“No se trata de factibilidad técnica sino de una decisión política”, dijo el senador Durañona, quien impulsa el Movimiento Arraigo que articula ejes estructurales en un modelo con “rostro humano”.
“Tenemos que transitar el siglo XXI, recuperando nuestros puertos, generando la integración de los puertos con el Sistema Troncal de cada provincia, que los puertos puedan conectarse con un sistema nacional ferroviario y terrestre, que sea parte de un sistema logístico nacional”, dijo el senador bonaerense Francisco Paco Durañona, en la audiencia pública por el Canal Magdalena; uno de los ejes en la recuperación de la mal llamada Hidrovía. Sin épica, con un plan meduloso, afinado hasta en los detalles, articula la soberanía de las vías navegables con el Movimiento Arraigo que impulsa y que tiene dos ejes poderosos: federalismo e integración.
“Estamos convencidos de que el Siglo XXI nos demanda la decisión de dar por finalizado el conflicto por nuestra soberanía y desarrollo federal, de una buena vez”, escribió en las redes sociales tras su participación en la audiencia pública. Durañona es senador provincial electo por el Frente de Todos e intendente mandato cumplido de San Antonio de Areco. Desde 2017, promueve el Movimiento Arraigo. “Debemos trabajar para conformar un amplio frente popular que discuta una nueva constitución argentina donde el arraigo y la unidad latinoamericana sean centrales”, dijo el día en que lo presentaron en sociedad.
En diálogo con El Eslabón, Durañona repasó las líneas de acción que promueve y las articulaciones con temas estructurales. “En este momento en el que se está planteando el aumento sostenido de los precios de las materias primas, de los cereales que son el principal rubro de generación de divisas para la Argentina, sabemos que en su inmensa mayoría se exporta sin valor agregado”, aseguró. Y dijo que esa producción ocupa gran parte de la superficie productiva, concentrada, algunos con fondos de inversión extranjera que usan la tierra como un negocio financiero, que no tienen problema en aplicar agroquímicos a mansalva con tal de aumentar su rentabilidad.
Esto “no genera un modelo de producción de alimentos saludables a precios populares y obtenidos localmente, el grueso de este modelo sale de Argentina a través de los puertos, de las vías navegables, del Sistema Fluvial Troncal (Hidrovía), y también sabemos que este rubro de la logística nacional está en manos privadas hace mucho tiempo”, enfatizó. Y con nula presencia del Estado en todas sus variantes, principalmente en el control de lo que sale del país y lo que ingresa más allá de que también está ausente en participar en el aprovechamiento de esas vías navegables estratégicas, describió.
“Tenemos un problema muy grave de acceso a los alimentos, un problema que también se viene consolidando y va en aumento, de la pobreza, la indigencia, jóvenes, niños y niñas que no acceden a una alimentación indispensables, con salarios bajos y aumentos permanente en los alimentos”, explicó. “El mundo va a seguir demandando materia prima, energía y minerales, tres ejes productivos centrales, sin valor agregado, manteniendo el modelo extractivista y concentrado que se fue consolidando por décadas”, enfatizó.
Para Durañona, urge tomar una decisión de fondo que involucre: producción local de alimentos, desarrollo local y regional, infraestructura para garantizar arraigo y federalismo, un sistema logístico nacional que incluya el transporte aéreo comercial, terrestre, ferroviario, los puertos, las vías navegables, las salidas consolidadas de las aguas argentinas a las internacionales, el desarrollo de nuestra marina mercante y astilleros e industria naval.
Si esto no ocurriera, “vamos a seguir con el modelo actual que fue consolidando fracaso tras fracaso, salvo momentos muy acotados, errores de cálculo, que no ayudaron a equilibrar las cosas”, dijo con fina agudeza. Para Durañona, no se trata de una declaración de principios sin encarnadura. “Las propuestas y los proyectos están, lo que hace falta es una convicción, un espacio político popular que tenga absoluta claridad respecto al rumbo que tiene que tener Argentina para transitar estos tiempos”, señaló.
Además, deben ser claramente diferentes a lo que ha sucedido en el siglo XX, donde el modelo de concentración ha ido generando asimetrías y desigualdades inaceptables, hasta la desigualdad entre quienes viven en un territorio del interior y quienes viven en una ciudad. “El sólo hecho de vivir en lugares diferentes de Argentina, genera enormes desigualdades, profundizando un modelo de desarraigo por falta de oportunidades. Como, por ejemplo, si no hay universidades, o agregado de valor industrial para trabajar y generar empleo genuino, o inversión pública suficiente para garantizar el crecimiento y la calidad de vida en cada lugar del interior”, argumentó.
“Cuando tengamos la convicción absoluta de que ese es el rumbo que hay que tomar, las decisiones y los Programas caen de maduro, tiene que ver con dónde focalizar la inversión pública, cómo integrar a cada uno de los territorios a un modelo de crecimiento y desarrollo que se daría en un período de tiempo acotado y razonable”, dijo, y condicionó: “Para eso necesitamos la decisión de caminar de una manera distinta, no sólo generar divisas para la reserva del Banco Central, sino ponerle un rostro humano al hablar de economía y de superar los déficit”. Y sintetizó: “No se trata de factibilidad, sino de decisión política”. Cuando se lo escucha, se tiene la sensación de que la utopía tiene formato.
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