Los prejuicios y las expresiones discriminatorias hacen más legible la mendacidad de los discursos mediáticos que ejercen violencia verbal en nombre de la paz y la democracia. Hay guerras y guerras.
El conflicto entre Rusia y la OTAN con epicentro en Ucrania generó noticias sobre el hecho en sí, y también sobre la cobertura periodística por parte de los grandes medios hegemónicos. Que la labor periodística sea noticia es un síntoma a analizar. Además, su sesgo racista sirve como clave de decodificación de lo no dicho, de lo que se oculta o tergiversa. La guerra exacerba, exhibe, pone en carne viva lo que ya existía. Hoy los racistas se sienten avalados, legitimados, envalentonados para decir lo que realmente piensan. Esto es un síntoma de la correlación de fuerzas en la disputa por el sentido. En medio del ruido que producen ciertos medios y redes sociales, la indignación ética o moral es cada vez más selectiva.
La hipocresía de los medios también dio lugar a hechos que rozan lo grotesco: corporaciones conservadoras y de derecha, siempre enemigas de la resistencia popular y las construcciones colectivas, ahora glorifican la lucha de los ucranianos contra los rusos. Las campañas de financiación colectiva para la resistencia ucraniana se comparten en las redes sociales. En cambio, las donaciones a cuentas monetarias (como PayPal) para brindar ayuda a países de Medio Oriente fueron objeto de sanciones.
El canal británico Sky News transmitió instrucciones para fabricar cócteles molotov, y se explicó cómo hacer para que sean más efectivos. Cuando el fuego viene de otros lugares del mundo, se acusa a los que resisten de “terroristas”.
Las noticias falsas y la manipulación a través de los medios hegemónicos instalan en la “realidad” discursos y sentimientos que dejan flotando muchas preguntas. Se escuchan hoy prédicas que parecen antiimperialistas, que condenan el injerencismo y las invasiones, pero sólo con relación a Rusia. Hay otro país que no se nombra y que, sin embargo, es el ejemplo más claro de aquello que se rechaza. Es el único país del mundo que utilizó armas nucleares contra población civil. Es la nación con mayor presupuesto militar: su gasto en este rubro supera largamente los de Rusia y China sumados. Destinó en 2020 más de 778 mil millones de dólares, según el sitio Statista, mientras que Rusia destinó 61 mil millones y China 252 mil millones. Es la nación con mayor cantidad de bases en el exterior: unas 800 en más de 70 países (según el profesor de la American University de Washington, David Vine, autor del libro Base Nation: How US Military Bases Abroad Harm America and the World, en castellano La nación de las bases: Cómo las bases militares en el extranjero dañan a EEUU y al mundo). Rusia tiene 6 bases. EEUU no se nombra porque está del lado de los buenos. El no-nombrado, el actor ausente, marca quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y cuándo, cómo y por qué debemos horrorizarnos.
Cuando “comenzó” la guerra en Ucrania existían once conflictos armados activos en el mundo, incluso en Ucrania. En Yemen, Siria, Sudán del Sur, República Centroafricana, Nigeria, República Democrática del Congo, Somalia, Afganistán, Pakistán, Irak se viene masacrando población civil hace años. Y no se generó la indignación a escala planetaria que estalló a partir del 24 de febrero de 2022. Todos los conflictos de los que no se habla en los medios hegemónicos tienen un claro denominador común: suceden en África, Medio Oriente y América Latina.
El 26 de febrero, durante un segmento del canal de televisión estadounidense CBS News, el corresponsal Charlie DAgata comentó: “Pero esto no es un lugar, con el debido respeto, como Irak o Afganistán, que ha sido testigo del conflicto durante décadas. Esta es una ciudad relativamente civilizada, relativamente europea, tengo que elegir esas palabras con cuidado también, donde uno no esperaría que esto suceda”.
Daniel Hannan, del diario británico The Telegraph, escribió: “Se parecen tanto a nosotros. Eso es lo que lo hace tan impactante. La guerra ya no es algo que afecta a las poblaciones empobrecidas y remotas. Le puede pasar a cualquiera”.
