Según analistas, entre las razones figuran las posibles graves repercusiones de la participación de Pekín en el conflicto y la influencia que tiene en la región.
Andy Wong / AP
China evita interferir en la lucha contra los hutíes rebeldes de Yemen, tras sus ataques a los buques comerciales en el mar Rojo desde noviembre, ya que las consecuencias económicas de los enfrentamientos en la zona no son comparables con las repercusiones que dejaría su intervención, informó este lunes Bloomberg.
Según el medio, los riesgos para la economía del gigante asiático siguen siendo significativos: alrededor de la mitad de las importaciones de crudo procede de los países del Oriente Medio, mientras que el volumen de las exportaciones de la región a la Unión Europea son mayores que a EE.UU. Además, de acuerdo a los datos de Bloomberg Intelligence, el Índice de Fletes de Carga Contenerizada de Shanghái (SCFI, por sus siglas en inglés) ha alcanzado su récord desde septiembre de 2022, lo que refleja el aumento de los gastos adicionales relacionados a los cambios de rutas marítimas.
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Sin embargo, los costes todavía no son lo bastante elevados como para compensar los peligros de implicarse y los beneficios de no hacer nada, asegura la agencia. "No ven mucho que ganar adoptando una postura más firme", señaló Jennifer Welch, analista jefe de geoeconomía de Bloomberg Economics, refiriéndose a las autoridades chinas.
Asimismo, otros expertos consideran que la actividad de los rebeldes en el mar Rojo puede ser provechosa para el gigante asiático. La inestabilidad de la vía de tránsito, por la que pasa casi el 15 % del comercio marítimo mundial, empujaría a las compañías a optar por las redes ferroviarias, lo que coincide con la iniciativa del líder chino, Xi Jingping, llamada la Franja y la Ruta, señaló en diciembre Xiao Yunhua, profesor de la Universidad de Defensa Nacional del Ejército Popular de Liberación.
"La expansión de [la Franja y la Ruta] es precisamente nuestra estrategia internacional para cortar la hegemonía estadounidense, socavar el poder marítimo estadounidense y promover la multipolaridad global", manifestó el experto. "En cierto modo, los hutíes nos han hecho un gran favor a China", añadió.
Por su parte, comentando los ataques del Reino Unido y EE.UU. lanzados contra instalaciones hutíes en Yemen, la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, expresó la semana pasada que el país está alarmado por la intensificación de las tensiones en la zona y llamó a prevenir la escalada. "China llama a las partes relevantes a desempeñar un papel constructivo y responsable para mantener el mar Rojo seguro y estable, lo que sirve a los intereses comunes de la comunidad internacional", declaró la portavoz.
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El 13 de enero, al abordar la agresión de las fuerzas de Londres y Washington, Zhang Jun, representante permanente de Pekín ante la ONU, dijo que tales medidas no contribuirán a la resolución de la crisis y no estabilizarán la navegación en el área. "Es lamentable ver que las flagrantes acciones militares emprendidas por los países pertinentes contra Yemen no solo han causado la destrucción de infraestructuras y víctimas civiles, sino que también han provocado un aumento de los riesgos para la seguridad en el mar Rojo. Esto no contribuye a la protección de la seguridad y la protección de los buques comerciales", subrayó el diplomático.
"Las operaciones militares pertinentes también podrían socavar el proceso político en Yemen", añadió, al hacer hincapié en la ausencia del permiso del Consejo de Seguridad a realizar cualquier acción militar contra el país.
Además, reiteró que la situación actual en el área representa uno de los efectos indirectos de la guerra entre Hamás e Israel en la Franja de Gaza, ya que los hutíes declararon su intención de atacar cualquier barco israelí en respuesta a las acciones del país hebreo en el enclave palestino. "Pedir que se evite la propagación del conflicto, por un lado, y echar leña al fuego, por otro, provocando una confrontación militar, es contradictorio e irresponsable", sostuvo Zhang, enfatizando que Oriente Medio "ya está al borde del peligro extremo".
A su vez, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, se reunió el domingo con su homólogo egipcio, Sameh Shoukry, en El Cairo, en el marco de su gira por Oriente Medio, donde además de abordar la cooperación en la iniciativa de la Franja y la Ruta, trataron el conflicto palestino-israelí y, en particular, en el mar Rojo. Ambos cancilleres mostraron su preocupación por la posible expansión del conflicto en la región, destacando la necesidad de colaborar para poner fin a los enfrentamientos.
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La misma jornada, durante una reunión con el secretario general de la Liga de Estados Árabes, Ahmed Aboul Gheit, Wang afirmó que Pekín apoya a la organización en su intención de desempeñar un mayor papel en la paz y la estabilidad a nivel regional y mundial. "Apreciamos profundamente a China por defender la justicia en la cuestión palestina y por sus importantes contribuciones al alto el fuego, el cese de la violencia, la desescalada y la protección de los civiles", expresó, por su parte, Gheit.
Posteriormente, en el transcurso de las negociaciones de este lunes con el presidente de Túnez, Kais Saied, Wang manifestó la oposición de su país a la injerencia en los asuntos internos de otras naciones bajo el pretexto de los derechos humanos y la democracia. De tal modo, recalcó que el mundo de hoy está afectado por "el unilateralismo rampante, la política de poder y la hegemonía", al enfatizar que China está en contra a la transformación de otros países "según los estándares propios".
De acuerdo con fuentes de Bloomberg familiarizadas con el asunto, en las últimas semanas muchos países de Oriente Medio han pedido a Pekín usar su influencia regional para impedir una escalada más amplia del conflicto. No obstante, China se enfrenta a limitaciones con los hutíes e Irán, que es uno de los principales exportadores de petróleo, reseña el medio.
"China tiene muy poca capacidad de proyección de poder en el golfo [Pérsico], y desde luego no está dispuesta a verse envuelta en un conflicto mayor", considera William Figueroa, profesor adjunto de la Universidad de Groningen, en Países Bajos. "Una condena más enérgica correría el riesgo de disgustar a sus aliados en Teherán, y no conseguiría gran cosa", agregó. Mientras tanto, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, no logró convencer a actores regionales claves, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Egipto, para unirse a su coalición de una docena de naciones para neutralizar los ataques hutíes.
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Por otra parte, el año pasado China fue mediador entre Irán y Arabia Saudita, que gracias a ello reanudaron sus relaciones diplomáticas, deterioradas tras la ejecución del prominente clérigo chiita Nimr al-Nimr por Riad en enero de 2016. En el conflicto yemení, activo desde 2014, Teherán ha apoyado a los insurgentes hutíes, que luchan contra la coalición internacional liderada por Arabia Saudita.
El aporte de Pekín dio en abril un impulso al proceso de diálogo en Yemen, devastado de la guerra civil que ha durado más de nueve años y que ha causado cientos de miles de muertos tanto por la violencia como por el hambre. Según medios chinos, el gigante asiático "siempre" ha tenido en cuenta el conflicto en Yemen a la hora de actuar como mediador entre sauditas e iraníes, que se encontraban inmersos en una guerra subsidiaria de facto en suelo yemení.
Fuente : actualidad.rt.com
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