Felipe Bellingeri cuenta y analiza la década de los ´90: HIJOS, la militancia en La Plata, los Fogoneros en Neuquén, las luchas urbanas inspiradas en la OLP, la acción directa, y el último eslabón de Montoneros recorriendo el conurbano bonaerense. Instantáneas de luchas que -tal cual Rodolfo Walsh- nunca comienzan separada de otras.
DOSSIER //// 19.05.2021
Felipe Bellingeri: “Nosotros siempre pensamos que la revolución era posible”.
Felipe Bellingeri cuenta y analiza la década de los ´90: HIJOS, la militancia en La Plata, los Fogoneros en Neuquén, las luchas urbanas inspiradas en la OLP, la acción directa, y el último eslabón de Montoneros recorriendo el conurbano bonaerense. Instantáneas de luchas que -tal cual Rodolfo Walsh- nunca comienzan separada de otras.
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Por Federico Tártara
Cuando era un niño Felipe Bellingeri sufrió la desaparición de su padre, y solo con su madre y sus 3 hermanos se abrieron paso en una vida signada por la búsqueda (de su papá) y la militancia política. Uno de sus primeros recuerdos en vida fue, en 1979, cuando fue hacer la cola a las oficinas de Avenida de Mayo, cuando vino la OEA.
La militancia en la década de los ´90 lo encontró en una seguidilla de hechos que pre anunciaban un estallido que se demoró más de diez años, aunque todo se sucedió en medio de una vorágine y hechos que le pisaban los talones: la militancia con el Loco Galimba, los saqueos del ´89, la lucha callejera, y la militancia gremial y política en una provincia que por momentos fue la más agitada del país, con despidos en YPF y el nacimiento de los Fogoneros.
“Me fui sin trabajo a Neuquén, y entre a trabajar en la planta transmisora de radio LU5. Tuve el control total de la radio, llegué a trabajar 20 horas diarias. Empecé como franquero, y me quedé al frente y bajaba la palanca cuando quería, y tenía acceso a las bandas UHF, VHF, y demás. Allá entablé vinculaciones políticas con la Pastoral de Neuquén, y con los trabajadores despedidos de YPF”, cuenta.
“Un puñado de compañeros somos el último eslabón de Montoneros, hay que remarcarlo porque si no no hay continuidad histórica. Nosotros no nacimos de la nada. Teníamos la matriz de ser una fuerza nacional, territorial, dispersa por el país. Los compañeros de la UES estaban dispersos en distintos lugares del conurbano, y del país”, reflexiona sobre el contexto.
Lo personal es político: la desaparición
Hector Bellingeri fue fusilado en una quinta de Marcos Paz, denominada “La capilla”, el 12 de Junio de 1977, junto a 26 compañeros del grupo PROA (Partido Revolucionario de los Obreros Argentinos), de orientación marxista que estaban preparando la captura de Martínez de Hoz, el ministro de Economía de la dictadura genocida de Videla.
Su cuerpo nunca apareció. Héctor fue un miembro destacado de la resistencia peronista en La Plata, integrante de los comandos Felipe Vallese. “Mi padre se incorpora a trabajar en los talleres de Vialidad, y ahí conoce a Haroldo Lugiurato que fue el jefe de la resistencia peronista en la ciudad de La Plata, con los comandos Felipe Vallese. Luego van a Chile, hacen su experiencia, y cuando vuelven ya conforman el PROA”.
“Y nosotros sobrevivimos en la ciudad de La Plata, sin irnos. Toda una experiencia para mi mamá, que se quedó con 3 hijos. Mis hermanos en ese momento tenían 19 y 16 años, y yo casi 7”, cuenta para luego expresar de forma determinante lo que fueron esos años: “En el 79 voy con mis hermanos y hacemos la cola para denunciar en la OEA, y ahí tomo conciencia que mi papá estaba transitando algo que no sabíamos lo que era... y que era la desaparición.”
Ya al filo del comienzo de la democracia se conforma Intransigencia y Movilización Peronista (IMP), una agrupación política conducida por el senador catamarqueño Vicente Leonidas Saadi, que estaba fuertemente ligada al diario La Voz.
“Aparece Intransigencia y Movilización, y conozco a Gastón Harispe que estaba en la UES. Yo estaba en primer año de la secundaria. Luego nos vamos para el Peronismo Revolucionario”.
Tiempo después se dan dos hechos significativos en su vida, y en la de toda la militancia joven de esa época. En primer lugar el operativo San Martín, en el Chaco, donde 500 jóvenes, de entre 14 y 18 años, participan de la reconstrucción del Chaco, un campamento. “Ahí conocimos una serie de cuadros medios de la organización, muchos que habían vuelto del exilio, muchos que habían luchado en Nicaragua, y muchos servicios de inteligencia que también estaban en el campamento. Volvimos de esa experiencia con mucha mística, y con muchas ganas de armar los centros de estudiantes”, recuerda Felipe.
