haun Matsheza: ¿Cuál es la situación en estos momentos en Ucrania y cómo os ha afectado a vosotros y a vuestras familias y amistades?
Denys Gorbach: Personalmente me hallo en un lugar seguro, pues mi pareja y yo nos encontramos lejos de Ucrania. Aunque la situación, claro está, no ayuda a vivir y funcionar como de costumbre. Aparte de la ansiedad generada por las noticias, todavía tengo familia allí. Mi tía y mi suegro han pasado una semana o así escondidos en sótanos porque viven en un suburbio al este de Kyiv, que fue blanco de uno de los primeros bombardeos aéreos el día 24.
Denis Pilash: El primer día de la invasión, yo todavía me encontraba en Kyiv. Al principio, mi plan era quedarme allí, pero me convencieron de que me trasladara a un lugar más seguro en Ucrania y aquí la situación es más o menos normal. Se ha convertido en un gran centro de acogida de personas refugiadas de un lado y de recepción de ayuda humanitaria del otro. Formo parte de una red local de voluntariado universitario, que reparte ayuda humanitaria a personas que se han trasladado aquí, así como a otras que se hallan más cerca del frente.
Pero la ansiedad vuelve cuando tratas de localizar a cientos de amigos y amigas y saber si están sanas y salvas. Hay varias con las que no he tenido contacto desde hace días, que se encuentran todavía en los suburbios muy tocados de Kyiv, de modo que no tengo ni idea de cómo están. Así que sientes esa ansiedad y ese tipo de horror existencial todos los días cuando te llegan las noticias. Sé de amigos de amigos que han muerto. Y uno de los peores sentimientos es saber que incluso si evitamos la peor de las hipótesis, como una guerra nuclear, parece que vamos encaminados hacia un conflicto prolongado, en el que mucha gente tendrá que abandonar sus hogares y se dispersará por ahí. Es una sensación horrible.
Shaun Matsheza: Es terrible, una situación terrible. Entiendo que es muy difícil adivinar ahora mismo cuál podría ser exactamente la estrategia rusa, pero ¿por dónde creéis que irán las cosas?
Denys Gorbach: Bueno, no soy analista militar, pero por lo que estoy viendo no deberíamos contar con concesiones significativas por parte de Zelensky. No porque sea una especie de superhéroe como lo pinta ahora la prensa occidental, sino porque tiene poco margen de elección. Incluso si aceptara alguna concesión significativa para poner fin a la guerra, existe un enorme riesgo de que fuera depuesto por un golpe nacionalista. Está visto que ha optado por que lo deponga, si acaso, una fuerza de ocupación y no sus compatriotas ucranianos. De un modo similar, parece que Putin se ha colocado en una situación en que si cede, su permanencia en el poder se verá comprometida internamente. Hoy por hoy no veo señales de cómo podría desescalarse el conflicto.
Shaun Matsheza: ¿Coincides, Denis?
Denis Pilash: Bueno, sí, yo tampoco soy analista militar, pero por lo que hemos visto esta semana pasada, la invasión rusa ha sido realmente un desastre por cómo se preparó. Todo indica que apostaron por una blitzkrieg sin contratiempos, capturando las principales ciudades en cuestión de días y siendo recibidos como liberadores. En vez de ello, tienen montones de problemas logísticos y se han encontrado con el rechazo total de la gente en todas las regiones que han tomado. Hay grandes concentraciones contra la ocupación rusa y la mayoría de autoridades locales se niegan a colaborar con las fuerzas de ocupación. Por tanto, está claro que han calculado mal y no parecen tener un plan B. Esto nos lleva a este peligro de guerra prolongada en la que Putin no cederá sin concesiones significativas y Zelensky y Ucrania no tienen otra alternativa que resistir.
