El 22 de agosto pasado se cumplieron 70 años de "Cabildo Abierto del Justicialismo", la mítica movilización organizada por la Confederación General del Trabajo (CGT). Iciar Recalde, licenciada en Letras, fundadora del Centro de Estudios Juan José Hernández Arregui y autora del libro Santa Eva Perón, dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre el recuerdo histórico de la fecha.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué significó el Cabildo Histórico y qué vigencia mantiene?
Iciar Recalde: Múltiples invenciones se han tejido en torno a este acontecimiento con el objeto de fomentar una quimérica hostilidad entre el General Perón y Evita que va a vertebrar el mito del “evitismo”, que la convierte en una figura maniquea e ideologizada utilizada como contracara revolucionaria/progresista de un supuesto Perón “ególatra”, “patriarcal” y toda la serie de necedades que se inventan en una revolución contrapuesta a la que efectivamente fue.
Porque el eje central del “evitismo” es, lisa y llanamente, la destrucción del pensamiento de la revolución justicialista que es la doctrina humanista y cristiana. Y la falsificación planificada del aporte que Evita realizó al cuerpo doctrinario de la revolución. Que le otorgó a la mujer el lugar de mayor trascendencia al decirle que ella era síntesis de la espiritualidad y de los valores más preciados del movimiento, la primera formadora del pensamiento nacional ya que enseñaba desde la cuna la honradez, la virtud y el patriotismo. A la que le dio su propia herramienta de organización y un protagonismo inexistente en el mundo entero en unidad de concepción y solidaridad con el varón.
APU: ¿Qué hay detrás del mito de que Perón no le permitió ser candidata a Eva Perón?
I.R.: Uno de los insumos discursivos que más contribuyó a montar la tontería del “machismo” de Perón que “coartó” la posibilidad de que Evita fuera vicepresidenta, fue la novela Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez. Hay que decir que el propio autor refirió que su texto no era un documento histórico sino una ficción. Apuntó la responsabilidad sobre el guionista de la adaptación cinematográfica de la novela: “Me quejé al guionista (José Pablo Feinmann) y me respondió: pero, cómo, ¿no era una entrevista? Le dije que hay un subtítulo enorme al pie de Santa Evita, que yo me he empeñado siempre en que aparezca siempre, que dice NOVELA. Novela significa licencia para mentir, para imaginar, para inventar (…) la invención es absoluta. No hay una sola línea de verdad allí”.
APU: ¿Cómo fue ese 22 de agosto de 1951?
I.R.: La realidad es que Perón otorgó a Evita una cuota de poder y una responsabilidad como conducción táctica de su estrategia, inaudita para el momento histórico. El amor del pueblo humilde y trabajador la honró solicitándole que sea vicepresidenta. Su discurso del 22 de agosto de 1951 en el “Cabildo Abierto del Justicialismo” en la Avenida 9 de Julio convocado por CGT para lanzar la formula Perón-Perón para el período 1952-1958, es tremendamente emotivo. Tanto como el fervor popular. Evita ya sufre los dolores de su enfermedad. Desgarrada por el llanto dice: “Yo no he hecho nada, todo es Perón. Perón es la Patria, Perón es todo y todos nosotros estamos a distancia sideral del líder de la nacionalidad”. Una enorme ovación popular vitorea su nombre como candidata. Ella dice: “Les digo hoy que prefiero ser Evita, porque siendo Evita sé que me llevarán siempre muy dentro de su corazón”. El pueblo insiste en un enorme grito y ella dice: “Compañeros, por el cariño que nos une, les pido por favor que no me hagan hacer lo que no quiero hacer. Se los pido a ustedes como amiga, como compañera”.
APU: ¿Por qué se produce el renunciamiento histórico?
I.R.: Nueve días después renuncia a la candidatura. El 31 de agosto en un mensaje radial anuncia: “Compañeros y compañeras: yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores. Yo me guardo, como Alejandro, la esperanza, por la gloria y el cariño de ustedes y del General Perón”. Hoy estas palabras son un llamado de atención a una parte de la dirigencia que parece haber abandonado la lucha para abrazar únicamente los “honores” del cargo público y la administración de la dependencia del país.
