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Deporte y genero ¿Hinchada hay una sola?


19-12-2024 18:47:33
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La periodista Julia Moscatelli se propone “deconstruir la figura tradicional” del simpatizante de fútbol. El primer capítulo de su podcast, estrenado recientemente, versa sobre una mujer trans canaya que escucha la final de 2023 mientras se casa su mejor amiga.

Flavia, mujer trans de 47 años hincha de Rosario Central aunque gran parte de su familia sea de Newell’s, es una de las testigos del casamiento de su mejor amiga (a la que también le confeccionó el vestido) la misma noche que el Canaya y Platense definen el título. Crueldades del destino, cuando la pelota empezó a rodar en Santiago del Estero, su amiga daba el sí. “No me acuerdo nada de lo que dije”, se ríe ahora sobre el momento en que la jueza le pidió unas palabras para los novios. Su historia es el primer capítulo de Hinchas que aguantan, un podcast de la periodista Julia Moscateli, que busca con este ciclo de 6 episodios “deconstruir la figura tradicional que conocemos del hincha”.

Con el aporte de Nacho Fierro en la edición y Emilia Pacheco en la locución, este ciclo sonoro reúne voces de mujeres y disidencias “narrado en formato de crónica”, es decir, aclara la guionista, “no se van a encontrar con una entrevista, sino con un relato”.

Hinchapelotas

El mote nace en Montevideo. Prudencio Miguel Reyes, talabartero uruguayo era encargado de “hinchar” las pelotas en cancha de Nacional. Cuando no usaba el inflador, se dedicaba a alentar a su equipo. El término navegó por el Río de la Plata y llegó a la Argentina. Las mujeres en la tribuna, hace tiempo, dejaron de tener ese lugar aparte en las plateas para mezclarse en los cuatro costados del estadio.

Las hay muy famosas en el país: las históricas de Boca y River, la Raulito y la Gorda Matosas; Tita Mattiussi, encargada de la pensión de Racing que hoy lleva su nombre; la Vieja Amelia en Newell’s, homenajeada con una tribuna del Coloso; la Dueña y la Negra, las hermanas Angélica y Ana Molina que pelearon por el control de la barra brava de Chacarita.

Pero también las hay con perfiles más bajos y distintos, como muestra el podcast. “¿Quiénes están legitimados para alentar?”, “¿Qué sucede con aquellos hinchas que no obedecen a la norma?”, se preguntan sus creadores. “La idea –refuerza Moscatelli– es contar otro tipo de relato”.

“En los clubes de fútbol –remarca– las mujeres votaron por primera vez antes de que existiera el voto femenino. Fueron más democráticos que el propio Estado”. Y agrega una experiencia personal: “Tengo un amigo que es gay y me dice que no lo lleve a la cancha, que lo van a mirar raro. Y yo le digo que venga, que hay que empezar a ocupar los lugares, hablar con las dirigencias. El fútbol es una pasión popular”.

Porque tenemos aguante

Este producto sonoro nació en un concurso perdido. “Esto no surge como podcast”, acepta Julia, y entre risas relata: “Me anoté en un concurso de crónica periodística sobre género y democracia, me parecía pertinente entrevistar a una mujer trans hincha de fútbol. No gané el concurso, pero me dije que tenía que hacer algo con esto”. Así parió Hinchas que aguantan.

El primer capítulo, estrenado recientemente, es la historia de Flavia, trans, canaya y peronista, quien llegó a colarse entre hinchas de Newell’s para ver a Central en un clásico. Y cuando en un cumple o un bar no le ponen el partido en la tele, se va. “No queremos que el relato sea como víctima, sino buscar entre mujeres y disidencias otras anécdotas”, dice la autora, y añade: “Sobre el fútbol, que es un reducto bastante masculino, nos parecía interesante contar otras cosas”.

En el capítulo Una canallada, esta trabajadora de la Secretaría de Género provincial admite que “con Flavia pensé que me iba a encontrar con una narrativa muy vinculada al activismo, a los derechos LGTBIQ. Y si bien Flavia lo tiene, pensé que me iba a decir que el fútbol es homofóbico y todo eso. Pero todo lo contrario: le encanta ver a Central, es lo mejor que le puede pasar en la vida. Me cuenta que no lo mira, sino que lo escucha”. Otra característica: es fanática del Candy Crash. “Si Central hace un gol y ella está jugando, se cruza de piernas hasta que termina el partido”. 

