Luego de ser habilitado por la Justicia para ser candidato en 2022, Lula sacudió el tablero político con un discurso en el que denunció las atrocidades del gobierno del militar. La pandemia, el dolor y el hambre del pueblo, siempre en el centro de sus preocupaciones.
Tiemblan Jair Bolsonaro y su clan. Tiemblan el establishment y los poderes fácticos. Y los milicos, verdes de odio y resentimiento. El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el que nunca se fue, regresó con todo y durante dos horas habló y enmudeció Brasil.
El dirigente del PT ofreció un discurso y luego una conferencia de prensa desde su lugar preferido: la sede del Sindicato de los Metalúrgicos San Bernardo do Campo, en las afueras de San Pablo. Ofreció una clase magistral en la que denunció la pesadilla que está padeciendo el pueblo de Brasil con el gobierno de Jair Bolsonaro. El criminal manejo de la pandemia, el hambre del pueblo, y la incapacidad para gobernar del ex militar fueron algunos de los ejes de su intervención. También se refirió a las mentiras que lo llevaron a la cárcel y reafirmó su inocencia.
“Fui víctima de la mayor mentira política de los últimos 500 años”, dijo Lula, al tiempo que aclaró que, sin embargo, el dolor del pueblo brasileño es más grande que todos los delitos que se cometieron contra él. En este sentido, mencionó el hambre, la violencia institucional y la falta de atención en medio de la pandemia que padecen millones, y apuntó a Bolsonaro y su incapacidad para gobernar.
Si bien no definió si va a ser candidato, hizo referencia a la necesidad de formar alianzas para enfrentar al “fanfarrón” que ocupa el Palacio del Planalto.
“Este país está desgobernado, no tiene ministro de Salud, no tiene ministro de Economía, no se habla de educación, salud, trabajo”, señaló el dirigente.
“Estamos peleando por el auxilio de emergencia porque el pueblo no puede morir de hambre con un gobierno que no hace nada. No es necesario leer a Marx para defender eso”, agregó Lula.
“Han pasado casi tres años desde que dejé la sede de este sindicato para ir a entregarme a la Policía Federal. Fui en contra de mi voluntad porque sabía que estaban deteniendo a una persona inocente. Estaba consciente de la certeza de que este día llegaría. Y llegó”, dijo el dirigente al tiempo que consideró que fue “una victoria de la verdad”.
“Moro es el mayor mentiroso de la historia, un ídolo de barro que no dura mucho”, agregó Lula al tiempo que criticó a los fiscales y a toda la trama del Lava Jato.
Gran parte de su intervención estuvo dedicada a las y los dirigentes y organizaciones que siempre creyeron en su inocencia y lo apoyaron. El primero en la lista fue el presidente de Argentina, Alberto Fernández. “No puedo dejar de agradecer al presidente Alberto Fernández que tuvo la decencia y el coraje, cuando era candidato, de visitarme en la Policía Federal de Curitiba”, señaló, al tiempo que hizo referencia a que en aquella oportunidad le pidió a Fernández “que no dé entrevistas para no ser perjudicado por la derecha argentina, y él me dijo «Lula, yo no tengo ningún problema con lo que diga la derecha, yo vine a ser solidario contigo»”.
La anulación de las condenas contra el ex presidente brasileño deja al desnudo uno de los casos más alevosos y dañino de guerra judicial (más conocida como “lawfare”), estratagema regional para demonizar y proscribir a dirigentes que no respondan a los dictados de los poderes fácticos a partir del armado de causas judiciales. Se utilizó además en Argentina, Bolivia y Ecuador, y es una de las herramientas que tiene la derecha para acceder al poder a través de las urnas.
En el caso de Brasil, se lo usó para sacar de la carrera presidencial a Lula en 2018, cuando las encuestas lo daban ganador, y permitió que llegara al poder el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Este lunes 9 de marzo, el juez Edson Fachin, del Supremo Tribunal Federal (STF), anuló las sentencias contra Lula dictadas por el Tribunal Federal del sureño estado de Paraná, relacionadas con investigaciones de la operación judicial denominada Lava Jato.
El máximo tribunal hizo lugar así al pedido de habeas corpus presentado por la defensa del ex mandatario a fines de 2020 y restituye a Lula sus derechos políticos, por lo que podría ser candidato en las elecciones presidenciales del 2 de octubre de 2022.
