En este artículo el autor analiza la emergencia del nuevo ‘hombre’ de la extrema derecha brasileña: Pablo Marçal.
Las próximas elecciones municipales en Brasil a realizarse el día 6 de octubre del presente año, se han convertido en un barómetro para medir el peso del conjunto de las fuerzas políticas del país, pero especialmente para conocer la persistencia de los representantes de la extrema derecha y de las huestes bolsonaristas.
En ese contexto, disputando la alcaldía de la ciudad de São Paulo ha crecido meteóricamente una figura, Pablo Marçal, quien dice representar mejor que nadie los valores y principios del bolsonarismo. Este candidato nos recuerda mucho más el discurso tosco y agresivo del ex capitán del pasado (elecciones de 2018) que al actual Jair Bolsonaro, bastante más preocupado en moderar su retórica para cautivar al conjunto de partidos que forman el centrão, bloque que domina ampliamente el Parlamento brasileño. Bolsonaro necesita de estos partidos que controlan el Legislativo para conseguir la ansiada amnistía que le permitiría postularse a las elecciones de 2026.
¿Y quién es Pablo Marçal? En pocas palabras, es un delincuente procesado y condenado por la Justicia, por diversos tipos de delitos entre los cuales se destacan el hurto calificado y aplicación de golpes financieros por medios digitales a familias de escasos recursos, muerte de un prestador de servicios y desacato de orden judicial. Además, posee un vasto prontuario que lo vincula desde hace muchos años con la facción criminosa denominada Primer Comando de la Capital, el temido PCC. Su partido, el PRTB (Partido Renovador Laborista Brasileño), es una leyenda infectada por miembros del narcotráfico y milicianos que utilizan la sigla para adquirir poder político en diversos territorios ubicados principalmente en los Estados de São Paulo y Rio de Janeiro.
Después de su condena, Marçal se convirtió en un coach e influenciador que hizo su fama y su fortuna engañando a personas ingenuas y desesperadas que necesitan una palabra de aliento. En esta campaña para la alcaldía, utiliza las redes para difundir sus mentiras y atacar a sus rivales con videos cortos manipulados por el equipo de producción. En esta estrategia de injuriar y denegrir a sus adversarios, también sumó a grupos de adolescentes a los cuales entrega premios en competiciones remuneradas para quienes consigan viralizar con mayor rapidez sus videos calumniosos en las redes. Esta práctica se encuentra prohibida por la Justicia Electoral, y por ello mismo, esta semana el Ministerio Público entró con acciones para que sea investigado por abuso de poder económico, tenga su registro bloqueado y sea declarado inelegible. Pero a Marçal –que como decíamos ya fue condenado en otras oportunidades- parece importarle muy poco alguna posible sanción por ejecutar conductas penalizadas por el código electoral o por la justicia en general.
Bastante se ha dicho y escrito que el triunfo de Bolsonaro y los candidatos de la extrema derecha se debió a los disparos en masa realizados en WhatsApp y otras redes sociales. En parte ello es cierto, pero no hay que dejar de considerar que los principales propulsores de la ascensión de la extrema derecha en Brasil y en el planeta se apoyan en el desempleo o el empleo precarizado, en la incertidumbre que asola a la mayoría de las familias sobre el futuro y la escasez de recursos para llevar una vida digna, en el clima de miedo e inseguridad ciudadana que ensombrece la cotidianidad de las personas, en la desconfianza a los múltiples “enemigos” ocultos que acechan a la vuelta de la esquina: los migrantes, los pobres, los negros, los grupos LGBTQ+, en definitiva, los otros, los que son diferentes.
Es decir, el uso desregulado de las redes y la diseminación abusiva de fake news puede ayudar a candidatos como Trump, Bolsonaro, Milei o Marçal, aunque una estrategia de campaña exitosa no se sustenta solamente en estos mecanismos. Ella también va ganando adeptos debido a la ineficiencia de las políticas públicas para resolver los problemas de la población, la corrupción rampante en todos los ámbitos, la parcialidad e impunidad otorgada por los Tribunales de Justicia a los crímenes de cuello blanco, la sensación de inseguridad permanente frente a la delincuencia desbordada y un largo etcétera. Estos traumas y ansiedades del mundo contemporánea, buscan una salida “anti-sistema” ofrecida por el populismo de extrema derecha: más seguridad, más coerción, más control social, más ataques a la política y a los políticos, más trabas al ejercicio democrático de los ciudadanos. Dicho discurso de inspiración fascista encuentra refugio en una parcela significativa de los electores que experimentan un hartazgo con el sistema y quieren cambiarlo radicalmente.
En ese caldo de temores, prejuicios y odio desmesurado se alimentan figuras como Pablo Marçal, que autodefiniéndose como un no político, utilizan el expediente de destruirlo todo para construir algo después (no se sabe qué) y de esta forma consiguen cautivar a una masa significativa de electores decepcionados que se informan a través de los vehículos digitales y las redes sociales virtuales.
La gran ironía del destino, en este caso, surge cuando vemos que una figura bolsonarista de primera línea está siendo atacada vehementemente por el clan Bolsonaro, intercambiando descalificaciones y mentiras reciprocas que ponen en serio peligro la unidad de la extrema derecha. Algunos analistas suponen que se va a producir una fractura irreconciliable entre estos sectores, augurando que el gran depositario y heredero del proyecto ultraderechista radicalizado es actualmente Marçal y no Bolsonaro. Los votos que obtendría el primero ya erigido como un candidato díscolo del bolsonarismo, representa el declinio del ex capitán como líder de la facción ultraderechista dentro del escenario político brasileño.
El riesgo para Bolsonaro y sus seguidores es que, si la ascensión de Marçal se mantiene al acelerado ritmo de las últimas semanas y en ese caso triunfe en las próximas elecciones municipales, su nombre se puede transformar en el representante y abanderado de los electores que comparten el ideario de extrema derecha que hasta ahora ha liderado el ex capitán.
De esta manera, Pablo Marçal, el “exitoso” empresario de las redes y del coaching puede constituirse, a partir de ahora, en la carta ganadora de los grupos radicalizados que no cuentan con el ex presidente inelegible para aspirar a retomar la batuta del poder en 2026. Ello va rediseñando el campo de disputas en la ultraderecha y socavando las bases sobre las que se apoya Bolsonaro que viene anunciando, cada vez con mayor ímpetu, que dicho convidado a la fiesta se ha transformado en una persona non grata.
Fernando de la Cuadra es doctor en Ciencias Sociales, editor del blog Socialismo y Democracia, autor del libro De Dilma a Bolsonaro: itinerario de la tragedia sociopolítica brasileña (editorial RIL, 2021) y coeditor del libro EP Thompson en Chile: solidaridad, historia y poesía de un intelectual militante (Ariadna Ediciones, 2024).
Fuente : rebelion.org
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