Las autoridades ucranianas dicen que están tratando de encontrar alguna manera de llegar a un alto el fuego, pero sin muchas esperanzas, porque Rusia todavía se aferra a sus exigencias iniciales. Algunas noticias son muy confusas, por ejemplo hay rumores de que Rusia va a traer al ex presidente depuesto Yanúkovich, que se ha convertido en un hazmerreír para casi todo el mundo en Ucrania y la gente lo desprecia profundamente. Si esto se confirma, quiere decir que Rusia ha perdido el vínculo con la realidad. Por eso es muy difícil hacer pronósticos.
Shaun Matsheza: Así, en esta situación, ¿qué se puede hacer? Parece que por desgracia hay mucha división en la izquierda en cómo responder. ¿Qué pensáis de cómo funciona la solidaridad?
Denys Gorbach: Bueno, en cuanto a la división, por ejemplo existe el llamado campismo, que se originó durante la guerra fría, cuando una parte significativa de la izquierda occidental apoyaba a la Unión Soviética. Aunque tuviera su lógica en el pasado, hoy en día es una aberración, cuando Rusia es sin duda un país capitalista cuyo dirigente, Putin, es un anticomunista declarado que manifiesta continuamente su odio a Lenin y los bolcheviques por haber destruido el precioso imperio ruso. No obstante, de alguna manera los herederos de los campistas creen que todavía estamos en los años setenta del siglo pasado, lo que nos lleva a esta triste tesitura en que una parte de la izquierda mundial apoya a quienquiera que se enfrente a EE UU, sobre todo si se trata de Rusia, que de algún modo todavía se asocia con la Unión Soviética y el comunismo y los osos.
Creo que es un buen momento para que toda persona de izquierdas en este mundo se replantee su análisis. Un buen punto de partida sería el rechazo del sesgo geopolítico al analizar los acontecimientos que se suceden fuera del propio país. Demasiado a menudo, en los análisis de la izquierda se otorga el protagonismo exclusivamente a la OTAN o a Putin, pero se deniega a las decenas de millones de personas que viven en Ucrania. Hemos de recordar que esas personas no solo son gente, son nuestras compañeras y compañeros de clase. En su mayoría son mujeres y hombres trabajadores, que comparten buena parte de las preocupaciones de cada día y que merecen ser tenidas en cuenta a la hora de formular nuestras posiciones.
Denis Pilash: Sí, estoy totalmente de acuerdo. La gente de Ucrania no son meros peones en el tablero de ajedrez geopolítico. Entendemos que la corrupción de la administración de Abás y el carácter de extrema derecha del movimiento Hamás en Palestina no deben ser un obstáculo para atender las necesidades del pueblo palestino. Tampoco la invocación de la extrema derecha ucraniana o la corrupción del Estado y los oligarcas puede ser un obstáculo para la solidaridad de la gente con las víctimas directas de las bombas rusas y del imperialismo ruso y también víctimas de los oligarcas y la extrema derecha.
Hemos de centrarnos en las necesidades de la gente en todos estos países y no en unas cuantas abstracciones. Toda esa palabrería sobre las preocupaciones de seguridad de Rusia, por ejemplo. ¿Acaso se habló de preocupaciones de seguridad legítimas de EE UU en relación con Cuba o Granada? Otorgan estas preocupaciones de seguridad a la potencia imperial el derecho a intervenir y llevar a cabo esta agresión? Por supuesto que no. Así que hemos de aplicar ese mismo principio a Ucrania y todos los demás países atacados por el imperialismo.
Y también he de decir que es fastidioso ver que este campismo vuelve a la carga. En la década de 1990 y al comienzo de la de 2000, creo que la gran mayoría de la izquierda internacional criticaba las guerras de Yeltsin y Putin en Chechenia y no se hacía muchas ilusiones sobre la apuesta de Rusia por restablecer como gran potencia su esfera de influencia. Pero entonces, milagrosamente, sin que ni siquiera mediaran grandes esfuerzos por parte del Kremlin, su propaganda ha sido asumida por algunas personas de la izquierda, a pesar de que el gobierno ruso también ha venido colaborando con gran empeño con la extrema derecha y fuerzas ultraconservadoras europeas.
