El economista analizó en diálogo con AGENCIA PACO URONDO diferentes temas económicos que suelen generar controversia: ¿Se puede prescindir de la minería? ¿Y de los agroquímicos? ¿Cómo se enfrentan las restricciones ambientales?
Por Enrique de la Calle
Eduardo Crespo es doctor en Economía y profesor de las universidades de Río de Janeiro (Brasil) y de Moreno (Argentina). En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, se refirió a varios temas controversiales del desarrollo económico: explotación minera, utilización de agroquímicos, crecimiento económico, restricciones ambientales.
APU: Usted pone en cuestión diferentes tópicos muy habituales en las argumentaciones de izquierda o progresistas en relación a temas de desarrollo económico. Me gustaría ir sobre esas "deconstrucciones". En primer lugar, usted trabajó sobre los vínculos entre crecimiento económico y distribución de la riqueza. Como dice cierto planteo progresista: ¿Argentina es rico pero tiene mala distribución de la riqueza? ¿Cómo se conjuga la relación entre crecer y distribuir, cuál es el huevo y cuál la gallina?
Eduardo Crespo: En primer lugar, Argentina no es un país rico. ¿Qué indicador utilizan para decir eso? El indicador que se usa es el PBI per cápita, no conozco otro mejor. Argentina está muy lejos de ser un país de lo más ricos. Es un país de 15 mil dólares per cápita, pongamos que si se recupera puede llegar a los 20 mil dólares per cápita. Es un país de ingresos medio, estamos abajo de Chile o Uruguay. No existe país que tenga ese indicador que no tenga pobreza o desigualdad. Nadie supo darme un ejemplo de un país que no tenga pobreza o desigualdad con ese tamaño de PBI. No existe. Después hay que aclarar si hablamos de distribución del ingreso o distribución de la riqueza, una cosa son flujos y otros stock. Para la distribución de la riqueza, necesitás expropiaciones y para eso, una revolución... convengamos que sería conflictivo. En definitiva, para reducir la pobreza necesitamos crecer, no queda otra, por lo menos, debemos duplicar el PBI per cápita.
APU: Voy con repregunta larga sobre la riqueza de Argentina. Según la investigadora Alcira Argumedo, el sector minero y el sector agrario evaden recursos por 30 mil millones de dólares al año (por contrabando o por sub-declaración de minerales que exportan). Otros autores, hablan de una pérdida del 10% sobre el total de las exportaciones, a través de mecanismos derivados de los precios de transferencia (entre 6 y 8 mil millones al año). Después, están los análisis sobre la cantidad de fondos que existen en el exterior, a través de la fuga de divisas (Jorge Gaggero estimó que hay afuera 500 mil millones de dólares). ¿Todos esos números cómo juegan para pensar la riqueza de Argentina? ¿No existiría una riqueza que se genera en el país pero que no queda en el país?
EC: No conozco esos números ni tengo precisiones al respecto. Si vos tenés restricciones tipo cepo, suelen pasar esas cosas. Eso pasaría en cualquier economía del mundo. No tiene que ver con la minería en sí, tiene que ver con la situación de la macroeconomía. En todo caso, obligaría a más controles o a buscar otros incentivos macroeconómicos, pero no a prohibir la minería. Con respecto a lo de Gaggero, para mi se caen en análisis morales o judiciales sobre lo que es la entrada y salida de capitales. Tenés capitales de argentinos afuera y también tenés capitales de extranjeros acá. Argentina tiene mucha salida de dólares, que no necesariamente salen del país, el tipo lo puede tener escondido en su casa, en el colchón. Eso tiene que ver con los incentivos macroeconómicos. Pero no hay que analizar esos temas en términos morales o judiciales. Además, si esos capitales estuvieran en la Argentina hablamos de riqueza, no de lo que Argentina produce por año. A nadie se le ocurre que esos 500 mil millones de dólares se podrían a poner a producir de una. ¿Qué mecanismos existen para eso? Argentina no es el único país que tiene ingresos de capitales o salida de ellos. De fondo, está que Argentina produce poco. Quince mil dólares per cápita lo convierten en un país de ingreso medio. Es lo que hay. Hay que lograr que eso aumente.
APU: También debatió con aquellos que se enfrentan cerradamente al desarrollo minero. ¿Un país como la Argentina - en términos de desarrollo - puede prescindir de la minería?
EC: Argentina no puede prescindir de la minería. Primero, por algo muy simple. Nadie quiere dejar de consumir productos derivados de la minería. Porque sería prescindir de todo. Si se propone eliminar la minería hay que ser consistente y hay que dejar de consumir autos, celulares, computadoras, etc. Porque no tenemos los dólares para sustituir eso con importaciones. Además, me gustaría saber cuál es el ejemplo de país desarrollado que está en contra de la minería. Los principales países mineros son países desarrollados.
APU: ¿Existe esa diferencia entre "minería" y "megaminería" que alguna vez se plantea (la primera sería tolerable ambientalmente)?
EC: La minería no es una actividad para emprendimientos pequeños o PYMES. Donde se da así es en algunos lugares en África y tiene resultados catastróficos, con poblaciones semiesclavas. La minería moderna son grandes inversiones, producciones gigantes, con enormes maquinarias. En Argentina hay una fantasía en torno a lo pequeño, la PYME, la "mini-minería", para ponerle algún nombre. La idea de que lo pequeño sería socialmente más aceptable que lo grande. En general, en las actividades donde hay escala predominan los emprendimientos grandes. Cuando eso no ocurre, significa pagar más caro y tener peores condiciones de vida.
APU: Usted critica el uso de nociones como "agrotóxicos" o "agronegocios". ¿Por qué?