Vale recordar que días después le será conferida la Gran Medalla Peronista en grado extraordinario como distinción a su ejemplar renunciamiento. La recibirá con estas palabras: “Nunca me dejé arrancar del corazón el alma que traje de la calle, un alma dura, áspera tal vez, como la de todos los hombres y mujeres que trabajan, pero siempre leal; un alma que el 17 de octubre se hizo un voto de fe para con el pueblo argentino, contrayendo la deuda de trabajar noche y día para mitigar sus dolores y restañar sus heridas”.
APU: ¿Su enfermedad también afecto la situación?
I.R.: Y el 21 se septiembre de 1951 se confirma la fatalidad: Evita padecía de cáncer de útero, razón por la cual, convalece con reposo absoluto en la residencia presidencial desde fines de ese mes hasta el 26 de julio de 1952. Sale únicamente para ser asistida con transfusiones de sangre y cuando su arrolladora entrega a la causa nacional no logra ser contenida por consejo médico alguno y siquiera por la palabra amorosa de Perón. Evita intuía que le quedaba poco tiempo de vida: postrada en su lecho desde la residencia presidencial, agónica y transida por el dolor en una batalla contra el tiempo, continúa trabajando sin descanso. El 8 de octubre apenas puede levantarse para brindar por el cumpleaños del General Perón. Sus fuerzas se debilitan al extremo de que no puede asistir el 15 de octubre a la presentación de su libro, La razón de mi vida.
El 17 de octubre los médicos no logran mantenerla en reposo. Va a Plaza de Mayo a pedirle a su pueblo que se organice contra las nuevas conspiraciones oligárquicas que ella intuye se estaban tramando. En su rostro pueden verse las marcas del sufrimiento, apenas puede sostenerse en pie y mientras habla a la multitud, Perón la sostiene por la cintura. Ese día recibe de manos de la CGT la Distinción del Reconocimiento de Primera Categoría por su renunciamiento y Perón le entrega la Gran medalla peronista en grado extraordinario. El esfuerzo realizado para hablar a su pueblo fue heroico. Este sería el último 17 de octubre de Eva Perón.
APU: ¿En qué condiciones ejerce el voto?
I.R.: El 11 de noviembre vota desde su cama en el hospital en las elecciones en que por primera vez la mujer argentina iba a votar gracias a su impulso y al del General Perón. Eva trabajó incansablemente hasta el mismo día de las elecciones para que el Partido Peronista Femenino consumase el objetivo de la reelección de Perón. El triunfo del peronismo resultó arrollador: la fórmula Perón-Quijano obtuvo el 62,40 % de los votos (4.608.951 de votos, de los cuales 2.441.558 fueron votos femeninos). La labor de Evita daría frutos ya que la primera vez que votaron las mujeres lo hicieron masivamente por Perón.
APU: ¿Cómo fueron sus últimos meses?
I.C. En el mes de febrero de 1952 se le diagnóstica metástasis. Tenía 33 años y había quemado su vida en sacrificio por el Pueblo y por la Patria. Un verdadero martirio: “Sabía que ya no podía más, que me estaba matando, pero el camino de la redención de nuestro pueblo, el camino de la gloria de Perón es largo y no podía detenerme”. Por eso desde el inicio de la revolución justicialista su entrega fue total: “No me importan los sacrificios, no me importan los desvelos ni restar horas al sueño y al descanso, y si la vida fuera necesario, la daría gustosa, por el pueblo de mi Patria”.
Poco menos de un mes después Evita pasó a la inmortalidad y el amor popular se transformó inmediatamente en veneración. Millones de altares en hogares humildes, en los clubes, los sindicatos, en las unidades básicas a lo largo y ancho de la Argentina. Una simple velita encendida frente a su imagen junto a la de Jesús y la Virgen María. En las plazas, fueron emplazados grandes retratos con su rostro bajo los cuales el pueblo depositaba flores y rezaba. Jamás las iglesias habían sido tan concurridas. Su santificación la dispuso la honda devoción popular y permanece inalterable hasta nuestros días.
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