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La proscripción de CFK y las variantes Sabor a sapo


03-07-2023 14:49:29
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Cristina habló sobre la lista “única” de Massa: la política como herramienta de transformación o de tranquilidad. Contradicción principal y secundaria, mensaje a la militancia. Halcones y palomas de los mazazos.

Tras el “sorpresivo” cierre de listas del frente oficialista con una lista de unidad encabezada por el ministro de Economía, Sergio Massa –a pesar de que, en rigor, va a elecciones internas con Juan Grabois-, la vicepresidenta de la Nación y líder del espacio, Cristina Fernández de Kirchner, brindó una explicación precisa de sus pasos al reivindicar “la política como un instrumento de transformación y de cambio”, pero poniendo esa definición abstracta en un contexto: “Y en todo caso, si todavía no podés transformar, de tranquilizar”, dijo. La política como clonazepán, en su última instancia, parece ser la definición del espacio mayoritario de Unión por la Patria, que tiene a su principal candidata a tiro de proscripción del Partido Judicial, que CFK caracterizó esta semana como continuidad de lo que hasta comienzo de la década del 80 fue el Partido Militar. “Yo quiero que ustedes entiendan que los dirigentes tenemos responsabilidades y a quien le debemos todo es a la sociedad. Tenemos que darle certeza, tranquilidad y seguridad a la sociedad”, abundó la líder oficialista durante un acto vinculado a la política de memoria, verdad y justicia, en el que hizo una clara referencia a la militancia propia, disgustada con el sabor a sapo que supuso para su paladar la elección del contertulio de la “embajada”: “Es importante terminar con las operaciones políticas que tanto han envenenado a la militancia, que terminan leyendo el diario en lugar de salir a la calle. Dejen de leer los diarios y salgan a la calle a ver lo que pasa con la gente, eso es lo que tienen que hacer”, ordenó.

Foto: Télam

La elección de Massa como precandidato presidencial -que representa una de las patas del “sector nacional” de la coalición de gobierno-, por sobre un postulante de la fracción “nacional y popular” como podría haber sido Eduardo De Pedro, exhibe la contradicción existente al interior del oficialismo y su forma de resolución en el contexto actual: “Si todavía no podés transformar, tranquilizar”.

La contradicción principal que se expresará en las elecciones presidenciales de este año es entre una fuerza que representa a sectores locales del capital y su alianza con el trabajo, y las ofertas que propone el capital financiero internacional bajo su perspectiva neoliberal de reducción del Estado y recorte de derechos, que propone dos vertientes: la interna en Juntos por el Cambio –con sus matices- y la fórmula única del “libertario” de mercado Javier Milei.

En ese contexto, es previsible que la participación de Juan Grabois en la interna de Unión por la Patria suba su cotización al captar el descontento de los sectores nac&pop del oficialismo en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) de agosto próximo.

Unidad

Foto: Télam

El viernes 23 por la noche se conoció la noticia que, de alguna manera, pateó el tablero electoral, al menos en el frente oficialista: tras varios devaneos, finalmente UxP iría a las elecciones con una sola fórmula, encabezada por Massa e integrada también por el jefe de Gabinete, Agustín Rossi.

Massa fue director ejecutivo de la Ansés y jefe de Gabinete en los gobiernos de Cristina, antes de su ruptura y derivación en la construcción de su Frente Renovador, con el que tuvo sus 15 minutos de gloria al ganar unas elecciones legislativas de medio término en 2013.

El “círculo rojo” y los grupos económicos intentaron enlazarlo con Mauricio Macri en una interna para 2015, pero el ex presidente de Boca la rechazó porque consideró que podía solo. Desde entonces, Massa no pudo construir el proyecto –más personal que político- de convertirse en una figura ascendente hacia la Presidencia de la Nación y en 2019, tras la tercera experiencia neoliberal que sufrieron los sectores populares y productivos del país, regresó al peronismo para conformar con Cristina y Alberto Fernández el Frente de Todos.

A pesar de su larga trayectoria en el kirchnerismo, Rossi tampoco es “ahora” un dirigente puramente cristinista, sino que aporta a la fórmula desde su ligazón con AF, del que es jefe de Gabinete. El mismo presidente que lo echó del Ministerio de Defensa por no acatar la sugerencia de no participar en las elecciones legislativas de 2021 en Santa Fe, donde CFK había alcanzado un acuerdo electoral con el gobernador Omar Perotti. Lo que demuestra el carácter dinámico de la política.

Foto: Télam

Podría decirse, entonces, que los precandidatos a presidente y vice no son “los hombres de Cristina”, sino los que permitieron –con el claro aval de la conductora del espacio- la síntesis del oficialismo para evitar una fragmentación electoral que le hubiese supuesto un muy riesgoso desempeño en las Paso.

