Ante la ofensiva de la ultraderecha contra las víctimas de la dictadura, la Coordinadora de DDHH reacciona desde las tribunas con un pedido a la AFA y al gremio de futbolistas de reconocimiento a los jugadores detenidos-desaparecidos.
Luis Ciancio era un mediocampista por derecha que se dio el gusto de jugar en las inferiores del club de sus amores: Gimnasia de La Plata. “Era petiso y gambeteador”, lo describe su hermano Alejandro. Estuvo desaparecido más de 30 años, hasta que el Equipo Argentino de Antropología Forense dio con su cuerpo.
A Gustavo Olmedo se lo conocía como Papilo y como ese delantero de Los Andes de Los Sarmientos (La Rioja) que, con tal de jugar, también atajó. En los 70 se fue a estudiar a Córdoba y recién regresó a sus pagos en 2003, pero en restos óseos.
Eduardo Raúl Requena se destacó en atletismo, pero como su gran pasión era el fútbol, jugó en River Plate de Villa María y llegó a integrar la selección de esa localidad cordobesa. Lateral izquierdo era su posición, el buen juego aéreo una de sus características principales.
La posición de Carlos Alberto Rivada, el Chivo, es fácil de descifrar mirando las estadísticas: en Huracán de Tres Arroyos, donde fue capitán, convirtió 82 goles en 125 partidos oficiales.
Antonio Piovoso, arquero del Lobo platense, y Ernesto David Rojas, delantero del Lobo jujeño, fueron los dos futbolistas que, a diferencia del resto, llegaron a Primera. O más bien, los dejaron llegar a Primera. El primero atajó tres partidos en el campeonato Metropolitano de 1973; el wing izquierdo de Gimnasia de Jujuy enfrentó a Boca en La Bombonera, por el torneo Nacional de 1970.
La lista de jugadores detenidos-desaparecidos –elaborada en gran parte por el periodista y escritor Gustavo Veiga– sigue y es tan larga como inconclusa. Con los 27 nombres que por ahora la integran, la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino envió cartas a la AFA y a Futbolistas Argentinos Agremiados para que haya un reconocimiento durante marzo, el mes de la Memoria. En la solicitud, proponen colocar una placa en el predio de Ezeiza y en la sede gremial con los nombres de estos futbolistas, y además hacer un acto homenaje con las familias como invitadas.
“La AFA por un lado fomenta que los clubes reconozcan a los socios desaparecidos, así se ha pronunciado su presidente Claudio Tapia; pero por otro lado, nunca reconoció a los jugadores” con esa condición, plantea Sergio Smietniansky, referente del espacio Banfield por los Derechos Humanos y de la Coordinadora de DDHH del Fútbol Argentino, que días atrás envió cartas a la oficina de calle Viamonte y a la sede sindical de Futbolistas Argentina Agremiados con el objetivo de homenajear, en placa y en acto, a aquellos jugadores víctimas del terrorismo de Estado. Y con respecto a la entidad gremial, señala: “Quizás estemos ante el único caso de un sindicato que nunca haya hecho un reconocimiento a sus detenidos desaparecidos”.
Por su apellido tan difícil de escribir y más aún de pronunciar, a este fanático del Taladro y predicador de la vida y obra de José Luis Garrafa Sánchez todos lo llaman Cherco. Su club, por iniciativa de él y de sus compañeros del área de derechos humanos, fue el primero de varios en restituir la condición de socios y socias a sus hinchas desaparecidos. Ahora, pretende un homenaje similar para quienes estuvieron dentro de la cancha. “Es una de las tantas invisibilizaciones que todavía persisten”, remarca este militante y abogado, y sigue: “Parece mentira que una sociedad que tanto ha luchado por Memoria, Verdad y Justicia, todavía siga encontrando ecos donde la impunidad pareciera que se acentuó”.
De cara a un nuevo 24 de Marzo, recuerda que “el deporte es uno de los nichos donde la impunidad se sintió muy cómoda por varios años”, y que “la lucha por Memoria, Verdad y Justicia de hace muchos años ingresó por varios huecos, como el fútbol, el hockey, el rugby”.