Mientras, los Estados del centro y el este de Europa son desdeñados a veces como Estados irreales y tratados como naciones sin historia, como pueblos de segunda clase.
Shaun Matsheza: ¿Qué clase de apoyo pueden ofrecer las fuerzas progresistas al pueblo uncraniano? ¿Es correcto que la izquierda apruebe las peticiones de apoyo militar?
Denys Gorbach: Es una cuestión difícil para la izquierda saber cómo apoyar algo relacionado con el ejército. Personalmente me gusta la posición de Gilbert Achcar, un investigador de Londres, quien postula una postura antiimperialista radical, que según él debe consistir en oponerse a una zona de exclusión aérea y a propuestas similares, ya que esto comportaría un choque militar directo entre las principales potencias imperialistas y una posible guerra mundial nuclear total. Pero por otro lado, claro que conviene apoyar el envío de armas a un país pequeño que trata de defenderse de un ataque imperialista, como ocurrió en Vietnam o Corea, que recibieron una amplia ayuda militar de China y la Unión Soviética.
Denis Pilash: Sí. Hay una gran tradición histórica de apoyo a las guerras populares en países pequeños atacados u oprimidos por grandes potencias imperiales. Forma parte de los proyectos políticos de izquierda desde el siglo XIX, desde el apoyo de la Primera Internacional a las luchas de Polonia, Irlanda, etc., y más tarde con el apoyo a la descolonización de muchos países.
Si alguien tiene reservas debido a planteamientos o convicciones diferentes o estrictos principios pacifistas que le impiden apoyar la ayuda militar o la resistencia armada, hay muchas otras maneras de ayudar a la población civil, incluida la ayuda humanitaria y el apoyo a la resistencia no violenta en las ciudades, pueblos y aldeas ocupadas. Hay toda una ristra de acciones que puede emprender toda persona, organización o movimiento.
Shaun Matsheza: Como zimbabuense y miembro de redes africanas, veo numerosos comentarios sobre la manera en que se informa y se explica al mundo el conflicto de Ucrania, que es muy distinta de otros conflictos. También vemos imágenes de estudiantes procedentes de África que huyen de Ucrania y reciben un trato muy diferente del que se otorga a otras personas refugiadas ucranianas, noticias sobre racismo, discriminación a la hora de acceder a los trenes, etc. ¿Qué diríais a la gente que no es europea, que no está inmersa en la dinámica europea, pero que realmente quiere formar parte del movimiento global por la paz?
Denys Gorbach: Hay una expresión acuñada por uno de nuestros colegas que dice que Ucrania es el país más septentrional del Sur global. Creo que da en el clavo, especialmente si se observa la situación macroeconómica y las tendencias demográficas del país. Esto se traduce en una racialización de las personas ucranianas si consideramos que el racismo tiene que ver con relaciones de poder. Es cierto que pasamos por ser blancos en lo que respecta al color de nuestra piel, y sin duda somos gente blanca en Ucrania en nuestras interacciones con personas racializadas, como estudiantes gitanas o negras. Pero en Europa occidental, mi condición social cae en picado cuando abro la boca y se nota mi acento eslavo. No obstante, debido a la guerra, la población ucraniana se ha vuelto blanquecina para Occidente y casi humana en cuanto al trato que recibe.
Por desgracia, esta perspectiva racista, esta ideología que privilegia a Europa y mide la calidad de las personas en función de su proximidad a esta idea de Europa Occidental, también está muy extendida en Ucrania. Hay que condenar los incidentes racistas en la frontera. No solo vemos discriminación en función del color de la piel, sino también según el color del pasaporte. Por ejemplo, las personas refugiadas de Bielorrusia también son víctimas de discriminación, a pesar de que huyeron a Ucrania para escapar del régimen, pero les acusan de formar parte del régimen.