EC: Es ridícula esa definición de "agrotóxicos". Falta en Argentina y en muchos lugares un poco de historia sobre el papel de los agroquímicos en el desarrollo económico y demográfico del planeta en los últimos 100 años. No se explica la población actual del planeta sin agroquímicos. Esto es muy claro. En 1800 el mundo tenía mil millones de habitantes y hoy tenemos casi 8 mil millones. Se multiplica por 8 la población y la mayoría de ella deja el campo y se va a las ciudades. Para que eso ocurriera, se dio un salto en la productividad de la agricultura fenomenal. En el caso europeo, en un primer momento, importaba alimentos desde las Américas. Pero eso era un problema geopolítico. Vieron que no podían depender de alimentos que ellos no generaban. Sobre todo eso pasa en Alemania, donde se desarrolla la agricultura industrializada, donde prevalece la química, los fertilizantes, los herbicidas, etc, para lograr la soberanía alimentaria. En parte, pierden la primera guerra mundial por eso, porque Gran Bretaña controlaba los mares y le cierra el camino de los alimentos. En las primeras décadas del Siglo XX la productividad de la agricultura creció de manera exponencial y estuvo vinculado en buena medida a la introducción de los agroquímicos (junto a la maquinización, los tractores, etc). Si le quieren llamar agrotóxicos, que lo llamen así, pero eso es lo que permite la comida en el planeta. No sería sustentable la vida en el planeta sin los agroquímicos. Sin ellos, se reduciría la productividad de la producción de alimentos y obligaría a usar más tierras. No se podría mantener la cantidad actual de personas en el planeta. El tema ambiental es un problema, no hay que ser negacionista, existe el cambio climático, pero la gente que se moviliza en función de estas causas tiene un rechazo por la ciencia, por el trabajo académico, por el estudio científico. Y es importante esto, porque en el caso de Argentina está generando efectos. Si el país no puede tener minería, no puede tener soja, no puede extraer combustible no convencional, no puede tener producción forestal, de qué vamos a vivir.
APU: Lo decía recién: el tema ambiental existe. ¿Cómo debe abordarse entonces el debate que incluye desarrollo económico y cuidado ambiental?
EC: Para que el crecimiento se pueda sostener, tendrá que ser compatible con las restricciones de tipo ecológica. Y no estamos hablando de acá a 100 años, si no de acá a un par de décadas. Igualmente, no es la primera vez que la humanidad enfrenta este tipo de restricciones. Si uno estudia historia medioambiental, hay muchos casos de civilizaciones que se enfrentaron a restricciones medioambientales. Por ejemplo, los mayas. Si no se pueden superar esas restricciones con algún cambio técnico la civilización va al colapso. Eso es muy claro. Por eso, el crecimiento se tiene que hacer compatible con esas restricciones. ¿De qué modo? A partir del desarrollo científico. O se da ese salto técnico o se debe reducir la población o empobrecer drásticamente a una parte grande de ella. Para evitar eso hay que desarrollar tecnologías más amigables con la naturaleza. En cambio, si se plantea volver a técnicas del pasado, es inviable. O si se propone dejar de crecer, también. Argentina está en esa situación desde 2011. Si esa es la solución, la podemos ver ahora... No creo que sea muy amigable con el ambiente. El continente con mayores problemas ambientales es África, y es el continente menos desarrollado. No veo otra opción que apostar al desarrollo científico. Uno podría pensar en detener el crecimiento en Noruega, Japón o Finlandia, pero no en países de desarrollo medio o bajo. Es un planteo descabellado que va a empeorar la situación ambiental en esos países.
APU: Habló de las restricciones ambientales como un dato concreto de la realidad. Quiero ver si entendí bien su planteo: ¿considera que en los países muy desarrollados si debería plantearse la posibilidad de repensar situaciones de crecimiento económico y pautas de consumo?
EC: Dos cosas sobre ésto. En primer lugar, sí creo que es más fácil decir vamos a moderar el crecimiento y el consumo en Noruega que en Argentina. Ellos producen muchísimo. Tenés Japón que hace 30 años no crece o crece muy poco, pero tiene reducción de población. Con lo cual, su ingreso per cápita crece más que Argentina. En países muy ricos, que tienen un crecimiento demográfico muy bajo, se puede pensar en esas cuestiones. No es nuestro caso, Argentina tiene un crecimiento demográfico de un 1% anual. Pero hay otra cuestión, que no se suele tener en cuenta: los países desarrollados, por serlo, cuentan con más instrumentos o recursos para enfrentar las restricciones ambientales. Por ejemplo: un terremoto. En Haití mató a 250 mil personas. En Chile o Japón, aunque la intensidad fuera mayor, mueren muchísimas menos personas. En Japón mueren 10 tipos y en Chile, mil. Pero nunca 200 mil. ¿Por qué? Porque hay mejores casas, más infraesrtructuras, mejores sistemas de prevención y auxilio, etc. Eso hace que ese factor natural tenga menor impacto. Las economías pobres van a sufrir muchísimo más el problema ambiental que las ricas. Lo va a sufrir mucho más África que otros continentes. China está en mejores condiciones que hace 30 años, aunque emita mucho más residuos de carbono o lo que se quiera analizar. El crecimiento chino tuvo impacto sobre el ambiente pero tiene mucho más recursos hoy que antes para enfrentar las restricciones ambientales. Con el coronavirus se ve claramente. Tal vez, la única excepción sea Estados Unidos y habría que analizar qué pasó ahí en el último tiempo. Ahora, con el coronavirus se vio que los estados fuertes enfrentaron mucho mejor la pandemia. Por eso, lo peor que podemos tener para enfrentar a las restricciones ambientales son países subsesarrollados y estados débiles.
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