólo unas pocas vueltas. Jueves 2 de septiembre de 1999, las tapas de los diarios por esos días hablaban de un sólo tema: el accidente de Lapa. Tres días antes, el 31 de agosto, un avión que había decolado de Córdoba no pudo detener su carreteo después de posarse en el aeropuerto porteño Jorge Newbery y terminó incendiándose tras cruzar la Avenida Costanera Rafael Obligado. Las víctimas fueron sesenta y cinco y se abrían las investigaciones periodísticas y las historias de vida de los sobrevivientes.

Página 12 y Clarín dieron cuenta de ese accidente en sus tapas. El matutino de Ernestina Herrera de Noble, por ese entonces viva, tituló en letras negras inmensas: “El avión tuvo fallas antes de la tragedia”, acompañado por una foto de Carlos Garibotto y su hijo de 8 años, quienes pudieron escapar de las llamas. Aquella tapa traía tres títulos más sobre ese hecho: “Los muertos son más de setenta; hay mujeres estadounidenses”; “El dueño de Lapa dice que no cambia los aviones por el impuesto docente”, y “Ahora estudian apurar el traslado del Aeroparque a Ezeiza”

Lo leo y no lo puedo creer, Clarín ya era Clarín antes de Néstor y Cristina. Esperen que hay dos títulos más en esa tapa: “Tarjetas: tope a los intereses”, que reflejaba que el Congreso había ratificado una ley vetada de Carlos Menem en favor de los bancos, y la otra: “Massera pagará de su bolsillo”, se refería a que la corte había obligado al represor a pagar 120 mil pesos al sobreviviente de una familia secuestrada en la Esma. Pavada de tapa, ¿no les parece?

Página 12 tituló: “Las causas del infierno”, mientras que otros títulos inferiores enumeraban: “Falta de mantenimiento”; “Falla técnica y humana”; “Sobrepeso oculto”, y “Falla técnica múltiple”.

También ese día se destacaron en la portada otras tres notas: “Duda vs Calafate”, de Miguel Bonasso; “Hermandades”, de Juan Gelman, y “Bisordi más cerca del juicio político”, de Martín Granovsky.

En el recuadro humorístico, de Paz y Rudy, alguien parado junto al despacho de Menem le preguntaba: “¿Se volvió a amigar con Duhalde?”. A lo que el presidente riojano respondía: “No, es que el Cabezón está mal, cayó en las encuestas y es probable que pierda”.  Entonces, la primera persona le decía: “Claro, y usted se acerca para ayudarlo”. Y el patilludo remataba: “No, para asegurarme”.

Pareciera que no cambió mucho, Mirtha estaba en América y el viernes 27 de agosto visitaba a Alejandro Romay en vivo a partir de las 22. Por otro lado, el 2 de septiembre fue un jueves, día de estrenos. Garage Olimpo comenzaba su camino de éxitos y se erigía ganadora de muchos premios nacionales e internacionales, entre ellos el del Festival Internacional de Cannes (Selección Oficial “Un Certain Regard”), el de Mejor Film en el Festival de Cartagena y el Primer Premio del Festival de Cine de La Habana, por nombrar algunos.

¿Y en el mundo, che?

El 2 de agosto de ese año, se fundaba la página de internet latinoamericana de compras Mercado Libre, pedazo de lamentable nacimiento.  El 26, en el Campeonato Mundial de Atletismo de Sevilla, el velocista estadounidense Michael Johnson imponía un nuevo récord mundial en la especialidad de los 400 metros planos tras cronometrar una marca de 43.18 segundos. Y el 27, legisladores venezolanos, opositores a Hugo Chávez, se trepaban a una verja que rodeaba el Capitolio en Caracas en un intento por ocupar las Cámaras.

En tanto, en este contexto, en el teatro de Empleados de Comercio, Carlos Del Frade, junto a un compañero, presentaba el número cero del mensuario El Eslabón de la Cadena Informativa. Esa tapa rezaba “El Eclipse del Modelo”.

Apenas perceptible para la coyuntura del momento, casi indistinguible para las mayorías, intrascendente para el periodismo local. Sí, tal vez sea verdad. Sin embargo, ese día también nacía en nosotros la tozudez de sostener que la noticia era y es un derecho humano, el capricho de ponerse del lado de los trabajadores, las ganas de insistir, molestar, romper las pelotas, denunciar y poner en agenda las necesidades de las mayorías. El empecinamiento en perseguir a los ideólogos de la dictadura y sus asesinos, la obstinación de ir por más derechos, la porfía de que la salida era y es colectiva, la terquedad de que valía y vale la pena lo imposible, la obcecación de reconstruir utopías, la obsesión de una patria para todos y todas. ¡Vamos por otros 25, carajo!
 

Fuente : redaccionrosario.com