 

El segundo capítulo, ya pensado y creado para el formato podcast, será con Ema. Varón trans proveniente de familia canaya pero padre de Boca, que se hizo hincha de Banfield. “Tenía que buscar un club que lo distinga, que nada tenga que ver con él ni su familia”, cuenta Julia, y adelanta: “A partir de esa pasión por el Taladro, empieza a coleccionar camisetas. Y después empieza a darse cuenta que quiere transicionar. Cuando terminó su transición, agarró todas sus camisetas de Banfield y le pasó la posta a otro chico”. Ahora, este joven de Roldán “sigue siendo hincha pero no con esa efervescencia de antes”.

El tercer capítulo, también prometedor, será “quizá” con la escritora Rocío Muñoz Vergara, fanática del Sevilla de España, donde nació y vivió hasta 2006, cuando se radicó en Rosario. “Es ciega y dice que mira los partidos”, se ríe Moscatelli, que es alumna de su taller de escritura.

Por último, remarca “la necesidad” de producir esta clase de contenidos “en estos tiempos en los que se están vulnerando derechos”, y en los que “no hay una agenda de género y sí hay un relato explícito por parte del Ejecutivo nacional de que a esta población hay que reventarla”. Y en los clubes, agrega, por ahora y salvo contadas excepciones, las secretarías o áreas de género quedan reducidas meramente a “el grupo de mujeres”.

“En la cancha soy bastante bocasucia”

Julia Moscatelli es periodista y comunicadora social. Los viernes pasa por los micrófonos de Radio Sí con su columna de género y diversidad sexual en Nadie es perfecto, el programa de Ariel Bulsico. También colabora con textos en medios gráficos y digitales, y participó en los libros Semilleros y Grito sagrado. En el primero, contó la historia (junto a Nadia Fink) de Lionel Messi en el club Abanderado Grandoli. En el segundo, convocada por Maia Morosano, relató una promesa hecha realidad tras el título de Newell’s en 2013. “Dije que si salíamos campeones con el Tata Martino, me bautizaba. Y nadie me creía. Hice el curso (catequesis) y todo, leí pasajes de la Biblia. Y me bauticé. Una locura”

Estudió Comunicación en la UNR producto de una casualidad. Del palo del teatro, quiso probar suerte en Buenos Aires. Pero corría el año 2001: “Era un lío el país y no pude. Y mi mejor amigo me dice que me anote en Comunicación porque él se había anotado y así podíamos ir juntos. Yo seguí y él dejó a los cuatro meses (risas). Y después me enganché. Me gusta mucho la radio, era de jugar a eso desde chica”.

Comenzó a escribir como una terapia, “a canalizar el duelo por ahí” tras la muerte de su madre. “Necesitaba ponerla en palabras”. Y apareció la oferta de Morosano. “Yo no escribía más allá de cuestiones académicas, por la facu. «Animate», me dijo. Después escribí sobre el Día de la Madre en que Newell’s le ganó a Boca”.

Foto: Titi Nicola

El amor por el fútbol se lo impregnaron su tío Jorge y su abuelo. “Mi papá”, explica entre carcajadas, “es bastante pusilánime, una vez es de Boca, ahora es del Barcelona” de España. “Tengo el recuerdo de mi abuelo tomando un porrón, mirando fútbol hasta la noche. Y mi tío, cuando nadie me quería llevar a la cancha (mi viejo no, «porque me iba a pasar algo») me llevó”. De pibita vivió la etapa de Marcelo Bielsa: “Estaba toda la efervescencia”. 

También probó jugar. “Vengo de una familia muy progresista, pero en cuestiones de género todavía costaba. Me mandaron a natación”. En su vida en España, recuerda, jugó al fútbol en Barcelona. “No en el Barcelona, sino en una cancha de fútbol 5 en la ciudad de Barcelona”, aclara por si hiciera falta, y asume: “Soy horrible. Juego en plan porrón, me destaco en el tercer tiempo”.

Desde hace un tiempo integra la peña leprosa Ana Margarita. Llevó a su pequeña hija a la cancha, pero “se pegó un embole, pobre”. Se reconoce “muy cabulera”. Dice que “si Newell’s metió un gol y no fumé, ya no puedo fumar. También he ido a tirar agua bendita en los clásicos, pero no sirvió para nada”, se ríe para no llorar. “La próxima voy a tirar cianuro, a ver si cambia la suerte”.

Por último, revela: “En la cancha soy bastante bocasucia”. Como el Negro Fontanarrosa, podría pedir “una amnistía para la mayoría” de las malas palabras.
 

Fuente : redaccionrosario.com

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