Los autores reflexionan a 6 años del acontecimiento político que dio origen a la resistencia kirchnerista al macrismo: la citación a declarar a Comodoro Py a Cristina Fernández de Kirchner, que produjo una masiva movilización en su apoyo.
Por Manuel Saralegui y Rodrigo Lugones
“Sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona”
Juan Domingo Perón
“Morir queriendo ser libre,
encontrar mi lado salvaje.
Ponerle alas a mi destino,
romper los dientes de éste engranaje.”
La Renga – Hablando de la libertad
“Habrá estrellas, como huellas,
del destino, del camino.
De los que siempre buscaron un viento mejor.
Y no habrá que pagar después las deudas de no sé quién”
Callejeros - Otro viento mejor
A 120 días de haber asumido Macri ya se sentían los despidos, el ajuste, el tarifazo. Mientras se producía una brutal devaluación y pérdida del salario, el Poder (con P mayúscula) encanaba a Milagro Sala, reprimía trabajadores, y perseguía a Cristina. Como si estuviera mirando otra película –o no– gran parte de la autodenominada “dirigencia” del Partido Justicialista tiraba boludo y ensayaba una “unidad” que excluía al kirchnerismo, convocando a revalorar figuras como Julio Bárbaro o Eduardo Duhalde.
Habiendo hablado por última vez el 9 de diciembre de 2015 ante una plaza colmada, CFK volvió a la escena pública con una multitudinaria movilización que llegó en caravana de todos los puntos del país hasta Comodoro Py, el oscuro edificio donde la mafia judicial hace el trabajo sucio de las corporaciones locales y extranjeras. Luego de declarar ante el infame pistolero Bonadío por la causa “Dólar futuro”–más trucha que declaración jurada de Macri–, bajo la lluvia de mediodía en un miércoles laboral, en un escenario ensayado en un camión de un sindicato y frente a más de medio millón personas, Cristina llamó a crear un gran frente ciudadano.
No la unidad del Partido Justicialista, ni siquiera la unidad del peronismo. Un frente compuesto por “ciudadanos sin afiliación, agrupados en ONGS, asociaciones sociales, religiosas, de cualquier tipo… Habrá gente que nunca será kirchnerista, pero la cuenta de luz, de gas, y el chango del supermercado lo tienen que llenar igual los k, los anti-k y todos. A eso voy, a las realidades que está viviendo nuestra gente”. Un frente ciudadano en el cual no se le pregunte a nadie a quién votó, ni de qué partido es, ni en que sindicato está, o si es trabajador informal, jubilado, no jubilado, si paga ganancias o no paga. Desde las realidades que vive la gente, un gran frente social, cultural, popular organizado. Porque, dijo Cristina ese día: “los dirigentes en definitiva no cambiamos la historia. Los que cambian la historia son siempre los pueblos“.
El punto de Unidad de los argentinos, nos decía, es reclamar por los derechos que les han arrebatado. Porque la unidad contra el neoliberalismo no es de los partidos ni de les dirigentes entre sí. La unidad es la unidad nacional para volver a ser felices. La unidad es con la gente adentro.
Tal como hizo (y hace) una y otra vez, aquel 13 de abril Cristina nos descolocó poniendo el énfasis donde tenía que estar. El tema no era la unidad, sino el programa bajo el cual se construye esa unidad. Que la política no se cierre sobre sí misma. Que se abra para que entre la gente. La caravana militante a Comodoro Py el 13 de abril de 2016 fue el puntapié de la resistencia al macrismo. El 17 de octubre de nuestras vidas, la revolución en nuestro tiempo. Desoyendo las voces que demandaban la autocrítica, la autoflagelación, la culpabilidad total del kirchnerismo y su autodisolución en un peronismo amigo de lo amarillo, el pueblo vio que Cristina estaba en peligro y se lanzó masivamente a la calle. Ese día ganábamos nuestra libertad luchando por la libertad de Cristina. Finalmente, para la militancia, libertad y lealtad son sinónimos. Lealtad a Perón, lealtad a Cristina, libertad del Pueblo
Trazando una diagonal, una efeméride chavista nos devuelve el significado epocal de abril para los pueblos de nuestra América. Un 11 de Abril de 2002 el comandante Chavez, es derrocado y encarcelado. En circunstancias similares a las de Juan Domingo Peron. En abril de 2002 ocurren muchas cosas en Venezuela. Entre ellas la masacre de Puente Llaguno, que deja un saldo de 19 muertos y 127 heridos.
Sin embargo, a pesar de la cárcel y el intento por terminar con el movimiento que sería la punta de lanza de la oleada de gobiernos progresistas en nuestra región, el 13 de abril, tan solo dos días después, una multitud se lanza a defender, en las calles, al comandante Hugo Chávez Frías. Consiguiendo, así, su liberación.
La militancia chavista ha creado una hermosa expresión popular que conecta con esa idea entre beatlesca y ricotera que plasmó Cristina en su 13 de abril. Aquella que decía que: “Aunque esté nublado, el sol siempre sale”. Ellos, en una suerte de secuencia numérica, construyeron la maravillosa sentencia: “Todo 11 tiene su 13”. Parafraseando: el pueblo siempre vuelve.
Desde Comodoro Py hace seis años, el pueblo empezó a volver de la mano de Cristina. Hoy, que una gran parte del gobierno parece desoir su voz, algún ministro reclama a gritos silenciar el debate y se nos exhorta a aceptar acríticamente el programa del Fondo Monetario; es importante recordar que fue la lucha popular la que nos dio libertad para correr los límites de lo posible, derrotar al neoliberalismo en las urnas y recuperar el Estado nacional para transformar la realidad.
Quizás por eso, bajo la tormenta de abril, amenazada por todo el poder real de la Argentina, en una aparente soledad política, Cristina se abrazó a su pueblo militante y le habló de la libertad:
“Libertad e para volver a crecer, para volver a trabajar, para que cuando alguien vaya a hacer una compra no sea una tortura, libertad para todos aquellos compatriotas que necesitan creer que el gobierno los cuida y no que los maltrata”.
¡Felíz día de la lealtad a Cristina compañerxs!
Cristina vive, la lucha sigue.
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