La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Resistencia viene llevando adelante la investigación de la Masacre de El Zapallar ocurrida en el año 1933 contra el Pueblo Moqoit y piden la colaboración de la comunidad para encontrar a descendientes de sobrevivientes de este crimen de lesa humanidad. Desde el programa Enredando las Mañanas de la Red de Medios Alternativos, la Agencia Periodística Timbó se puso en contacto con Diego Jesús Vigay, fiscal federal ad hoc en Causas de Lesa Humanidad, que participó en la Causa Caballero II, Causa Caballero III y en el Juicio por la Verdad de la Masacre de Napalpí, para hablar del tema.Por Agencia Periodística Timbó.
TIMBÓ: ¿CÓMO VIENE LLEVÁNDOSE ADELANTE ESTA INVESTIGACIÓN?
FISCAL DIEGO VIGAY: La Masacre de El Zapallar ocurrió en el año 1933 y, como estamos hablando de un crimen de lesa humanidad, no prescribe, incluso teniendo en cuenta lo que era la normativa del Estado argentino en 1933 cuando estaba vigente la Constitución Nacional de 1853. Chaco era Territorio Nacional todavía y en las convenciones internacionales firmadas por la Argentina a fines de 1800 y comienzos de 1900, que la tienen como parte de la comunidad internacional, había asumido ya compromisos que estaban ratificados por el Congreso de la Nación de juzgar este tipo de crímenes. En ese marco es que se está llevando adelante esta investigación.
En principio, tiene un número importante de pruebas, pero entendemos que no las suficientes como para ir a una instancia de Juicio por la Verdad. En los últimos años se han recopilado los testimonios de algunos sobrevivientes, como el caso del abuelo Pedro Balquinta, de Ramona Pérez y de Justino Lalecori. Hemos tenido acceso al expediente judicial labrado en 1933 por la Justicia de Territorios Nacionales, que tiene por supuesto lo que es la versión oficial, pero también una serie de datos muy importantes para lo que hace a la reconstrucción histórica de este caso. Tenemos documentación que fue aportada por un historiador del Chaco, Rubén Guillón, actualmente diputado provincial que es de la localidad de Gral. San Martín -lo que era El Zapallar – donde ocurre la masacre, como certificados de defunción y notas periodísticas de la época.
Y después hay una serie de autores, de historiadores, que han escrito sobre la masacre, de manera muy breve, sí, no ha ocurrido lo mismo con la masacre de Napalpí donde hubo muchísimas investigaciones. Pero estas reconstrucciones históricas de historiadores o periodistas de la época y posteriores, tienen datos interesantes. Todo eso, en principio, nos lleva a reconstruir que, en ese año, 1933, hubo una sequía muy importante en todo el Territorio Nacional del Chaco.
Fue un fenómeno muy profundo que generó una situación de hambre en toda la población indígena. Esto impactó en lo que era la Reducción Napalpí y se produce una diáspora, una peregrinación de centenares de personas del Pueblo Moqoit que salen de la reducción en busca de alimentos y de trabajo. A esta procesión se suman algunos contingentes más del Pueblo Moqoit y acampan el 6 de septiembre de 1933 en el ingreso a lo que en ese momento era la Localidad de El Zapallar, actualmente localidad de Gral. San Martín.
En esa instancia es que existe un ofrecimiento del comisario de darle un animal, una vaca y algo de galleta, que no resolvían mínimamente la cuestión del hambre, ni siquiera para un día. Deciden, en su desesperación, ingresar a la localidad en grupos de veinte y treinta personas, estamos hablando de familias, los niños y las mujeres iban adelante con la intención de demostrar lo pacífico del pedido. Son recibidos por lo que se estima fueron cincuenta hombres de la Policía de Territorios Nacionales, a los cuales se sumaron otros veinte a treinta hombres más, civiles de la localidad, y dispararon sobre la multitud. Se estiman varias decenas de muertos, alrededor de cincuenta.
De la información que tenemos en la investigación, puntualmente el expediente judicial, surge que cuando se produce la masacre detienen a unas veinte familias, las tienen en la comisaría, entre ellas al cacique Luis Durán que era quien encabezaba esta procesión y toman testimonio a dieciocho indígenas moqoit. En la comisaría están los datos de cada uno de ellos, el nombre y el apellido, la edad que tenían en ese momento. Ese listado nos da la posibilidad ahora de hacer un pedido de colaboración a la comunidad, al Pueblo Moqoit del Chaco, para buscar descendientes. En principio, de esas dieciocho personas que entendemos, por lo que ha sido la experiencia del Juicio por la Verdad de la Masacre de Napalpí, lo que tiene que ver con el relato oral en la cultura indígena, que pudieran conocer, que les hayan relatado sus padres, madres, abuelos o abuelas, y poder consolidar la construcción que hemos hecho hasta este momento sobre lo que fue la masacre.
TIMBÓ: ¿CÓMO EVALÚAS LOS CAMBIOS QUE PROVOCAN LOS JUICIOS POR LA VERDAD, COMO EL DE NAPALPÍ, EN CUANTO A LA RECONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA COLECTIVA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN NUESTRA REGIÓN?