Gran responsable de eso fue el libro (y sus respectivas reediciones) Deporte, desaparecidos y dictadura, de Gustavo Veiga. Él comenzó con la lista de 19 futbolistas víctimas de la dictadura, y contó sus historias. Pero como suele aclarar, se trata de un registro siempre incompleto. “Cuando empezamos a armar esto, nos empezaron a sumar información, y en pocos días el listado de 19 pasó a 27”, corrobora Cherco, y advierte: “Y sigue siendo recontra incompleto, porque la Coordinadora de DDHH no está en todos los clubes ni mucho menos. Y muchos de los casos son del interior del país. Con lo cual este listado no sólo es incompleto sino que es ínfimo. Hay que seguir trabajando en esto, pero el primer mojón es lograr que la AFA le haga un homenaje” en el predio ahora llamado Lionel Andrés Messi, y en la sede sindical de Agremiados.
Otro escritor responsable en entender el entramado entre los clubes de fútbol, la dictadura y los reconocimientos o no a hinchas y jugadores, es el sociólogo Julián Scher, autor de Los desaparecidos de Racing y de Socios eternos. Sergio Smietniansky destaca que el planteo en esas páginas es que “el genocidio quiere cerrar todo tipo de identidad de su víctima” y que “las identidades son múltiples”. Y explica: “A ningún desaparecido se lo llevan por ser hincha de Rosario Central, por ejemplo, pero eso no quita que haya desaparecidos que sean hinchas de Rosario Central. Entonces, el rol del club es reivindicarlos desde su propia identidad”.
En ese aspecto, este simpatizante banfileño y vecino del club del sur del Gran Buenos Aires apunta: “Que los clubes se hayan hecho los boludos no quiere decir que no hayan sido víctimas del terrorismo de Estado. Cuando un solo socio de esa institución se encuentra desaparecido y haya dejado de transitar las tribunas y los ámbitos sociales en contra de su voluntad, el club ya es víctima”.
Además, recuerda que en los momentos del país en que las políticas de derechos humanos y los organismos “eran muy negados y vapuleados” es cuando “se empieza a mover con mayor agudeza el avispero en los clubes para reivindicar” esas luchas. “Y ahora –dice– estamos en un contexto similar o peor”.
“Cuando desde arriba se baja un discurso de vulnerar los derechos humanos, la reacción natural es salir a defenderlos en todos los rincones, en todos los espacios. Me parece que estamos nuevamente en ese momento histórico, y por eso toma mayor relevancia llevar estas causas al fútbol y donde sea necesario defender la dignidad del ser humano”, reflexiona al respecto.
Cherco, un habitué del estadio Florencio Sola y uno de los pioneros en involucrar a los clubes con las causas de Memoria, señala que “estas movidas siempre surgieron desde las tribunas y bajaron a las instituciones y a las canchas”. Ante el escaso compromiso en estos temas por parte de los jugadores, sostiene que “la construcción y generación de conciencia en esta materia es un proceso que todavía tenemos que avanzar y construir un montón”, aunque aclara que “hay un sector desde adentro que apoya y lucha como parte de la sociedad. Hay casos muy conocidos: Claudio Morresi, Fernando Signorini, Ángel Cappa, etc…”. Y resalta: “También digo que no hay ninguno que se pronuncie en contra”.
Foto: Prensa Banfield
Sobre la eterna discusión acerca de la posición de futbolistas, cuenta un caso ocurrido en Banfield: “Cuando hicimos el acto sobre la restitución (del carnet a los socios desaparecidos), el plantel profesional, tanto el masculino como el femenino, participó con un video, en el que presentaban a los socios como si fuesen un equipo”, y remata: “Nosotros, por propios errores y hasta por prejuicios, no invitamos a los jugadores. Y en el medio del acto apareció Jesús Dátolo, que era el capitán del equipo, sin que lo invitemos. Y un año después se hace el acto en Racing, y vuelve a ir, y eso que no era de Racing, pero sí había en él un interés en esos temas”.
Y porque las luchas arrancan desde abajo, Cherco propone: “Para construir clubes con perspectiva de género y de derechos humanos hay que empezar por las inferiores”.
Fuente : redaccionrosario.com
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