El presentador de Al Jazeera English (cadena de noticias en inglés con sede principal en Doha, Catar), Peter Dobbie, dijo: “Lo que es convincente es, simplemente mirarlos, la forma en que están vestidos, estos son prósperos… detesto usar la expresión… gente de clase media. Estos no son, obviamente, refugiados que buscan alejarse de áreas en el Medio Oriente que todavía están en un gran estado de guerra. Estas no son personas que intentan alejarse de las áreas del norte de África. Se parecen a cualquier familia europea que puede vivir al lado de ustedes”.
El conductor de la cadena de televisión francesa BFM TV, Philippe Corbe, señaló: “No estamos hablando aquí de sirios que huyen de los bombardeos del régimen sirio respaldado por Putin, estamos hablando de europeos que se van en autos que se parecen a los nuestros para salvar sus vidas”.
Intentando contener las lágrimas durante una transmisión desde Polonia, Lucy Watson, de la cadena británica ITV News afirmó: “Ahora les sucedió lo impensable, y este no es un país en desarrollo del tercer mundo, esto es Europa”.
Por su parte, el fiscal jefe adjunto de Ucrania, David Sakvarelidze, le dijo a la cadena británica BBC: “Es muy emotivo para mí porque veo cómo matan a europeos con ojos azules y cabello rubio”. Ros Atkins, presentadora de ese canal, se disculpó luego por no haber cuestionado al fiscal sobre sus comentarios.
Entre muchos otros repudios, la Asociación de Periodistas Árabes y del Medio Oriente (The Arab and Middle Eastern Journalists Association, AMEJA), que tiene sede en EEUU, y la Asociación de Prensa Extranjera de África (Foreign Press Association Africa), con sede en Nairobi, Kenia, salieron a denunciar el brote racista.
“La Asociación de Periodistas Árabes y de Medio Oriente (AMEJA) hace un llamado a todos los medios para que tengan en cuenta los sesgos implícitos y explícitos en su cobertura de la guerra en Ucrania. En los últimos días, hemos rastreado ejemplos de coberturas racistas de noticias que atribuyen más importancia a algunas víctimas de la guerra sobre los demás”, señala el comunicado.
AMEJA condena y rechaza categóricamente las implicaciones occidentalistas y racistas que señalan que cualquier población o país que es «incivilizado» o soporta problemas económicos son merecedores de un conflicto. Este tipo de comentario refleja la mentalidad generalizada en el periodismo occidental de normalizar la tragedia en partes del mundo, como el Medio Oriente, África, el sur de Asia y América Latina. De esta forma, se deshumaniza y se vuelve la experiencia con la guerra como algo normal y esperado. Las salas de redacción no deben hacer comparaciones que sopesen el significado o impliquen la justificación de un conflicto por otro: las bajas civiles y el desplazamiento en otros países son igualmente abominables como lo son en Ucrania. AMEJA se solidariza plenamente con todos los civiles bajo ataque militar en cualquier parte del mundo, y deplora la diferencia en la cobertura de noticias en un país frente a otro. No sólo la cobertura descontextualiza los conflictos, también contribuye a invisibilizar poblaciones que continúan experimentando ocupaciones violentas y agresiones en todo el mundo. Para evitar ese sesgo explícito, hacemos un llamado a las salas de redacción para que capaciten a los corresponsales en la cultura y los matices políticos de las regiones sobre las que están informando sin confiar en los sesgos centrados en EEUU o Europa”, agrega el texto a la vez que advierte que las comparaciones inexactas y falsas sólo sirven para confundir con estereotipos, engañar a los espectadores, y en última instancia, perpetuar las respuestas perjudiciales a las crisis políticas y humanitarias.
“Nuestra declaración sobre la cobertura racista y sesgada de la guerra de Ucrania”, se titula el comunicado de la Asociación de Prensa Extranjera de África.
“Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la configuración de la forma en que las personas ven el mundo. Las narrativas que se publican y transmiten no sólo influyen en la forma en que las personas se perciben y se relacionan entre sí, sino que tienen una influencia tangible en las políticas que afectan la forma en que coexistimos. La Asociación de Prensa Extranjera está preocupada por las desafortunadas opiniones que nuestros colegas occidentales continúan expresando públicamente sobre la distinción que ven entre la guerra y el sufrimiento en Ucrania y los que han tenido lugar en los países pobres. Las expresiones, a saber, varias reiteraciones sobre el tema de que es impensable ver violencia en países poblados por personas blancas, refuerzan puntos de vista que ya existen sistemáticamente en las sociedades en general y, en consecuencia, perpetúan malentendidos que causan daño y división entre seres humanos reales”, señala el comunicado.