DIEGO VIGAY: Hay un proceso de la propia comunidad. En el caso de Napalpí se ve con mucha claridad porque desde el año 1990 se inició un proceso muy rico, muy interesante de reconstrucción de la memoria histórica que tuvo que ver con el impulso de algunos jóvenes como el historiador qom Juan Chico. Jóvenes que en algunos casos no hablaban la lengua qom se replantearon por qué pasaba eso y se chocaron con la historia de la masacre de Napalpí. Empezaron a hacer un relevamiento y aparece el testimonio de Melitona Enrique, de Rosa Chará…después de Pedro Balquinta y Rosa Grilo. Un proceso que se ha ido consolidando con el tiempo, pero el tema del trauma, del terror, del miedo, está instaurado.
Nosotros lo vivimos cuando fue el Juicio por la Verdad de Napalpí, donde varios testigos tenían temor de dar su testimonio. Hubo un trabajo muy importante del equipo de psicólogos y psicólogas de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia del Chaco con la licenciada Carolina Fule, de varios meses, para poder contener esa situación. Creo que de alguna manera se va revirtiendo, el hecho de que el juicio de Napalpí haya sido oral y público, de que los testimonios se viralicen, que testimonien hijos y nietos y que eso se tome como un valor. Una serie de cuestiones en las cuales confiamos que nos pueden aportar en un sentido positivo para esta convocatoria que estamos haciendo en este momento.
La estamos trabajando con la comunidad, se tradujo al idioma moqoit con el profesor Juan Carlos Martínez y en este momento estamos trabajando con alrededor de veinte docentes bilingües moqoit, todos del interior del Chaco, de distintas localidades, que están transmitiendo esta convocatoria. Se está trabajando también con el IDACH (Instituto del Aborigen Chaqueño), la idea es trabajar también con la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, buscar todas las instancias para que se llegue, primero, a encontrar a quienes pueden conocer este relato oral y, después, ver todas las garantías y generar las condiciones para que se puedan tomar los testimonios.
En muchos casos, en lo que fue la investigación de Napalpí, fuimos al interior a la casa de los abuelos para que sea con el mayor resguardo posible, la mayor intimidad y su confianza para poder testimoniar. Hemos aprendido mucho en este camino, la verdad que tener personas de su confianza al lado a la hora de testimoniar, para la traducción, con las que ya charlen en su idioma, son cuestiones imprescindibles para que ese testimonio pueda ser bien recabado. Esos aprendizajes nos van a servir en el caso de que aparezcan estos testimonios que estamos buscando.
TIMBÓ: ¿ENCUENTRAN DESDE EL EQUIPO MAYORES RESISTENCIAS EN LA SOCIEDAD PARA RECONOCER LOS CRÍMENES CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS COMO CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD?
DIEGO VIGAY: Hay diferencias, claramente. Nosotros empezamos la investigación a partir de la interpelación que nos hacía Juan Chico, no a nosotros específicamente, pero sí a toda la sociedad, a todas las instituciones, de que no podía haber víctimas de crímenes de lesa humanidad de primera y de segunda. Y decía, ¿por qué se juzga la Masacre de Margarita Belén, que es extraordinario que se haga, pero no se lleva adelante un juicio por la Masacre de Napalpí? Y esta interpelación es la que nos llevó adelante para hacer la investigación e impulsar ese juicio por la verdad, buscando las herramientas, porque han pasado prácticamente 100 años de estas masacres indígenas.
Es muy difícil la reconstrucción, la verdad es muy compleja, demanda mucho trabajo. Muchas cuestiones como la interculturalidad, son todo un desafío para los actores judiciales, pero creo que se ha subido un escalón. Falta mucho por hacerse, el genocidio indígena tiene muchas masacres a lo largo y ancho de toda la Argentina. En este último tiempo se han impulsado causas a partir del antecedente de Napalpí, como las masacres de San Javier y de San Antonio de Obligado en el norte de Santa Fe, a fines de 1800 y principios de 1900. Se ha impulsado una causa en Comodoro Py por la Masacre de la mal llamada Campaña del Desierto contra los Pueblos Mapuche y Tehuelche. También en Santa Cruz contra los fusilamientos de la Patagonia Trágica donde la mayoría de las víctimas eran indígenas que venían de Chile a trabajar a la Argentina. Está la Masacre de Rincón Bomba que tiene una sentencia muy importante en lo que hace a la parte civil, económica, pero tiene la posibilidad de hacer un juicio por la verdad con todas las características que tuvo el Juicio de Napalpí.
Creo que se ha avanzado bastante en estos últimos años, pero sería solamente un comienzo si realmente se quiere abarcar el juzgamiento de lo que ha sido todo el genocidio indígena en la Argentina. Creo que este proceso de juzgar el genocidio indígena se puede llevar adelante porque se sembró, se construyó todo un camino de juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura que es lo que permite que en la Justicia Federal Argentina existan ámbitos y posibilidades de juzgar las masacres indígenas.
Fuente : anred.org
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