De hecho, las encuestas lo dan, una vez más, ganador. Un 50 por ciento de los consultados dijeron que lo votarían, contra un 38 por ciento que prefiere a Bolsonaro. Lula registra un nivel de rechazo del 44 por ciento, y el actual mandatario del 56 por ciento.
Pero el fallo del STF no se pronuncia sobre la cuestión de fondo (la inocencia de Lula), sino que se basa en temas meramente procesales que tienen que ver con lo jurisdiccional. Y nada dice de la asociación delictiva, encabezada por el juez Sergio Moro, que cometió la irreparable injusticia de encarcelar a un inocente durante 580 días.
La decisión del tribunal, además de restituir los derechos de Lula, “absuelve” a Moro, y no hace siquiera referencia a los actos cometidos por el ex magistrado (luego ministro de Justicia de Bolsonaro) a la cabeza del denominado “Grupo de tareas de Curitiba”.
En este marco, el juicio sobre la parcialidad del ex juez Moro en las causas contra Lula fue postergado este martes 9 de marzo debido a que uno de los miembros de la Corte pidió un cuarto intermedio antes de emitir su voto.
Según informó Página 12, el miembro informante del caso en la Sala II del Supremo Tribunal Federal, Gilmar Mendes, aplicó una multa de 50 mil dólares al juez Moro y consideró a Lava Jato un “tribunal soviético” con procedimientos propios de la dictadura militar brasileña. Según el magistrado, datos revelados en los últimos años sobre la forma en que Moro condujo los juicios de la operación Lava Jato convirtieron al caso en “el mayor escándalo judicial de la historia» del país.
El Instituto Lula llamó este martes 9 de marzo a celebrar la anulación de condenas con “cautela y sin bajar la guardia”.
De acuerdo al Instituto Lula, “resulta el momento de celebrar esta victoria de la justicia, pero sin bajar la guardia ante enemigos. La Campaña Lula Libre y Anula el STF seguirán activas y ampliando sus movimientos hasta que las farsas contra el ex presidente sean definitivamente enterradas”, indicó el instituto a través de un comunicado.
La decisión judicial viene a reafirmar lo que la defensa sostiene desde 2016, aunque llega demasiado tarde y tras causar un daño irreparable al ex presidente, al país y a la propia justicia, señaló la organización, al tiempo que advirtió que la resolución de Fachin busca impedir la deliberación del habeas corpus que exigía la anulación de estas mismas sentencias por sospecha de parcialidad del ex juez Moro.
El comunicado expresa que “con el reconocimiento del argumento de la improcedencia de la competencia, probablemente se pierda el objeto del alegato presentado por la defensa”, porque existe la intención de salvar a Moro y al Lava Jato, “aunque a costa de anular, por ahora, las condenas impuestas a Lula”.
El Instituto Lula recuerda que hace cinco años se sabía que el tribunal de Curitiba y Moro no tenían competencia para juzgar al ex presidente obrero por los casos tríplex de Guarujá, el sitio de Atibaia y los terrenos del Instituto Lula: “Moro creó una farsa con los fiscales para criminalizar al instituto, al ex presidente y sacarlo de las elecciones (2018). Es lamentable que Brasil y la democracia hayan pagado un precio tan alto antes de que se reconozca esta injusticia. La verdad ganará”, señala el comunicado.
También dirigentes políticos de distintos ámbitos se manifestaron a favor del castigo de Moro, quien llegó a asumir el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública bajo el gobierno de Bolsonaro. “El STF acaba de anular las condenas, pero aún no ha terminado su juicio sobre la sospecha de Moro. La anulación de los procesos no puede ser la salvación de quienes hicieron política de la toga”, señaló el líder del Movimiento de Trabajadores sin Hogar (MTST), Guilherme Boulos.
Por su parte, el diputado del PT José Guimarães destacó que Lula fue víctima de persecución y celebró la decisión del STF. “Es una victoria de la Justicia, porque el proceso ha vuelto a la normalidad. Y es evidente que se hace cada vez más clara la sospecha de un juez parcial, que tenía claros objetivos políticos cuando condenó al ex presidente Lula por lo contrario a la ley”.
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