La rosarinidad al palo: gran protagonismo de la ciudad en el documental Argentina 78, que retrata el Mundial en plena dictadura. La construcción del hoy CC Fontanarrosa para la prensa. Ensayo general para la nueva Fifa de Havelange y Adidas.
Hacia el norte, La Calamita; hacia el centro, el Servicio de Informaciones (SI); al oeste, la Quinta de Funes y la de Fisherton. Algunos de los centros clandestinos que rodeaban al Gigante de Arroyito en 1978, cuando la Selección Argentina disputó en Rosario la segunda fase del Mundial.
Desde que la ciudad fue confirmada como anfitriona, Newell’s y Central “comenzaron una disputa encarnizada pero que de tan cruenta y repleta de trampas se convirtió en un paso de comedia”, escribió Matías Bauso en 78. Historia oral del Mundial, libro en el que se basó el nuevo documental de Disney, Argentina 78. En octubre del 74 una delegación de la Fifa, con su presidente Joao Havelange a la cabeza, viajó a Rosario. Agobiado por los dirigentes, pidió una sede compartida entre ambos clubes. Al otro día, ya fuera de la ciudad, se desdijo y tiró la pelota afuera: “Es tarea de la AFA”.
“En nada son mejores los rosarinos –dijo una vez el escritor Martín Caparrós– que en armarse mitos”. Y en la designación del estadio en diciembre del 74 hay uno que dice que dirigentes canayas con contactos en la Municipalidad (aunque el intendente Rodolfo Ruggieri era leproso) lograron acomodar para su beneficio el funcionamiento del tránsito, alterando semáforos, para que la comitiva de la Fifa llegara rápido a Arroyito y no tan rápido al Parque Independencia. A días del golpe de Estado del 76, Newell’s buscó revertir la decisión de dos años atrás ante las nuevas autoridades de facto, pero sin suerte.
Además de la ampliación del estadio, el Ente Autárquico Mundial (EAM) pidió construir un centro de prensa. Así nació el hoy llamado Centro Cultural Fontanarrosa. A mediados de mayo del 78, a días del Mundial (como casi toda obra, a último momento), se hizo la entrega del lugar ubicado en la entonces plaza Pinasco, hoy plaza Montenegro. Uno de los objetivos del área, indicaron, era “ofrecer a todo el mundo la mejor imagen de un mejor país”. Concluída la Copa, el lugar se convertiría en centro cultural, según la disposición del intendente de facto Augusto Cristiani. Y lo llamaría Bernardino Rivadavia, como el actual gobierno hace con Roca o Alberdi. Por allí pasaron Radio 2 y las oficinas de Aerolíneas Argentinas. Paradójicamente, en democracia fue sede de la Conadep. En 2012 recién se hizo justicia y pasó a llevar el nombre del Negro.
El referente local de ese lugar fue Natalio Wainstein, dirigente canaya que cedió La Calamita de Granadero Baigorria al Ejército, que abrió allí uno de los más grandes centros clandestinos de la zona. El laburo estrictamente de prensa fue del periodista Emilio Lafferranderie, que no es otro que el Veco, legendaria pluma de El Gráfico. “Escribía mejor que todo el mundo. Marcó una manera de contar”, dice Ariel Scher sobre ese cronista luego radicado en Perú.
En el tercer piso funcionó el espacio para reporteros gráficos, más un comedor. En el segundo, cabinas telefónicas para hablar con el exterior, teletipos. El primero se destinó al periodismo escrito. El Veco, en la planta baja, repartía las acreditaciones.
Durante ese mayo, además, se organizó un cuadrangular con los cuatro clubes grandes de Rosario para probar la nueva TV color. La empresa que los transmitía avisó que los partidos podrían ser interrumpidos “en la medida que los técnicos responsables lo estimen necesario para instruir a los futbolistas sobre la realización de aquellas jugadas que acaso puedan resultar de difícil captación y sobre las que se insistirá hasta alcanzar una perfecta visualización de las mismas”. Se disputaron con jugadores profesionales. El diario La Capital agregó que los futbolistas “también recibirán algunas recomendaciones respecto a sus movimientos dentro del campo de juego, ejecución de tiros libres o tiros de esquina, etc.”. El 18 de mayo estaba previsto el Central-Newell’s, pero nunca se jugó. “Para preservar el campo de juego”. Curiosamente, se habían enfrentado el 14 por el Metropolitano, con victoria auriazul.
El primer partido a todo color en la ciudad se vio, justamente, en el centro de prensa montado para la ocasión, luego centro cultural. Allí se transmitió el triunfo de Argentina ante Hungría en el debut. Rosario entró en acción con Túnez-México. Pero su protagonismo, sin embargo, comenzó apenas consumada la derrota albiceleste ante Italia, que la dejó segunda en el grupo y la obligó a mudarse a la ciudad.
“Ciudad limpia, ciudad sana, ciudad culta”. Bajo ese slogan, el capitán Cristiani presentaba a Rosario. Atrás había quedado el rumor instalado en la prensa porteña de que la Selección siguiera su camino en cancha de Vélez y así evitar salir de Buenos Aires. “Desastre informativo”, se indignó el diario local La Tribuna sobre la guía difundida por el EAM 78. La Rosario “que allí aparece no es la verdadera”.
