Pensar, hablar o escribir sobre El Eslabón hoy, a 25 años del eclipse del modelo*, me llena la cabeza de una cantidad de anécdotas difíciles de transmitir si no es en ronda de amigos, copa de vino de por medio. Pero ya me comprometí así que por ahora la ronda tendrá que ser imaginaria.
Lo primero que necesito decir es que este proyecto no nació de un repollo. O, mejor dicho, no de cualquiera. El contexto para hacer periodismo en Rosario, Argentina y el mundo era muy diferente a lo que es en este presente, más allá del carácter cíclico de nuestra historia. Intento recordar la cotidianeidad de nuestras vidas y militancias adolescentejuveniles de finales de los noventa.
Dos consignas nos marcaron a fuego. “Si no hay justicia hay escrache”, y “No a la adecuación de los estatutos de la Universidad a la Ley de Educación Superior”. Esto formó parte del período de militancia estudiantil en la universidad y en derechos humanos que marcó a fuego el entonces ignoto pasquín.
La invitación de Julián al Rodri, Pecos, Juane y a mí para poner en práctica la teoría, no pudo haber germinado de la nada. Con Javi y Yayo desde los comienzos también.
Se trataba de replantearnos esa zona de confort que tan bien nos sentaba: “Hay que dar la disputa por el sentido de la producción de conocimientos”, argumentábamos, y lo seguimos haciendo. Aunque no sólo desde las aulas y pasillos de la carrera de Comunicación Social.
En su ensayo El Problema de los Géneros Discursivos, Bajtín nos quemaba la croqueta con la frase: “Cada enunciado es un eslabón de la cadena de la comunicación”, analizando cómo están siempre enmarcados en contextos –repollos– específicos. Ese texto nos marcó. Por otra parte y siguiendo con el tema de los géneros, en este caso el de no ficción, Rodolfo Walsh (nuestro Messi del periodismo de investigación), hacía lo propio con Operación Masacre, siempre “fiel al compromiso de dar testimonio en tiempos difíciles”. Un comunista ruso y un peronista argentino, ambos marginados por las conducciones de los movimientos políticos a los que pertenecían. Un zurdo y un peroncho, entre otros, nos influenciaron fuerte en este proyecto.
Sobre el nombre, algunas personas lo asociaban al ruido de esas cadenas que es necesario romper para liberarnos de opresiones. Otras nos recibían con una sonrisa y la frase “ja, el eslabón perdido”. El grupo editor insistía en que si el periodismo no molesta al poder era pura propaganda.
Nadie nos sacaba de la cabeza la certeza de que, en parte, El Eslabón intentaba cumplir propósitos similares a los que tuvo ANCLA, aunque en momentos y lugares diferentes. Crisis y apogeo del neoliberalismo menemista en Rosario constituyeron un ambiente favorable para que florezca.
Uno de los puntos de contacto entre aquella realidad y el presente doloroso que atravesamos tiene que ver con cierta sensación de no ver luz al final de este túnel que asfixia nuestro proyecto de nación. Pero, para bien o para mal, nuestra historia es cíclica y sabemos que esto va a pasar. Y va a pasar por muchas razones. Una de las más importantes para esta ronda de recuerdos, en mi opinión, es la convicción de quienes siguieron y seguimos sosteniendo los eslabones de las cadenas informativas.
*“El Eclipse del Modelo” fue el título de tapa del número 0 de El Eslabón publicado el 2 de septiembre de 1999.
Fuente : redaccionrosario.com
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