El senador de la mochila dolarizada y buena parte del ecosistema político no esperaban que el peronismo pudiera conseguir el número para expulsarlo del cuerpo legislativo. ¿Qué pasó?
Parece que sucedió hace un mes, pero fue el jueves 12 de diciembre, hace poco más de 10 días. Un senador de la Nación, Edgardo Kueider, fue detenido en la frontera entre Brasil y Paraguay con una mochila que contenía más de 200 mil dólares que no había declarado y que hasta el cierre de esta edición no pudo explicar su origen.
Cuando se conoció la noticia, el presidente Javier Milei se olvidó de que el legislador mochilero se había pasado a su bando para votarle todo y le revoleó al kirchnerismo una filiación peronista que el propio Kueider se encargó de desmentir en el momento de la detención en la ciudad paraguaya de Ciudad del Este, cuando le dijo a sus captores: “Yo soy afín al gobierno del presidente Milei”.
Pero el verdadero sainete pudo observarse cuando el peronismo reclamó que se convoque a una sesión para tratar la expulsión del senador, pedido que a partir de la presión de distintas fuerzas obligó a la vicepresidenta Victoria Villarruel, a la sazón titular del Senado, a aceptar que la Cámara alta finalmente sesione.
Es importante trazar una cronología que conduzca al desenlace de la votación que dejó a Kueider afuera de la casa del Gran Hermano en que se transformó el Senado de la Nación esa semana. Los ecos que resonaban en los pasillos parlamentarios eran elocuentes: “Estás nominado”.
Primero, desde la Casa Rosada se intentó por todos los medios que la sesión no se realizara. Fracasado ese operativo, la idea era pugnar por una suspensión de Kueider; y luego se jugó la ficha de incluir también a Oscar Parrilli en el pedido de sanciones, con la excusa de que está bajo proceso. Esto último no prosperó: no es lo mismo ser pescado con las manos en la masa que estar esperando una condena firme en una causa que es previa a la asunción del senador cristinista.
Hasta aquel jueves a primera hora de la mañana, los votos para destituir al entrerriano de la mochila repleta de dólares no estaban. Unión por la Patria (UxP) no contaba ni con los senadores de la UCR, de los bloques provinciales y mucho menos con el PRO, que junto a la bancada de La Libertad Avanza proponían la suspensión del tránsfuga.
En síntesis, estaba garantizado el comienzo de la sesión, pero era incierto el resultado de la votación. Hasta que, minutos antes de que se diera inicio a la reunión varios celulares recibieron una noticia inesperada: la jueza federal Sandra Arroyo Salgado pedía el desafuero y la detención del senador Edgardo Kueider, a partir de una causa por enriquecimiento ilícito que tramita en el juzgado federal de San Isidro, con conexiones en los tribunales entrerrianos.
La tensión que se vivió fue tal que voceros de la Cámara Alta tuvieron que aclarar que no se produjo un allanamiento sino “una disposición de consigna de seguridad” cuando manos policiales fajaron la puerta de la oficina del entrerriano. Pero un administrativo comentó, con cierto desdén: “Le están allanando hasta el baño”.
Ese fue el momento en que Santiago Caputo desplegó un desesperado movimiento que intentó salvar a Kueider, su hombre en el Senado. El autopercibido Peaky Blinders ya había intentado bloquear la sesión, algo que el PRO se encargó de complicar al decidir dar quórum.
La mendocina Anabel Fernández Sagasti, de UxP, acusó al oficialismo de bloquear la expulsión por “miedo a que si no lo protegen y encubren, como están queriendo hacer ahora, cante más que Valeria Lynch”.
Pero el que se llevó los principales laureles fue el formoseño José Mayans, quien descerrajó una andanada de disparos discursivos que hicieron blanco en el gobierno libertario: “La Ley Bases fue corrupta, se compraron votos. Queremos la banca que nos robaron por plata. Hubo traición a los partidos políticos”. Y agregó: “Voy a hablar en los términos de Milei. Él dijo que acá había coimas y ratas. Milei manchó el honor del Congreso. A los gobernadores les dijo que los iba a hacer mierda. A todos”.
Mayans sabía que su alegato no pasaría desapercibido, y remató, recordando el día en que se votó la llamada Ley Bases: “A las 10 de la mañana, Kueider me dijo que votaba con nosotros. A las 11 votaba con ustedes. ¿Qué le dieron en el medio? Se compraron votos a cara descubierta y armaron una bandita para vender su voto. ¿Cuál fue el premio? La Comisión de Asuntos Constitucionales”.
El senador peronista, además advirtió: “Que Kueider no salga ni al balcón” (del Hotel de Asunción donde cumple “arresto domiciliario). Y concluyó: “¿Qué más sabe Kueider? Sabe mucho”.
