AGENCIA PACO URONDO entrevistó al colectivo Ideas de Pie, conformado por jóvenes vinculados a la investigación en ciencia y tecnología. "Es necesario un salto hacia otra cultura tecnocientífica, que muestre el campo de la ciencia y la tecnología como un ámbito en el que las certezas coexisten con las contradicciones", aseguraron.
Por Leandro Andrini
* El artículo contiene lenguaje inclusivo por decisión del autor
AGENCIA PACO URONDO entrevistó al colectivo Ideas de Pie, conformado por jóvenes ligadxs a la investigación científico-tecnológica provenientes de distintas universidades públicas e institutos de investigación, quienes se proponen debatir el rol que ocupan los desarrollos científicos tecnológicos, así como los discursos que los sustentan y cómo también a partir de estos se modela la sociedad y la forma en que vivimos.
Agencia Paco Urondo (APU): ¿De qué se trata Ideas de Pie? Y, ¿quiénes integran este espacio?
Ideas de Pie (IdP): Somos un colectivo de becaries, jóvenes investigadores y graduades de distintas universidades públicas e institutos de investigación científico-tecnológica. Venimos de distintos recorridos y de distintas disciplinas, pero nos une el interés por intervenir desde una perspectiva política y militante en nuestros espacios de producción de conocimiento y de formación académica, y también en el debate público general sobre ciencia, tecnología y política.
Tenemos varios equipos de trabajo a través de los que venimos impulsando distintos proyectos. El newsletter sobre ciencia, tecnología y política es sólo uno de esos, apostando a insertarnos en el ecosistema de la comunicación pública desde una mirada política.
APU: ¿Por qué es necesario el debate político sobre la ciencia y la tecnología (CyT)?
IdP: Hace ya tiempo que estamos transitando un momento muy particular de la historia. El rol que ocupa el desarrollo científico tecnológico, así como el discurso científico, en moldear nuestra sociedad y la forma en que vivimos, es cada vez más fuerte.
Hay una frase muy conocida de Carl Sagan de hace unas décadas que dice algo así: "Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de la ciencia y la tecnología, en la que casi nadie sabe nada sobre ciencia y tecnología. Esta es una receta clara para el desastre". Hoy no estamos exactamente en la misma situación, se avanzó muchísimo en lo referido a comunicación y alfabetización científica. Sin embargo, nos encontramos ante un problema similar: como sociedad, contamos con muy pocas herramientas para dilucidar el rol de la tecnología y la perspectiva científica en los asuntos públicos y en la toma de decisiones. Y ahí es donde se presentan antagonismos y aparece la dimensión política. Por eso es fundamental recuperar el debate, construir argumentos, reflexionar de manera crítica, politizar cuestiones que por más neutrales que parezcan, nunca lo son. Necesitamos discutir qué rol tiene la ciencia en la política y qué rol tiene la política en la ciencia, las dos cosas. El caso de las vacunas contra COVID-19 es paradigmático. ¿Cuándo un desarrollo científico-tecnológico particular tuvo tanto impacto en el futuro político, económico y social de, literalmente, todo el mundo? ¿Y cuándo las decisiones políticas de los Estados tuvieron tanto impacto y tanta expectativa en el desarrollo de un artefacto científico-tecnológico? Hay otros ejemplos en la historia, pero este es el que nos toca vivir ahora.
APU: ¿Por qué consideran que “con la ciencia no alcanza, sin la ciencia no se puede”?
IdP: Para nosotres esa frase sintetiza el lugar en el que nos paramos para abordar este vínculo entre ciencia y sociedad del que veníamos hablando. Muy esquemáticamente, suele haber dos miradas sobre estos debates que nosotros queremos poner en cuestión.
Una mirada es la que subestima, descree o incluso niega el valor de la investigación científica para comprender la realidad y ayudar en la toma de decisiones públicas. Parece increíble, pero es una postura que, aunque probablemente minoritaria, puede tener una gran resonancia en la agenda pública y en la construcción de un cierto sentido común alrededor de la CyT. No es difícil encontrar ejemplos entre personalidades muy reconocidas de los medios masivos, la política o las redes sociales. Ante esa postura asumimos la tarea de comunicar por qué estamos convencidos de que "sin la ciencia no se puede".
La otra mirada la encontramos entre algunos de nuestros propios colegas del ámbito científico tecnológico y no siempre se cuestiona tan explícitamente. Es una mirada que sostiene que la ciencia es objetiva, neutral y que está despojada de sesgos culturales, sociales e ideológicos. Es una mirada que muchas veces equipara ciencia con verdad absoluta y no reconoce que la propia ciencia y sus circuitos de construcción y validación de conocimiento son también, principalmente, procesos sociales y humanos nunca acabados y definitivos sino contingentes e incompletos. A esta mirada le decimos "con la ciencia no alcanza": la ciencia es una manera fascinante de comprender y transformar la realidad, pero no puede pensarse desligada de factores que la exceden. Como venimos diciendo, en última instancia, la cosmovisión que construimos del mundo que habitamos no escapa de otras esferas políticas, éticas, culturales, etc.
