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Según explicó quien está próximo a asumir la primera magistratura, la prolongación dela inflación por otros dos años se debe al “descalabro” que en materia de política monetaria realizó en gobierno saliente.

Dicho de otro modo, Milei vuelve a la carga con la idea que la inflación es un problema derivado exclusivamente de la emisión monetaria sin considerar aspectos como la llamada “restricción externa” y antes bien lo que llamamos “puja distributiva” y la especulación en torno a la cotización del dólar y los precios fundamentalmente de los alimentos.

Hay que reconocerle al presidente electo que reconoció que del escenario de “estanflación” habrá que buscar las causas del mismo en el programa económico que implementará su gobierno, que girará en torno a un fuerte ajuste fiscal que promete hace tiempo será del 15%.

Sobre esto, aseguró que “va a haber una estanflación porque cuando vos hagas el reordenamiento fiscal, te va a impactar negativamente en la actividad económica, por eso yo digo la única billetera que está abierta es la de Capital Humano para dar contención a los caídos". De paso, la utilización de una metáfora bélica, cosa que es tan del gusto suyo.

En la misma entrevista en la que prometió estanflación, confirmo que su Ministro de Economía será Luis “Toto” Caputo, quien ocupara el mismo lugar en el gobierno de Mauricio Macri implementando desde allí diversos esquemas de financiamiento a través del endeudamiento, como las lebacs, luego devenidas en leliqs, esas letras que conforman una bomba que es prioritario desactivar. Esto es llamar al padre del problema para pretender solucionarlo.

Ah! Es el responsable también de aquel bono a 100 años…

Sobre esto último, y según se desprende de informaciones y declaraciones de integrantes de La Libertad Avanza, para resolver el tema leliqs pretende el gobierno entrante obtener 20 mil millones de dólares por parte del FMI poniendo como garantía activos de YPF y al Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS).

Es decir, para solucionar un tema económico interno, que es en pesos, recurrir al endeudamiento en dólares poniendo como garantía lisa y llanamente la posibilidad de la soberanía plena en materia energética y a través del FGS, “la plata de los jubilados”

De todo lo expuesto anteriormente, emergen un par de líneas bien claras de lo que será el programa económico de Javier Milei: ajuste fiscal que según el propio electo en declaraciones en tiempo de campaña será más grande que lo que exige en FMI con el consecuente deterioro de la actividad económica y por ende de las condiciones de vida de la población, y vuelta a un esquema de endeudamiento que no solo impondrá condicionamientos al desarrollo económico del país, sino que de seguro, programa del FMI mediante, será inflacionario porque, de hecho, ya lo es.

El acuerdo que alcanzó en su hora el gobierno de Alberto Fernández a instancias del ex Ministro de Economía Martín Guzmán reviste ese carácter por la cantidad de condicionamientos que impone a la política económica del país, cosa que fue severa y reiteradamente advertida por la pata kirchnerista del otrora llamado Frente de Todos.

Vuelvo a la enumeración de las líneas del programa económico por venir: tenemos, repasamos, ajuste fiscal + endeudamiento, a lo que hay que sumarle algo que contiene la propia plataforma de LLA presentada ante la Justicia Electoral, esto es, la apertura unilateral del comercio exterior.

Distopía a través del tiempo

Viajemos al pasado (si, suena redundante ante lo presente).

El 24 de marzo de 1976 se concretó el golpe de Estado que inauguró la última dictadura cívico militar en nuestro país.

El primer ministro de economía del genocida gobierno de facto fue José Alfredo Martínez de Hoz, quien llevó adelante un programa no solamente económico sino político, social y cultural que tuvo como resultado (a la vez que objetivo) un incremento notable del endeudamiento externo, destrucción de la industria nacional e imposición y consolidación de un esquema económico especulativo que en la práctica no solo facilitó la fuga de capitales sino que culturalmente impuso la estructura bi-monetaria de la economía nacional.

Fue el diario La Nación, no casualmente, el primero en publicar un aviso clasificado inmobiliario que anunciaba el precio de una vivienda en dólares.

A todo esto, para justificar la imposición de un programa que tuvo el evidente objetivo de reprimarizar la matriz productiva nacional liberando al complejo agroexportador de controles estatales y de las famosas retenciones, extranjerizar a vez esa matriz productiva y fundamentalmente incorporar al peor de los males a la cotidianeidad económica argentina: la especulación financiera, la dictadura repitió como mantra la necesidad de “achicar el Estado para agrandar la Nación”.