En la otra cara de la medalla hemos visto ahora que es posible establecer unas condiciones más o menos dignas para la gente que huye de una guerra en un país que no es del primer mundo. Así que pienso que este debería ser un buen precedente para apoyarnos en él y demandar el mismo grado de solidaridad para las personas refugiadas que vienen de todas las demás partes del mundo. Todas merecen el mismo trato.
Denis Pilash: Incluso en este trato mejor que reciben las personas refugiadas de Ucrania ya ha habido noticias de que algunas han sido explotadas o discriminadas en Europa. También deberíamos destacar el caso de quienes se hallan en la situación más vulnerable, como ciudadanas extranjeras o apátridas o de minorías discriminadas, como las de la comunidad gitana. Espero que la situación con respecto a Ucrania pueda ser el punto de partida para un debate más amplio sobre cómo tratar a la gente que huye y busca asilo de una manera mucho más humana.
También quiero decir que la gente de izquierda no debería caer en la trampa de decir que si estas personas refugiadas son bien tratadas y apreciadas por personajes como Boris Johnson, es que de alguna manera no son colegas nuestras. Que sus amigos tienen que ser nuestroS enemigos. Hemos de comprender que figuras como Johnson y Erdogan y otros, que se presentan como grandes defensores de Ucrania, aprovechan cínicamente la situación y no son realmente amigos del pueblo ucraniano.
Fue todo un símbolo que poco antes de la invasión rusa viniera una delegación de sindicalistas y políticos de izquierda británicos que hablaron aquí sobre el terreno con activistas sindicales y grupos de derechos humanos, movimientos feministas, y manifestaron su solidaridad frente a una agresión real. No hubo una respuesta así por parte de gente de la derecha o del centro liberal. Fue un genuino apoyo de base entre personas explotadas, oprimidas y marginadas que sufrían bajo el mismo sistema de explotación y discriminación y marginación. Por eso necesitamos esta solidaridad popular, no la falsa solidaridad de los gobiernos.
Shaun Matsheza: ¿Algún comentario o mensaje final?
Denys Gorbach: Pienso que estas tristes circunstancias demuestran que es hora de construir una solidaridad práctica de carácter anticapitalista, contra el cambio climático y antimilitarista. Concretamente, hemos de hacer confluir estas tres cuestiones en un movimiento que hoy pueda alzarse en contra de la guerra, así como en contra del imperialismo que destruye nuestro planeta.
Denis Pilash: Espero que al tiempo que reivindicamos cosas específicas de Ucrania también podamos ir más allá hacia un ámbito más global. De modo que cuando hablamos de apoyo y ayuda a la gente refugiada ucraniana, nuestras demandas se extiendan a las gentes refugiadas de todo el mundo. Si pedimos la cancelación de la deuda exterior ucraniana, la extendemos a la cuestión del endeudamiento de la mayoría de países, especialmente los más pobres. Si reclamamos el embargo de los bienes de los oligarcas rusos y tal vez también ucranianos para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania, planteamos asimismo la cuestión de los paraísos fiscales utilizados por la clase capitalista global para guardar sus fortunas. Si exigimos que se bloqueen los suministros de petróleo y gas de Rusia, deberíamos hacer lo mismo con los de países como Arabia Saudí con su guerra criminal contra Yemen. Esos son imperios del combustible fósil con los que hay que romper mediante una reconstrucción ecosocialista del sistema mundial.
Así que toda cuestión menor forma parte de un planteamiento más amplio. Por eso es tan importante que haya esta solidaridad y este intercambio entre pueblos de diferentes regiones, que están afectados todos por problemas que básicamente son los mismos, por mucho que en un momento dado se enfrenten a dinámicas y contextos específicos.
11/03/2022
Traducción: viento sur
Denys Gorbach es investigador social que actualmente prepara su doctorado en Francia sobre la política de la clase trabajadora ucraniana. Denis Pilash es politólogo y activista que participa en un movimiento social, Sotsialnyi Ruj.
Fuente :
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