APU: ¿Cómo piensan que es la relación con la CyT según las generaciones?
IdP: Hay toda una narrativa alrededor de lxs “nativxs digitales” en cuanto a que serían usuarios naturales de todo tipo de tecnologías, y que tendrían mayores competencias en CyT que sus mayores. Pero la verdad es que incluso quienes se socializan desde temprano en entornos altamente tecnologizados y digitales tienen una relación más bien utilitaria con la ciencia y tecnología, es decir, desde el simple uso. El hecho de manejar con fluidez las redes sociales o de emplear diariamente las tecnologías de información y comunicaciones (las famosas TIC) para el trabajo o la escuela sí brinda cierta agilidad y familiaridad, pero no implica que conozcamos a fondo ni las potencialidades de esas tecnologías, ni que nos involucremos en discusiones más profundas sobre las condiciones en que surgieron, circulan, y se consumen. En ese sentido, una relación más crítica con la CyT pasa por una cuestión de interés que no se relaciona tanto o que al menos no depende directamente de la edad.
APU: En cuanto a políticas públicas ¿qué consideran que falta o que no se ha planteado o pensado en torno al debate sobre la apropiación social de la CyT?
IdP: Observamos que muchas veces la apropiación social de la CyT está relacionada con la alfabetización científica. Por eso se intenta que la gente se interese por cuestiones tecnológicas y científicas mediante la facilitación de contenidos. Por ende, también las mediciones de impacto de esas políticas están relacionadas con cuánto las personas saben de procesos y conceptos tecnológicos y científicos. Está muy asociado a un modelo “divulgativo” y en los últimos años se ha avanzado mucho en esta dirección, con algunas producciones muy bien pensadas. Pero en este modelo, el receptor de esos contenidos o el beneficiario en el caso de políticas públicas no se involucra activamente en la construcción de esos conocimientos ni hay, por lo general, demasiado lugar a cuestionamientos sobre los modelos hegemónicos de hacer ciencia (aunque siempre hay excepciones: por ejemplo, últimamente se ha tomado como temática de la comunicación científica la visibilización del lugar y los aportes de las mujeres y otras identidades en las ciencias, y existen piezas de comunicación muy valiosas al respecto).
Creemos que es necesario un salto hacia otra cultura tecnocientífica, que muestre el campo de la ciencia y la tecnología como un ámbito en el que las certezas coexisten con las contradicciones, en el que hay debates e informaciones fragmentadas, en el que hay deliberación y pujas de poder. Para ello, es importante que la comunicación pública de las ciencias y las tecnologías se piense como objeto de políticas, al igual que la propia CyT.
Por eso, no basta con la consigna iluminista de “ciencia para todos” o con solo impartir conocimientos. Como dicen dos personas que nos gusta citar, Yurij Castelfranchi y Eugenia Fazio, necesitamos de una ciencia “que sepa encontrar su lugar de confianza sin despolitizarse cuando se encuentra con controversias y enfrentamientos políticos”. La apropiación social de la ciencia y la tecnología no es tal sin deliberación y participación en las decisiones, y sin debates transversales como cuestiones de género, raza y desigualdades.
APU: Por último, a escala internacional ¿se observa el mismo fenómeno que acaban de remarcar en cuanto a las políticas públicas relacionadas con la CyT?
IdP: Sí, solo que con la pandemia y por ende con el carácter público que adquirieron los procedimientos de ciencia y tecnología, hay mayor visibilidad de la comunicación pública de la ciencia también. Y con todo ese movimiento, muchas más alternativas están surgiendo para darle fuerza a otra cultura tecnocientífica. Como decíamos antes, para nosotres, esto significa, por un lado, la valorización de la investigación interdisciplinar: necesitamos tanto de las ciencias exactas, físicas y naturales como de las ciencias sociales y de la comunicación. Por otro lado, creemos fundamental que las investigaciones y la deliberación pública sean el sustento de las políticas, implicando a toda la ciudadanía en su formulación. También creemos necesarias las alianzas del sector público con el privado y acuerdos entre instituciones de CyT locales, regionales y transnacionales que tengan la misma orientación. Por último, pero no menos importante, se necesita de presupuesto robusto y condiciones laborales dignas para les trabajadores del sistema científico, propiciando la continuidad y el fortalecimiento de las vocaciones científicas en todas las áreas del conocimiento.
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