Formalmente, los pilares de la economía de la dictadura fueron la reforma del estado (lo que suena idéntico a lo que pretende Milei con la llamada “Ley Ómnibus” que enviará al Congreso para su tratamiento) para extirparle las herramientas necesarias para controlar e intervenir en el mercado, la apertura de la economía a la producción extranjera, garantizar la estabilidad monetaria, cambiaria e inflacionaria a través de programas de ajuste fiscal, y la desindustrialización.

Si, el párrafo anterior se hizo largo pero es fundamental graficar los lineamientos del programa económico de la dictadura que resultan ser los mismos que posteriormente aplicó Carlos Menem en los 90, Mauricio Macri desde el 2015, y los que implementará Milei desde el momento que asuma.

Respecto de la desindustrialización, en la web del gobierno de la Provincia de Buenos Aires se encuentra una nota que sintetiza los aspectos fundamentales del programa económico de Martínez de Hoz indicando que “a mediados de la década del ’70, la estructura industrial se encontraba en la denominada “segunda fase de sustitución de importaciones” (entre 1958-1975) que había generado un importante crecimiento industrial a partir de la incorporación de capitales extranjeros y la instalación y expansión en el país de empresas transnacionales ya instaladas.

Las actividades más dinámicas fueron la química, petroquímica y metalmecánica. El crecimiento de la actividad no produjo un gran incremento en los niveles de producción ni tampoco en los salarios de los trabajadores.”

Télam Buenos Aires, 16/03/2013

El exministro de Economía de la dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz, falleció hoy a los 87 años.

Foto Archivo: José Manuel Fernández/Télam/cb

Agrega la nota que “en esta etapa, se propició la concentración industrial. Un pequeño número de empresas grandes elaboraba productos que abarcaban diferentes áreas de la producción. Además, las empresas extranjeras aumentaron su incidencia en el valor de producción y de la ocupación industrial.

Mientras un grupo pequeño incrementaba sus ingresos, la mayoría de los empresarios disminuían las  jornadas de trabajo, adeudaban salarios y cerraban las industrias”, y concluía que “el sector industrial fue el gran perdedor por haber sufrido los efectos combinados del atraso cambiario y la competencia extranjera. Las ramas más golpeadas fueron la textil, la metalmecánica, de electrodomésticos”.

El saldo de esta política económica, según se lee en artículo publicado en el sitio web de la Provincia de Buenos Aires, “se tradujo en una desarticulación profunda del Estado; concentración de empresas y capitales; pérdida del salario real de los trabajadores transferidos al sector empresario; inicio del proceso de desindustrialización dando paso al modelo financiero y con él a la desocupación; modificación de la distribución del ingreso, mientras decrecía para los sectores más pobres, aumentaba considerablemente para los sectores más ricos. Además, hubo un incremento de la deuda externa, contraída -en muchos casos- por privados con garantía del Estado, ante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo”, señalando que “el proyecto económico de “El Proceso” fue antipopular y regresivo, favoreció los intereses de los grandes empresarios en detrimento de los sectores trabajadores.”

Todo ese proceso fue llevado adelante merced a una represión feroz con las consabidas prácticas: desaparición forzada de personas, torturas, asesinatos (fusilamientos en enfrentamientos fraguados, vuelos de la muerte), robo de bebés, robo de empresas.

Todo en un escenario global en el que Estados Unidos y Gran Bretaña imponían hacia adentro y hacia afuera ese fundamentalismo atroz llamado neoliberalismo que en América del Sur quedó inaugurado en 11 de septiembre del 66 en Chile con el asesinato del presidente socialista Salvador Allende merced a Augusto Pinochet y los “Chicago Boys” y que, acompañado ya el dictador chileno por los de Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, pusieron a nuestros países de rodillas ante el imperialismo.

La coincidencia temporal y reproducción de prácticas atroces hablan de una coordinación que se concretó fundamentalmente a través del Plan Cóndor, ideado por el recientemente fallecido político y académico estadounidense Henry Kissinger, inconmensurable criminal contra la humanidad.

¿A qué vamos con todo este relato, por cierto incompleto y desordenado? A que nada nuevo ni mucho menos bueno espera en el horizonte si nuestro país es conducido por un sector político que reivindica a los genocidas, pone en tela de juicio a los 30.000, incorpora vertiginosamente al gabinete por venir a gente con paso por los gobierno de Menem y Macri (Bullrich además de Caputo), y promete ajuste fiscal, endeudamiento, apertura unilateral del comercio, devaluación, liberación de precios, desregulación de los alquileres, privatización de activos del estado, estanflación y represión a quienes se manifiesten en contra de las políticas del gobierno.

De paso: el proyecto de “Ley Ómnibus”, según se sabe, establece la eliminación de las elecciones PASO y las legislativas de medio término.

Bien “republicano” todo.
 

Fuente : elagora.digital