“En el medio de eso aparece la película La Noche de los Lápices, que muchos eran hermanos de mis compañeros en la UES, yo militaba con el "Chino" (Miguel) y el (Emilio) "Taka", Lopez Muntaner hermanos de (Francisco) "Panchito". Y también Jorge “Chiqui” Falcone que era la conducción del PR en La Plata, y Daniel "Negro" Izaguirre, un cuadro territorial muy importante, un compañero albañil, con mucha capacidad de analisis. Nosotros nos formamos en esa militancia que era una construcción colectiva. Aprendimos armar la red y generar confianza, armar en el territorio”.
En las puertas de los ´90: saqueos y la Casa de ´30
En Mayo de 1989, en tiempos de un Alfonsín que ya estaba pensando en su retiro y en la entrega del poder, con cortes de luz programados, una hiper inflación y el crecimiento de la pobreza de forma exponencial, se producen saqueos en supermercados y almacenes de Rosario. Felipe estaba en Chile, participando de un pre congreso de Juventudes Políticas que era rumbo a Pekín, China. “No pude viajar porque no tenía la mayoría de edad, porque por la patria potestad me faltaba un integrante”.
La década no empezó de la mejor manera y rápidamente pudieron visibilizar, con su grupo de militancia, como venían los '90 cuando Menem anunció su gabinete y el casamiento de Rodolfo Galimberti con Dolores Pueyrredón. “Ahí, nosotros desarticulamos todo lo que era Revista Jotapé, armamos una agrupación que se llamaba Generación Malvinas, que al poco tiempo entra en crisis, y después surge el PQR (Peronismo que Resiste). Se recupera la casa de 30, aparece el anillo de Diana Teruggi”, relata Felipe, y agrega: “Encontré entre los escombros unas chapas todas dobladas y las identifique rápidamente: eran chapas de impresión de un manual de Montoneros”.
Esa vivienda había sido una casa donde se imprimía la Revista “Evita Montonera”, famosa por cómo estaba escondida la imprenta clandestina -en un embute- en el fondo del patio, detrás de un lavadero. En ese lugar murieron, el 24 de Noviembre de 1976, Diana Teruggi, Roberto Porfidio, Daniel Mendiburu Eliçabe, Juan Carlos Peiris y Alberto Bossio. Desde ese día es buscada intensamente Clara Anahí Mariana Teruggi, una beba que fue puesta a resguardo por su madre, antes del inicio del tiroteo. La casa fue reabierta en el año 1994.
“La militancia territorial fue en Altos de San Lorenzo, el Retiro, Santa Ana. En ese marco, estuvo el estallido del ´89, donde algunos compañeros salimos a buscar proteína animal, salimos en auto, algún criador de chancho perdió un chanchito. Y ahí aparecen los saqueos también, a supermercados, se metió un camión de carne en la 520, y cayó Alfonsín y vino la maldición del peronismo”, sintetiza de esos años.
También narra un hito fundacional incipente, pero que fue el puntapié para que los genocidas hoy esten condenados a cadena perpetua. “Aparece HIJOS con los escraches, y fue un momento de mucha articulación. Nosotros habíamos decidido en los congresos, ´sino hay justicia, hay escrache´, y esto necesitaba cierto tiempo de organización y coordinación. Detectarlo en el barrio, sacarle la foto, anunciarlo e ir y escracharlo. Y la relación de fuerzas para nosotros era desfavorable: terminabamos presos, cagados a palo, y a balazos”.
“Inmediatamente que se recupera la casa (la Casa de calle 30) me voy a vivir a Neuquén, y no vivo la fusión del PQR con Quebracho”, dice Felipe de ese hecho más de 25 años después, y reflexiona sobre la militancia nacional, popular y revolucionaria de esos tiempos: “En esa década no había dispersión. Después la política hizo que se dispersara. El avance de la pequeña burguesía hizo retroceder al pueblo a chancletazos. Nuestra militancia era otra. Había un ida y vuelta entre la conducción y el abajo. Es más, con Néstor, en su primera etapa, también sucedió”.
Fogoneros: el estallido del ´96
La década del ´90 estalló por primera vez con las puebladas de Cutral Có y Plaza Huincul. Fueron dos revueltas populares protagonizadas por el pueblo de Neuquén, en los años ´96 y ´97, en esta última fue asesinada Teresa Rodriguez.
-Te vas a Neuquén y ahí arman HIJOS. ¿Cómo se da esa militancia?
-Empezamos a hacer un trabajo interesante. Nos juntábamos con un grupo de 50 compañeros, en ese lugar hostil, que era la planta transmisora de la radio. Algunos habían sido delegados dentro de la fábrica. Entonces se empezó analizar cuáles eran los elementos de presión que teníamos para presionar a Buenos Aires, y alguien dice lo de cortarle el gas a Buenos Aires.
-¿El sueño del pibe?
-Con esa llave se gana el conflicto. Y después, la jueza Arguelles diciendo que el corte de ruta no era un problema penal, sino que era un problema social. Se declara incompetente y se retira con la gendarmeria. Ahí es el triunfo de los fogoneros de Cutral Có. Nosotros ejercimos la violencia y triunfamos. Habíamos aprendido eso de las intifadas palestinas. En nuestra formación estaban muy presentes las luchas urbanas de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina).
¿Hablaban en los ´90 de hacer la revolución?
-Nosotros siempre pensamos que la revolución era posible. Es más, ahora es posible.
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