La vicepresidenta lo explicó en el acto en el que habló esta semana, cuando además enfatizó que ese acuerdo contaba con la bendición de los gobernadores justicialistas, los intendentes ídem de la provincia de Buenos Aires y hasta lo que en vida fuera la CGT.

Texto y contexto

“Como militante política sostenía que era necesario construir una lista de unidad que nos permitiera abordar los problemas que tiene la sociedad, muy graves. Cuando veo a la oposición, responsable del endeudamiento y el regreso del Fondo Monetario Internacional (FMI), pelearse en dos listas para ver quién mete más bala o quién saca más derechos o ajusta más, pienso qué necios, ni buenos ni malos, qué necios. No advertir lo que pasa en el país y lo que el país necesita”, dijo Cristina.

Recordó que “el presidente de la Nación y de nuestro partido se embanderó en hacer Paso. Hablé varias veces de la comprensión de texto, pero también hay que comprender el contexto, que es cuando una mira la sociedad y el momento político en el que está”, abundó.

Entonces recordó que los gobernadores, intendentes y la CGT coincidieron en la necesidad de evitar un inútil derramamiento de votos en una interna y en sintetizar la propuesta oficialista en una fórmula única, que pudiera ser competitiva electoralmente. Porque “para ganar hay que apostar”, dijo Cristina en el acto, al calificar como “fullero” a Massa.

Tras dar una serie de precisiones sobre las negociaciones, dijo que “finalmente se resolvió” el acuerdo mediante la cesión de dos lugares expectantes en la lista de diputados nacionales por Buenos Aires a la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, y al canciller Santiago Cafiero, fieles del albertismo. “Esta es la verdad de la milanesa. En esto terminaron las Paso en la República Argentina”, apostrofó.

Fue allí que CFK mencionó a la política como instrumento de transformación y su versión tranquilizadora, cuando la relación de fuerzas o el contexto no permiten avanzar. Por supuesto, como todo diagnóstico, es discutible. Como también son legítimas las voces que desde una perspectiva nacional y popular se alzan quejosas por la fórmula seleccionada, cuyo principal término no representa ni siquiera el promedio de lo “kirchnerísticamente” aceptable. ¿Acaso lo fueron Daniel Scioli en 2015 y Alberto Fernández en 2019? Con paja, barro y un poco de bosta decía Juan Domingo Perón que se construían los ranchos.

“Tenemos una política cada vez más fragmentada y un poder económico más concentrado”, advirtió también Cristina, quien puntualizó en su discurso que “el neoliberalismo quiere a como dé lugar que los trabajadores acepten cualquier resultado de sus ingresos”. Pero advirtió: “Les tenemos malas noticias, hay muchos peronistas todavía en la República Argentina”.

Agregó que “vale la pena desdramatizar y que la gente sepa de qué se trata un debate político en los partidos políticos”, y sostuvo que “nuestro compromiso es con el destino de esta patria, a la que queremos y sentimos y que, mal o bien, con nuestros errores y aciertos, le hemos entregado la vida”.

Contradicciones

Un documento de trabajo del Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), fechado en mayo pasado y titulado “Sistema político, coyuntura económica y línea política económica en la Argentina actual”, ahonda sobre las contradicciones al interior de lo que todavía se denominaba el Frente de Todos –entre sus alas nacional y nacional y popular- y la contradicción general entre orientaciones políticas, empleando categorías de análisis del filósofo y teórico marxista italiano, Antonio Gramsci.

El trabajo, firmado por Eduardo Basualdo y Pablo Manzanelli, sostiene que “resulta evidente que el gobierno del Frente de Todos es el resultado de una variante peculiar de «alianza nacional» donde participan al menos dos expresiones políticas que se pueden considerar como estrictamente «nacionales» en tanto dentro de sus representados se encuentran los grupos económicos locales y una tercera fuerza que expresa al conjunto de sectores sociales que conforman la propuesta «nacional y popular»”. Son, agregamos nosotros, el albertismo y el massismo, y el kirchnerismo

Agregan Basualdo y Manzanelli que “debido a la decisiva incidencia que asume electoralmente el kirchnerismo (la principal fuerza nacional y popular) dentro de esta alianza, el Frente de Todos como gobierno se expresa públicamente como si fueran todas ellas «nacionales y populares»”, borroneando de alguna manera esos matices.

