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La lógica con la que Milei beneficia a los capitalistas exportadores y castiga al pueblo trabajador hundido en la pobreza.

El gobierno eliminó la retenciones para la exportación de lácteos, carne porcina y las categorías de vacas A, B, C, D y E, mientras que redujo esta carga fiscal sobre derechos de exportación a las cadenas bovina y aviar, entre otras. Se trata de otro beneficio a las patronales exportadoras, que acarrea consecuencias desastrosas para el consumo interno, con el encarecimiento de los alimentos y el agravamiento de la caída del consumo de carnes y proteínas de origen animal.

Las reducciones a las retenciones implican un fuerte desgravación, pasando del 25% al 6,75%, en lo que, sumado a la eliminación total de retenciones para los productos mencionados, significa un fuerte respaldo a los reclamos de las patronales exportadoras de una porción significativa del campo.

Solo los productos de las categorías vaca mencionadas tributaron por retenciones unos 60 millones de dólares en 2023. Cuenta que se extiende a 159 millones de dólares, según estimaciones de la Sociedad Rural Argentina (SRA), en cuanto a desgravaciones del sector ganadero.

De esta forma, el presidente Javier Milei profundiza su línea de beneficios y desgravaciones tributarias para las patronales y castigo e imposición fiscal contra los trabajadores, siendo el mayor contraste de esta política lo que ocurre con el restablecimiento ilegal de Ganancias para la cuarta categoría, que afecta y confisca los salarios de más de un millón de trabajadores.

Además, el gobierno viene de simplificar trámites y declaraciones obligatorias para productores y exportadores, y de reducir aranceles para a insumos herbicidas y a la urea, entre otros beneficios.

Esta política del gobierno no solo implica un favoritismo hacia los negocios de las patronales exportadoras sino que afecta particularmente al consumo interno de estos productos indispensables en la cadena alimenticia.

La “liberación” de las exportaciones golpea a la “mesa de los argentinos” con la suba de los precios de las carnes y productos lácteos, cuyos precios pasan a estar directamente asociados a lo que se paga en el extranjero, en dólares, por esos mismos bienes.

Según estimaciones recientes de la Bolsa de Comercio de Rosario el consumo anual per cápita de carne vacuna se encuentra en los niveles más bajos de la historia argentina, por debajo de los 45 kilos, por debajo del promedio histórico de casi 73 kilos.

En tanto que el consumo total de carnes bovina, aviar y porcina en Argentina se ubicaría este 2024 en torno a los 105,7 kg por habitante, lo que implicaría una caída del 9% respecto del 2023, siendo el consumo más bajo desde el 2011.

El gobierno busca favorecer a los capitalistas para despejar las presiones de los exportadores por un salto devaluatorio, aunque sin resultados concretos, más aún en el contexto internacional actual y con una fuerte presión de la devaluación del real brasileño sobre el peso argentino. Además de las propias contradicciones de la política económica nacional y las presiones de las patronales agroexportadoras y los capitales extranjeros para la eliminación del cepo cambiario.

La medida del gobierno de Javier Milei no beneficia a los trabajadores argentinos, sino a un puñado de capitalistas exportadores, mientras aleja a los trabajadores del consumo de carnes y proteínas animales, en un contexto económico local y mundial signado por la crisis y la recesión.

Lejos de liberar a las patronales exportadoras para que hagan negocios a costa de la alimentación de la población argentina, corresponde nacionalizar el conjunto del comercio exterior para garantizar el consumo interno y el ingreso de los recursos y divisas necesarios para desenvolver un plan económico e industrial sobre nuevas bases sociales.
 

Fuente : prensaobrera.com