“La idea de que la guerra es algo que sucede en tierras fuera de Occidente es más que miope. Es una burda tergiversación de la totalidad de la historia humana. Las personas que no son blancas no son más propensas y habituadas por naturaleza a la violencia y el sufrimiento. Las personas que no son blancas no son menos civilizadas o incapaces de resolver conflictos. Esta actitud ha sido una característica de la cobertura de los medios occidentales de África durante décadas. Es flagrante en la falta de dignidad otorgada a las víctimas del conflicto de piel negra y morena. También se ve en la falta de matices y empatía que se brinda a las personas que sufren guerras y otras emergencias provocadas por el hombre (incluido el cambio climático). Si bien la aparición de estas ideas en el caso de Ucrania no es sorprendente, es irresponsable, reprobable y no debe asociarse de ninguna manera con una profesión tan importante como la nuestra”, agrega el texto de la Asociación de Prensa Extranjera de África a la vez que pide con urgencia, más diversidad.
“El sesgo racial en la cobertura de los medios occidentales sobre Ucrania es vergonzoso” se titula la nota publicada por la página en español del medio británico The Independent el 28 de febrero de 2022, con la firma de Nadine White.
“Es como si la matanza y la invasión fueran sólo para imponerse a países habitados por personas negras y morenas” señala la bajada de la nota.
“Desde Francia hasta el Reino Unido y los EEUU, gran parte de la cobertura mediática de la guerra en Ucrania ha estado saturada de prejuicios raciales. Es peligroso, aunque no sorprendente”, afirma la nota de opinión del diario británico.
“Ahora, debido a la blancura de los ucranianos y su proximidad al oeste, aparentemente es difícil para algunos comentaristas políticos y reporteros itinerantes comprender cómo pudo haber ocurrido este conflicto. Es como si la matanza y la invasión fueran sólo para imponerse a países habitados por personas negras y morenas, y algunos no tuvieron reparos en compartir su sentido de alarma con respecto a este giro aleccionador de los acontecimientos, tal vez sin darse cuenta de cómo esto alimenta la ideología supremacista blanca que hace que la vida de los demás no tenga valor”, agrega la nota de White.
“Entonces, está confirmado: no sólo tenemos racismo en las fronteras de Ucrania, donde los refugiados de minorías étnicas informan que se les ha negado protección, tenemos la misma vena de intolerancia en partes de la esfera de los medios internacionales. Esto únicamente sirve para legitimar aún más la deshumanización de las personas que no son blancas y especialmente de aquellas que sufren los conflictos”, señala la nota de The Independent.
“Por supuesto, nada de esto es particularmente impactante, ya que viene de una clase política y de los medios occidentales que son predominantemente blancos. Europa tiene un largo camino por recorrer para mejorar la diversidad de los medios. Este también es el caso de los medios estadounidenses, donde el 77 por ciento de los empleados de las estaciones de radio y televisión públicas son blancos en comparación con el 60,6 por ciento de la población, lo que significa que este grupo está sobrerrepresentado en este espacio. Mientras tanto, alrededor del 94 por ciento de los periodistas en el Reino Unido son blancos”, denuncia la periodista británica.
H.A. Hellyer, becario del Fondo Carnegie para la Paz Internacional e investigador principal del Instituto Real de Servicios Unidos para Estudios de Defensa y Seguridad y de la Universidad de Cambridge, escribió en el diario estadounidense The Washington Post una nota titulada “La cobertura en Ucrania evidencia viejos prejuicios racistas en los medios occidentales”
El académico británico recuerda que la guerra en Siria obtuvo una respuesta de Occidente “mucho menos empática”. Lo mismo puede decirse, agrega Hellyer, de las invasiones y operaciones militares estadounidenses en Afganistán e Irak, la catastrófica guerra liderada por Arabia Saudita en Yemen, la ocupación israelí de Palestina.
“Este doble rasero es demasiado evidente en la forma en que nosotros, como occidentales, nos involucramos en las relaciones internacionales. Con demasiada frecuencia deshumanizamos a las poblaciones no blancas, disminuimos su importancia, y eso conduce a una cosa: la degradación de su derecho a vivir con dignidad”, concluye el analista.
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