Tras el fracaso que hizo morder el polvo a S. Caputo al frustrarse la moción de la suspensión de Kueider hasta marzo tras las intervenciones lapidarias del peronismo, el sainete llegó a su clímax:
Raro. Como todo en esta etapa…
A nadie debería extrañar que la interna en la Rosada se desarrolló con Santiago Caputo apretando para defender a Kueider, Milei absolutamente en bolas y Karina diciendo, cansada: “Hagan lo que tengan que hacer”. Y la expulsión se hizo.
Al día siguiente de la sesión que sepultó a Kueider, en la reunión del Consejo Nacional del PRO, Mauricio Macri dijo varias cosas, pero algunas de ellas suenan más relevantes si se las conecta con el escándalo:
a) “Yo desafío que alguien me diga, en la historia política argentina, si hubo un partido de la oposición que ha hecho tanto por el oficialismo como hizo el PRO este año”.
b) “Lo hicimos, y ha dado una enorme satisfacción, aún sorprendidos por el destrato casi permanente del Gobierno hacia el PRO y a sus aportes”.
c) “Algunos dicen que «ahora el PRO desapareció», y los que hablan en francés dicen «cagó la fruta»”.
d) “Lo que pasó en el Senado fue un papelón, un atropello a la república… Sé que todos estamos indignados (con Kueider), pero el debido proceso es el que decidió el PRO, que era suspenderlo sin goce de sueldo. Nunca iba a ser senador si la Justicia lo terminaba condenando. Pero no era salteando todos los procesos institucionales que corresponden”.
Sin embargo, Macri no explicó por qué alguien que no estornuda sin un permiso suyo, como Luis Juez, votó a favor de la expulsión de Kueider, arrastrando a la mitad de su bloque, que además preside. Los dichos del Comandante Reposera sonaron más a coartada que a declaración de principios.
Como era de esperar, inmediatamente después de conocida la detención de Kueider en la frontera entre Brasil y Paraguay, comenzaron a surgir versiones, informaciones en off y, cuándo no, operaciones mediáticas con el tufo que siempre dejan a su paso los servicios de inteligencia.
El Grupo Clarín en esta ocasión mantuvo una prudencia no frecuente. Marcelo Bonelli, por ejemplo, aseguró que en sus sondeos a fuentes de la Casa Rosada no se encontró con un torrente de hipótesis respecto de cómo se produjo el suceso. Sólo con dos.
El primero de esos rumores da cuenta de una teoría que el ceceoso presentador de TN define como “un poco compleja”: sería “una trampa diseñada por Mauricio Macri con el objetivo de perjudicar al Ejecutivo, específicamente a Santiago Caputo, uno de los asesores más cercanos a Javier Milei”.
Kueider, sin lugar para la duda, era hombre del autopercibido “Mago del Kremlin”. La novedad es que tanto la fuente como Clarín, frente a la gravedad del episodio, lo blanqueen ante su propio público. Más insólito es que se hable, siempre en el marco de esa conjetura, de que detrás del arresto podría estar “el titular de la AFIP de Paraguay, quien está vinculado con Horacio Cartes, ex presidente de ese país que mantiene estrechos lazos con Macri”.
En realidad, todos conocieron el relato con lujos y detalles del operativo de boca de Óscar Alcides Orué, el jefe de la Director Nacional de Dirección Nacional de Ingresos Tributarios –la versión paraguaya de la ex Afip–, quien dijo a Clarín, con una ingenuidad ajena a ese nivel de funcionarios, que “Kueider entró de madrugada, a la hora que se hacen los mayores contrabandos”.
La rapidez con que el titular del ente recaudador guaraní salió a poner la cara en la televisión no pareciera tener que ver con lo inédito e importante del caso, sino con una deliberada intención de dejar en claro que el detenido no tenía posibilidad alguna de salir del del país vecino y que iban a tomarse en serio la cosa.
La segunda especulación, atribuida por Bonelli a “los pasillos de la Side, el Arca (ex Afip) y el Senado” y que menciona como la que “más fuerza cobra” en esos ámbitos”, señala que “Kueider intentó traicionar a un inversor paraguayo, quien, según esta hipótesis, le tendió una trampa que derivó en su arresto”.
Ese último relato parece muy conveniente a los fines de no dejar pegado a nadie conocido. Si un “inversor paraguayo” quisiera tomar venganza ante una traición, el ex senador no estaría tan cómodo en el complejo “Tierra Alta Del Maestro” de Asunción, donde goza de muchas comodidades.
Una sola cuestión parece quedar clara: lo que parecía un final de año a toda orquesta, con el gobierno libertario celebrando los fastos de la desaceleración inflacionaria, el dólar planchado y los aplausos del “mercado”, termina siendo un enchastre en el que queda confirmado que el liberalismo, en cualquiera de sus versiones, conoce un único lubricante para que funcione la maquinaria: las coimas.
Fuente : redaccionrosario.com
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