Mario Kempes llegó en mayo al país, recibido por el dirigente que negoció con el Valencia las condiciones para su presencia en la Selección: Julio Grondona. En el Gigante, que lo sentía como su casa, arrancó “su” Mundial. En el Monumental, dijo, “estás rodeado de leones enjaulados, sí, pero en Rosario a los leones los tenés encima”.
El andar en Arroyito arrancó con victoria ante Polonia. En la previa, Videla pasó por el vestuario. En medio del partido, Montoneros interfirió la señal de TV y dio su mensaje. De todas maneras, el líder de esa organización armada, Mario Firmenich, aclaró en el documental que a 600 metros de los estadios reinaba una tregua. “Con el Mundial, no”. Tras el triunfo, Osvaldo Ardizone escribió en la revista Goles: “Todo Rosario vive en la calle”.
“La caldera del Diablo” le decían los medios brasileños al Gigante. Y para enrarecer la previa, difundieron un supuesto doping de Kempes. La fricción y la violencia reemplazaron a los goles. “Mientras sobrevivieran, el referí los dejaba”, dice Bauso. 0 a 0.
Después viene el famoso 6 a 0 a Perú. Si Osvaldo Soriano escribió El penal más largo del mundo, Bauso dice que aquel fue “el partido más largo del mundo”, porque “se sigue jugando hasta hoy”. Versiones cruzadas entre futbolistas peruanos aún alimentan la leyenda. Videla, acompañado por Henry Kissinger, le habló a los visitantes sobre “hermandad latinoamericana”. Héctor Chumpitaz dijo primero que “no lo tomé como una presión”, y años después dijo lo contrario.
El relato le fue ganando al recuerdo. José Velázquez insiste –salvo ante la Justicia, donde debió retractarse– con que seis jugadores “se vendieron”, empezando, dice, por el arquero. “Le ponés un micrófono y habla”, le retruca Ramón Quiroga, rosarino nacionalizado.
Se buscaron más señales del supuesto soborno. En el uso de la camiseta alternativa para “no manchar” la tradicional, pero la indumentaria era determinada con antelación. En el posterior traspaso de Rodulfo Manzo a Vélez. En el envío de trigo, estipulado desde hacía un tiempo (se hacían desde el 71 como parte de convenios multilaterales). “Día de la vergüenza mundial para el fútbol”, decretó O Globo. En Brasil hubo piedras contra el consulado peruano. Los jugadores, insultados en su regreso a Perú.
Entre la máquina de prohibiciones con las que se anunció la dictadura el 24 de marzo de 1976, se exceptuó, sin embargo, la transmisión del amistoso Argentina-Polonia, disputado ese día en Chorzow. Una muestra de la importancia que tendrá el fútbol como lavado de imagen. Para los militares, reflexiona Ezequiel Fernández Moores, ya no alcanzaba con la organización del Mundial: había que ganarlo. “No es para menos, la coronación”, canta Bersuit.
Carlos Lacoste, el hombre de la Fifa en el país, admitió a días del inicio que el certamen “no es sólo fútbol”, sino “un desafío empresario”, y que “el Mundial servirá para ver el fútbol ya no como deporte, sino como espectáculo”. Horst Dassler, capo de Adidas, ya era actor intelectual de la nueva Federación presidida por Havelange, uno de los suyos. Su pequeño nieto sacó las bolillas del sorteo del 78.
El mes pasado, la AFA lanzó la nueva camiseta de la Selección, un homenaje al vínculo con la marca de las tres tiras. Horst murió joven (de cáncer, a los 51), pero su legado persiste. El poder del fútbol también. Qatar 2022, Arabia Saudita 2034. “Por más que estábamos chupados –dice un sobreviviente de la Esma– queríamos ganar”. Es que “dentro de la cancha no existe Alfonsín, Perón”, aporta Menotti en el film recientemente estrenado. “Yo lloraba como loca en la cocina mientras Humberto –contaba Hebe de Bonafini sobre su marido– miraba los partidos y festejaba los goles”. Pero la pelota es un arma de doble filo. Mientras periodistas argentinos pedían autógrafos a Videla, los extranjeros le preguntaban por los desaparecidos. Y la causa de Madres y Abuelas traspasó así las fronteras del país y de la censura.
Ahora, la vicepresidenta Victoria Villarruel cruzó a Cristina Fernández de Kirchner por recomendar Argentina 78. “El pasado es arcilla que el presente labra a su antojo”, escribió Borges en Todos los ayeres, un sueño. Crímenes de lesa humanidad devenidos en “excesos”. Y la libertad dejó de ser contracara de la dictadura.
Este fin de semana vi el documental “Argentina ‘78” que se estrenó hace unos días.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 1, 2024
En cuatro imperdibles capítulos de corta duración se relata, en texto y contexto, el mundial de fútbol que se desarrolló en nuestro país en 1978, donde Argentina obtuvo su primer campeonato… pic.twitter.com/VxqyuCN50W
Para Firmenich el pasado es siempre el presente. Estamos hablando de terrorismo y este terrorista está libre y pontificando después de asesinar inocentes. Y para más caradurez una ex presidente que debiera estar presa se pone a recomendar esta serie de mierda de lo que pasó en… pic.twitter.com/SBDqLnt2uM
— Victoria Villarruel (@VickyVillarruel) December 2, 2024
Fuente : redaccionrosario.com
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