Esa distinción de líneas internas en la coalición oficialista evidencia “la peculiaridad de la experiencia del Frente de Todos, ya que la fuerza mayoritaria no es la que detenta o tiene en sus manos -como diría Cristina Fernández de Kirchner- la «lapicera». Ahondando en el análisis, todo indica a grosso modo que si bien ambas concepciones coinciden en la necesidad del crecimiento económico, las «nacionales» la sustentan en los incentivos al capital mientras que las «nacionales y populares» en el poder adquisitivo de los trabajadores para poder plasmar ese crecimiento”.

La elección de Massa como conductor del proceso que viene, siguiendo el análisis de Flacso, podría repetir de algún modo la frustrante experiencia albertista.

El trabajo académico avanza sobre la contradicción principal, de la que habla CFK.

“En la actualidad se perfilan en principio dos propuestas de gobierno claramente contrapuestas para disputar las elecciones presidenciales del año en curso. El kirchnerismo es una de ellas y reconoce a la clase trabajadora y a los sectores populares en general como fundamento central del contenido de sus propuestas específicas”, señala el documento.

Y explica que “en las antípodas a esa propuesta se ubica la postura pergeñada por el capital financiero internacional representado por el núcleo duro del PRO (Macri/Bullrich) que potenciará, tal como lo expresan públicamente, los intereses del gran capital mediante políticas neoliberales sustentadas en el achicamiento estatal y la anulación de las conquistas históricas más relevantes de la clase trabajadora”.

Por último, sostiene que “tampoco se puede descartar que en alguna coyuntura en particular, siguiendo el ejemplo de los «libertarios», adopten como propio el viejo anhelo de la dolarización de la economía que fue la apuesta orgánica del capital financiero internacional. Aunque la posibilidad cierta de plasmar esa política enfrenta al menos tres escollos de relevancia: las escasas reservas internacionales, el hecho de que ya le dieron un crédito inédito a ese espacio político que resultó un fracaso para los objetivos que lo generaron, y, entre otros, que se trata de una iniciativa que, tal como ocurrió en 2001, cuenta con el rechazo del establishment local”.

Massa o maza

De algún modo, la decisión del peronismo y la reflexión de Flacso –que es previa a conocerse las candidaturas- apuntan a no allanarle alegremente el proceso electoral a la derecha neoliberal en las diferentes formas que adopta.

Podría pensarse, como suele ocurrir en la vida cotidiana, que no se trata en esta ocasión de tomar una decisión entre lo bueno y lo malo, sino inclinarse a lo menos dañino para las mayorías en una coyuntura en especial. Criterio discutible si los hay, a no dudarlo.

Algo así como Massa o los mazazos que propone JxC como medicina para curar los efectos del brutal ajuste que plantea, sin pelos en la lengua.

De hecho, el gobernador jujeño Gerardo Morales se incorporó a la fórmula de las “palomas” del principal espacio opositor a fuerza de gases y palos a maestras y comunidades indígenas. Esos, vale aclararlo, son los moderados.

Imagen: El Eslabón

La otra fórmula de JxC la conforman Patricia Bullrich y el ex diputado radical Luis Petri. Sus propuestas se extreman hacia la derecha en busca del electorado enojado que capta Milei y, de alguna manera, obligan al tándem Rodríguez Larreta-Morales.

La represión en Jujuy mostró, como dato nada menor, la capacidad de JxC de mostrarse unido y monolítico ante un aspecto que, evidentemente, consideran central: la represión al descontento del ajuste económico. Palomas y halcones comieron –al menos por un rato- del mismo nido, dejando de lado los matices que en Unión por la Patria se exponen con mayor énfasis.

El resto de las fórmulas presidenciales que se inscribieron ante las autoridades electorales el sábado 24 fueron la de La Libertad (de mercado) Avanza, que postula a Milei y la negacionista Victoria Villarruel; las del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en la que competirán Myriam Bregman y Nicolás del Caño contra Gabriel Solano y Vilma Ripoll.

Mientras que por la alianza Hacemos por Nuestro País se presentará el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, secundado por el último vagón del tren peronista, Florencio Randazzo.

Por su parte, el Nuevo Más presentó la fórmula integrada por Manuela Castañeira y Lucas Ruiz; Política Obrera (Marcelo Ramal y Patricia Urones); Libres del Sur (Jesús Escobar y Marianela Lezama Hid); y Demos (que dirimirá su candidato en una interna entre Julio Bárbaro y Nazareno Etchepare).

Además, se inscribieron el Movimiento de Izquierda Juventud y Dignidad (que enfrentará a Raúl Castells y Santiago Cúneo); Principios y Valores (que propone al ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno); Paz, Democracia y Soberanía (que postula al escritor Mempo Giardinelli); Liberar (con Pablo Gobbi) y el Frente Patriota Federal que da lugar al voto filonazi, con César Biondini. Diversidad hay, matices también.

Fuente : redaccionrosario.com

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